40- Despedidas.

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*Paula*

-daria...

-Álvaro: eso no existe

-No has especificado, solo querías una palabra que rimara con temeraria... -seguí removiendo el café con la cucharilla, cosa que llevaba haciendo desde hacía cinco minutos sin saber por qué, ya que el café lo tomaba siempre sin azúcar.

-Álvaro: en fin... desisto, no consigo que rime nada... llevo cuatro días y aun no consigo acabar la canción. Y lo que llevo no me gusta nada, no sé qué me pasa pero no me concentro.

-Tendrías que haberme hecho caso y haberte quedado en casa, y no que encima, además de traerme al trabajo, te quedas durante toda la jornada en la cafetería. Y no solo hoy, sino que llevas así dos semanas. Es de tontos -desvié la mirada hacia el cercado que había enfrente de la cafetería, donde un magnífico frisón negro daba vueltas y se revolcaba en el suelo... el mismo frisón que había estado limpiando esa misma mañana. Como si se diera cuenta de que le estaba observando, se levantó y avanzó hacia el lado de la cerca que estaba más próximo a donde estabamos, y clavó la mirada en mi dirección.

-Álvaro: lo hago porque me aburro muchísimo en casa, además tendrás queja, te traigo como a una reina al trabajo y no te tragas los atascos de la M-40.

-Te los tragas tú porque quieres... -le di un silbido cuando empezó a morder la valla de la cerca, y salió corriendo, dando vueltas en círculos al galope por todo el cercado y volviendo a revolcarse en el suelo.

-Álvaro: no tengo nada que hacer, aquí por lo menos tengo compañía. Y además hace fresquito, estoy al aire libre, cojo algo de color. Así también podemos comer juntos. Pero bueno, si no quieres que esté aquí me voy a casa y luego vengo a recogerte ¿Qué podría hacer al llegar? Podría ponerme con la play... Pintar las paredes del salon de rosa, o quizás me tiña el pelo, el verde seguro que les encantaría a los japoneses, ¿No crees? Igual Carlos aún tiene del que usaba él - cruzó una mano por delante de mi cara- Tierra llamando a Paula, ¿Dónde tienes la cabeza?

-El verde no terminaría de quedarte bien. Y como pintes el salón de rosa vas a dormir allí de por vida.

-Álvaro: Vaya, me estabas escuchando...Pero no me engañas, ¿en qué pensabas? Te has quedado mirando a la nada... ¿Es por lo del acoso? Creía que con lo que te dijo Santiago ya te habrías quedado tranquila. No hemos vuelto a tener incidentes en dos semanas cariño, seguro que al ver tanta policía y tanta guardia civil implicada se asustó y ha puesto pies en polvorosa.

-¿En serio tú te crees eso? Porque yo no. Y todo porque no han podido abrir la investigación por mi culpa. Y ni se te ocurra... No me vuelvas a dar la charla con que no es mi culpa, eso le pasa a cualquiera y toda la chapa que me soltaste el otro dia.

-Álvaro: ¿la chapa? Yo no hago eso... Y es que no fue culpa tuya, hiciste todo lo que podías y lo que cualquiera habría hecho en tu lugar, cómo imaginar siquiera que por analizar tú las pruebas quedarían anuladas ante un juez.

-No lo sé, no soy policia ni nada por el estilo, no lo he estudiado ni me lo han dicho mil veces mientras estuve un año de prácticas o los meses de academia. Que va. Todo es nuevo para mi. Fue un estúpido error de novata y me va a salir caro, así que por favor no vuelvas a sacar el tema que bastante me hierve ya la sangre como para estar recordándolo constantemente. No sé cómo voy a poder volver a la central después de esto.

-Álvaro: no vuelvas entonces.

-¿Qué?

-Álvaro: no vuelvas a la brigada de la judicial. Quédate aquí. Te encantan los caballos, y la naturaleza, pide plaza en el Seprona y quédate. Y todos estaríamos más tranquilos, esto es más seguro que lo que hacías.

4- This is the lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora