Capítulo 24

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Al día siguiente me desperté pensando en Stella. Otra vez. Tenía la mente ocupada intentando comprender cómo salir del agujero negro donde había caído. Como todas las mañanas, siempre me encargaba de revisar todos los documentos que necesitaran de mi aprobación desde mi ordenador portátil, pero no hice absolutamente nada productivo, lo cual era una extrañeza para mí.

No estaba acostumbrado a no ser útil y, desde luego, no estaba acostumbrado a que una mujer me distrajera tanto que BMG no fuera mi prioridad. Pero ahí estaba... la primera vez que anteponía mis pensamientos sobre una mujer a mis negocios. Había reflexionado mi duda durante horas y aún no había encontrado la solución a ese problema.

Lo que pasó en el museo había salido de mis límites, ver a Dylan y Stella junto, no podía ni siquiera imaginar algo entre ellos. Jamás he tenido un solo pensamiento celoso, posesivo o envidioso en toda mi vida, ni siquiera con Ximena con quién supuestamente me iba a casar, pero nunca llegué al grado de estar celoso en realidad me daba igual si ella interactuaba con más tío. Soy Anthony Prince, accionista mayor y propietario de una de las corporaciones más grandes, ricas y poderosas del mundo. No tengo tiempo para sentarme a pensar en una mujer. Soy un hombre de negocios serio y responsable que necesita concentrarse en el trabajo que ha estado acumulándose durante las últimas dos semanas.

Respiré hondo y solté el aire que tenía acumulado en mis pulmones. El sueño de anoche sobre pasó todo. ¡Joder! Solo necesito llevármela a la cama y toda esta mierda se pasará. Debo recuperar mis pensamientos.

No necesitaba aquella vocecilla de la razón para saber que estaba siendo muy irracional. Lo sabía. Pero cuando se trataba de Stella Ruiz, un estúpido instinto primitivo que en la vida supe que tenía, había anulado por pleno mi maldita idea.

«Mi obsesión por Stella Ruiz tiene que terminar», pensé.

Agarré mi ordenador portátil, lo abrí y me puse a trabajar, esforzándome al máximo por paralizar todo lo demás de mi instinto.

**

Tras trabajar durante tres horas, Stella abrió la puerta de mi oficina, y la vi entrar con el rabillo del ojo.

—¿Sucede algo?

—¿Por qué me has estado ignorando durante toda la mañana?

—¿Has traído los archivos de las liquidaciones empresariales? – pregunto con la vista fija en la pantalla de mi ordenador.

—No evadas mi pregunta —amonestó Stella.

Dejo escapar un suspiro. Está visto que las mujeres se dan cuenta de hasta un mínimo detalle.

—No te estoy ignorando. – contesté.

Ella se cruzó de brazos.

—Lo que pasa es que tengo mucho trabajo pendiente, y me tengo que poner al día.

—Estás mintiendo. Estás así, por lo de anoche.

—¿Lo de Anoche?

—No te hagas, estas molesto porqué dije que Dylan era un buen tipo, y eso no te agradó.

Solté un resoplido frustrado.

—Stella, joder. Me da igual con quién quieras hablar.

—Dylan nos ha invitado a cenar con él, ¿vale?

Deje de escribir en el ordenador. —Estoy seguro de que no lo has entendido bien.

Stella hizo un mohín con los labios.

—Claro que lo he oído bien. Me ha dicho que nos invitaba, a los dos, a cenar.

—Hmm. No creo que debamos molestar a Dylan.

Forced marriage. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora