Capítulo 25

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Pov' Stella.

Otro día más viviendo con Prince, el infierno le llamaría yo. Cada día, cada minuto, cada segundo, cada hora, son eternos. No veo el tiempo en irme lejos de aquí. Su cercanía me pone de mal siempre, no lo tolero.

Me miré frente al espejo.

Hoy era mi día de descanso, lo cual agradezco, por lo menos no le vería la cara a Anthony, sino hasta la noche. Por fin era libre por un rato. Así que Ryan se le habría ocurrido invitarme un café. La última vez no pude, pero hoy era el día indicado y perfecto, al parecer todo estaba marchando muy bien.

Me puse un atuendo sencillo pero bonito, un vestido de punto de color burdeos y botas de tacón alto color negro, que Cameron me había convencido de comprar el año pasado. Me quité mi anillo de casada, cosa que hubiera debido hacer tres días antes. Lo coloqué sobre el lavabo del baño, y en un parpadeó, todo paso muy rápido cuando resbaló y chocó contra la porcelana blanca antes de desaparecer en un chorro de agua.

¡Maldición!

Ahora se encontraba en algún lugar en las entrañas del drenaje. Si hubiera sido en otro momento, desearía que el anillo hubiera desaparecido para siempre.

Suspiré. Se me hará tarde llegar a mi cita con Ryan. Quité una colección de objetos raros que estaba abajo del lavabo y no solo estaba eso, sino que también había medicina para el resfriado, un paquete de torundas de algodón, tres tipos diferentes de champú y acondicionador. Por suerte había una llave inglesa, lo cual me ayudaría mucho.

Metí el torso hasta donde pude bajo el gabinete, quité un viejo destapador para inodoro y varios productos de limpieza y los acomodé sobre el piso detrás de mí. ¿Cómo pudo una sola persona acumular tantas cosas dentro de un gabinete tan pequeño? Aún había más, pero yo solo necesitaba el suficiente espacio para alcanzar el sifón y sacarle el mayor provecho a la llave inglesa.

Mi cuerpo de 1.65 de estatura y de 52 kg de peso me era útil en los días en que requería arrastrarme por espacios reducidos. Cuando me metí debajo del lavabo, me golpeé el codo con el sifón y la llave se me escapó de las manos. No me golpeó en la cabeza, pero rebotó sobre el hombro. Mierda, eso dolió. Con un poco más que un pequeño esfuerzo, la conexión se desatornilló y meneé el tubo de PVC en forma de U para aflojarlo junto con un inesperado torrente de agua. Intenté detener el agua tapando el tubo, pero se escurrió por todas partes. Se me disparó hacia la nariz, los ojos y se me empapó mi vestido mientras me apresuraba a salir de abajo del lavabo. Entonces la moldura del gabinete me desgarró el vestido al jalar el dobladillo y me dio un arañazo en la espalda. Ya me dolía todo.

A ciegas, agarré una toalla, me sequé la cara y aclaré la vista cuando el agua disminuyó a un goteo. El gabinete y el piso del baño estaban completamente inundados. Y todo por un anillo de matrimonio. Observé el anillo en mi dedo. Estúpido anillo, me has estado causando muchos problemas.

Me miré en el espejo y vi un espantoso desastre en mí. Genial, llegaré tarde a mi cita. Creo que lo mejor será guardar el anillo en una cajonera.


Media hora después estaba llegando con retraso a mi cita con Ryan.

—Lamento llegar tarde. Surgió un problema de última hora. – dije, mientras tomaba asiento en una silla frente a Ryan.

— No te preocupes. Gracias por aceptar mi invitación a tomar un café.

— Te debía está salida. – le guiñe un ojo.


— ¿Podemos pedir nuestro desayuno? – preguntó, Ryan se reclinó en la silla y sonrió.

Apreté los labios. —Claro.

Una rubia apareció para tomar nuestra orden.

Yo pedí unas tostadas sin corteza, mantequilla de cacahuate y zumo de naranja. Y Ryan pidió el especial: huevos con salchichas, pan integral, una loncha de jamón y una ración triple de tortitas.

— ¿Aún sigues viviendo en casa de Prince? —Con los ojos puestos en mí, bebió un sorbo de café.

Yo rápidamente bebí un poco de café y me aclaré la garganta. No sabía que responder, creo que él no está enterado del todo de lo que está pasando en mi vida. – Eh... Sí, estaré viviendo en su casa, me ha ofrecido que darme con él durante un buen tiempo.

Ryan tomó otro sorbo de café y dejó la taza sobre la mesita. – No entiendo cómo sigues con un tipo así. Me parece muy insolente.

Asentí con la cabeza. — ¡Qué te puedo decir!

Él se aclaró la garganta y sobre la mesa, me tomó las dos manos, su mirada se transformó en una semejante a aquella gelatinosa y envolvente, que disminuía vertiginosamente la distancia.

— Stella ... me gustaría ...— Su mirada muy fija en mis ojos. Con una mirada llena de ternura y melancolía que a su vez me trasmitía una paz, agradable para mí.

— Stella Ruiz. – Al escuchar esa voz, todo mi cuerpo se contrajo. Abrí los ojos de golpe y vi nada menos que Anthony enfrente de mí. Aunque sus ojos permanecen invisibles detrás de sus gafas de sol, de alguna forma su rostro transmite la impresión de que sus ojos están simplemente mirando mis manos entrelazadas con la de Ryan

— ¡Qué sorpresa encontrarte aquí! – Como de costumbre, se estaba burlando de mí. Fingiendo estar sorprendido.

¿Cómo logró llegar aquí?, Me pregunté. Entonces vi un carro estacionado a poca distancia por el camino. Entendí que él me había seguido aquí, tal vez desde casa. Me sentía un poco molesta, es que acaso Prince no puede dejarme un momento en paz.

Aparté mis manos de las de Ryan.

—Ha pasado demasiado tiempo. – Respondí.

—No el suficiente. – añadió una risita sarcástica.

Incline la cabeza en una expresión de autocompasión falsa.

Ryan se aclaró la garganta, un sonido ronco que rompió el pesado silencio. —No quiero interrumpir su encuentro sorpresa, pero, Stella y yo estamos en una charla importante.

Mierda, Ryan. Ahora tendré problemas por esto. Pensé.

Anthony se quitó las gafas de sol y abrió los ojos muy grandes y clavó las pupilas más hondas del mundo en las mías. Agregó con media sonrisa. — ¿No le has contado? – Preguntó.

Mi cara muestra una sonrisa nerviosa, al igual que la risa baja que se me escapa. – Yo...

— ¿Pasa algo Stella? – pregunta Ryan.

— Vamos. Stella, cuéntale. – insiste.


Fulminé con la mirada a Anthony. Ryan me miró y se encontró con mi mirada.

Estúpido día, todo estaba en mi contra, ahora como salgo de aquí, decirle la verdad a Ryan era romper su corazón. Ryan es buen hombre, no podría acabar con sus sentimientos tan rápido y por otro lado estaba Anthony Prince, el malo en esta historia, tengo entendido que él y yo no somos nada y no tiene por qué andar tras de mí, y menos cuando no estamos enfrente de todos, todo esto es una farsa, pero veo que él lo está tomando en otro plan, él no deja de molestarme, ya no lo soporto ni un segundo más. Pero aquí estoy a punto de mentir nuevamente.

— Ryan ... Yo... —Resoplé y cerré los ojos antes de frotarme el rostro con las manos. – Estoy casa...

— ¡Ryan, te estado buscando! – de repente apareció una chica alta de cabello esponjoso y enrulado de cuerpo esbelto; llevaba gafas, chaqueta y minifalda de cuero. Una figura de admirar.


Ryan posó su mirada en aquella chica. – Dove, ¿Pasa algo?

Ella asintió. – Pasa que no coges mis llamadas ni contestas a mis mensajes.

Ryan miró alrededor y resopló. —Tengo mucho lío, Dove, no puedo atenderte.

— ¡Estoy embarazada! —le disparó a bocajarro la noticia, como cebo para captar su atención.

Bien. Esto es una sorpresa. Pero veo que por la reacción de Ryan no es buena noticia, creo que en estos momentos no debí estar aquí.

Finalmente, Anthony me tomó de la mano y me sacó del círculo. Me sentía muy tonta, bastante molesta y desconcertada.

— ¿Qué estás haciendo? —gruñí soltándome de su agarre.

— Ahorrándote un problema que no es de importancia.


Giré mi cabeza hacia atrás para ver a Ryan, pero él ya no estaba. Suspiré. ¡Genial! Ahora me quedé sola y con un idiota.

— ¡Nos vamos!

Giré la cabeza hacia él con los ojos entrecerrados y puse mi mirada de «tienes tres segundos para explicarte». — ¿Me has estado siguiendo?

Sacudió la cabeza, poniéndose serio. – Blend me dijo que alguien con una camioneta negra te había estado siguiendo.

Abrí los ojos, asombrada por lo que acababa de escuchar. — ¿Quién diablos es Blend?

Entonces se puso sus gafas de sol de diseño, se dio media vuelta y continuó caminando por la acera. Imbécil. De pronto un lujoso sedán negro se detuvo al llegar a su altura. Un hombre alto, bien plantado y bien trajeado, moreno, patillas a la moda y barba recortada. Abrió la puerta y salió del coche.

— Blend, puedes irte a casa. – ordenó Anthony.

Claro, como puedo ser tan idiota. Blend es el que me ha estado siguiendo desde aquella salida con Dylan. No puedo creer hasta dónde puede llegar Anthony Prince, esto no es bueno.

— Maldita sea Prince, lo que me faltaba, ahora ya no puedo salir a gusto. —dije caminando tras él.

Anthony siguió caminando hasta llegar a su coche y montarse. —Deja de quejarte y súbete al coche de una vez. – dijo, desde a dentro del coche.

Me crucé de brazos. – No pienso subirme.

— Stella...

— Tomaré un taxi, no pienso ir contigo a casa.

— Stella. No lo voy a repetir, pero no pienso perder mi tiempo... —él observó su reloj de su muñeca y habló: — Mi madre viene con planes de quedarse unos días en casa.

Abrí los ojos como plato. — ¿Cuándo?

— Llegará en diez minutos al aeropuerto. – contestó.

Tragué saliva con esfuerzo y accedí. Subí a su coche y cerré dando un portazo.

— Solo quiero preguntarte algo.

Anthony se puso en marcha. – habla.

Me muerdo los labios, algo nerviosa.

— Tu casa es enorme, pero, ¿Dónde se quedará a dormir tu madre?

—Si ya sabéis la respuesta para que preguntas. —dijo sin despegar los ojos del tráfico y la carretera.

Deje escapar todo el aire que tenía acumulado en mis pulmones. Todo esto será agotador.

— Te dejare en casa, encárgate de todo, has que parezca que esto es real.

Sonreí falsamente. – Seguro que sí, cariño. – dije en tono burlón, cruzándome de brazos.

¡Imbécil!

Pov' Anthony

Mientras Stella platicaba con mi madre en la sala, yo aproveché el tiempo para ir a la habitación, necesitaba comprobar que no hubiera nada sospechoso de que nuestro matrimonio era falso.

Cuando entré a la habitación quedé asombrado por el cambio que había hecho. El dormitorio estaba intacto. Vacía. No había ningún objeto de Stella por ningún lado. Había puesto unas estanterías en las que descansaban los adornos y los libros que había llevado en las cajas. Abrí los cajones de la mesilla de noche que está junto a su cama y después abrí el armario, para comprobar que ambos estaban vacíos, excepto por un par de cajas que seguían allí. El cubrecama era nuevo. La escena era perfecta.

Entré a mi habitación y me detuve un instante. Stella estaba en todos los lugares. Su bata descansaba a los pies de la cama; la seda blanca resplandecía a la tenue luz.

La mesilla de noche, que antes estaba vacía, tenía libros, vaso y una jarra de cristal media llena de agua. En la cómoda había varias cremas, frascos, y su perfume. Sin inspeccionar más a fondo, supe que había guardado su ropa en los cajones inferiores de la cómoda y que en el armario se encontraba toda su ropa.

Me sentía un poco extraño de solo pensar que tenía que compartir mi dormitorio con alguien más, era algo que no era de mi agrado. Cuando entre al baño. El cepillo de dientes de Stella estaba junto al mío. Sus cosméticos estaban en la encimera del lavabo. Estaba a asombrado por todo lo que había hecho en tan poco tiempo. Debía de haberse movido a la velocidad de la luz para hacer creer que está también es su habitación.

Estaba frente al espejo del baño acomodando el nudo de mi corbata, cuando de pronto la figura de Stella se reflejó en el espejo frente a mí. Ella estaba parada casi a un costado mío.

— Antho, cariño, baja a ayudar a tu madre a subir las maletas a la habitación. – dijo. Dándose media vuelta, salió de la habitación.

Puse los ojos en blanco hacia el techo. Stella, Stella. Si vas a jugar conmigo, procura que yo también me divierta. Susurré antes de salir de la habitación.

Cuando bajé vi que mi madre estaba platicando muy animadamente con Stella. A mi madre nunca la había visto estar tan contenta con algún extraño que no fueran sus hijos o su esposo e incluso hasta con Fred que también lo aprecia como un hijo más, es una mujer que se caracteriza por tener una personalidad distinta ante los medios de comunicación y ante todos. Pero hoy la estaba viendo tan feliz, tan brillante y, por otro lado, estaba Stella siendo ella, podía observarla hablar tranquilamente sin caras de enojos, ni palabras sarcásticas. Creo que pasaría el resto del día viéndola así tan deslumbrante. Cerré los ojos y los abrí entrando nuevamente a la realidad.

Caminé hacia donde estaban ellas. – Tengo que pasar a retirarme, hoy es un día de junta.

— ¿No puedes posponer esa dichosa junta? —sisea mi madre. – Vamos, tu madre no viaja todos los días desde España para venir a visitar a su hijo.

Oír eso me subleva.

—Hoy cierro un acuerdo que es muy importante para BMG

— Tenías que ser igual que tu padre. —protesta mi madre.

Solté un resoplido frustrado.

— No me compares con él, que no somos iguales.

Stella hizo un sonidito con la garganta. – si ocupas ayuda puedes llamarme. – dijo.

Sonreí ampliamente, — sin duda alguna mi esposa es tan atenta. – intenté besarla en la boca, pero ella apartó la cabeza, así que el beso aterrizó en su mejilla.

— No sabe cuánto adoro a su hijo. – musitó.

—Espero tener un nieto pronto, hace mucho que no tengo un bebé en brazos.

Posé mi mirada en Stella, La vi tragar saliva y sonrojarse. Ella ágilmente tomó la jarra de jugo de naranja y ofreció. — ¿Desea más jugo de naranja?

—No, Stella, es suficiente. Gracias.

—Bueno, ya me marcho. Hoy tengo un día muy ajetreado en la empresa. – dije. Despidiéndome de mi madre.

Forced marriage. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora