Capítulo 40

556 39 17
                                    

—Cuenta la leyenda que la luna y el sol siempre estuvieron enamorados el uno del otro, pero nunca podían encontrarse porque la luna salía cuando el sol se iba. Siendo así, el universo creó el eclipse como prueba de que no existe en el mundo un amor imposible. — Fred siguió hablando y yo desconecté para reflexionar sobre mi problema

—Fred, podrías dejar de leer en voz alta. Menudo libro de mierda. — dije ya cansado de escucharlo, no me dejaba concentrarme.

—Este libro... —mostró la portada, —Es buen libro —dijo. Deberías leerlo, resulta muy revelador... Lo escribió un gran hombre, llamado...

Fruncí el ceño y dije rápidamente. — No estoy interesado en leer libros.

Fred dejo el libro que estaba leyendo en la esquina de mi escritorio y empezó a caminar por toda la oficina. — Anthony por qué no admites que te has enamorado de ella. — soltó con descaro. —Sólo hay que mirarte a los ojos para verlo.

—No sea que te refieres.

—Te conozco desde hace mucho tiempo. No me puedes engañar.

Un escalofrío me recorre el cuerpo.

—Habla con ella por lo menos.

Niego con la cabeza.

—La estás cagando.

—Lo sé. Confié en ella.

—Crees que lo hiciste.

Me humedezco los labios, confundido, y siento una ola de dolor en mi interior, un tsunami de emociones en el que no quiero ni pensar. Los recuerdos de la noche anterior me acechan. Me apoyo sobre mi escritorio y las imágenes de su rostro devastado me golpean.

Fred se detuvo en seco y me miró:
—Esta mañana, Stella me llamó, preguntándome el que pasaría si se divorciara de ti.

—¿Stella, te ha preguntado eso? — pregunté alarmado. —¿Qué le has dicho?

—Anthony, si en verdad sientes algo por ella, no debes aceptar ese divorcio. Pueden comenzar de cero.

Fred tenía razón, si yo me llegó a divorciar de ella la perdería por completo. Pero por otro lado sería egoísta de mi parte tenerla atada a mí, no puedo seguir forzándola si ella ya no quiere estar a mi lado.

—Fred, al casarme con Stella logré obtener lo que tanto quería. Creo que es tiempo de dejarla libre.

—¿y, perderla?

Evadí su pregunta. Pues en el fondo sentía un miedo alejarme de ella completamente. — Fred. No hay elección.

De repente la puerta de la oficina se abrió. Eran James. —¡Un momento, que yo quiero ser testigo de esas firmas! —exclamó James riendo alegremente.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a visitarte —dijo divertido. —A caso no puedo pasar a visitar a mi empresario favorito.

Achiqué los ojos. —Mejor dime, ¿A qué has venido?

—Solo para recordarte que me voy la siguiente semana. ¡Hoy es el mejor día para ir al club! ¿Qué otra cosa puede ser más importante?

Fred asintió emocionado, —Deberíamos ir. — dijo.

Inmediatamente negué con la cabeza.
—No iré a ninguna parte. Esta noche me quedaré en la oficina. Tenemos mucho trabajo como para dejar todo a medias.

—Vamos, debes salir de aquí. Ir al club no estaría mal, además, no te he dicho qué tipo de club es... —James movió las cejas haciendo un juego entre ellas.

Forced marriage. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora