Stella había firmado los papeles del divorcio. Debía de estar tan dispuesto como ella a deshacer el error. Ella dejó bien clara su intención. No podía esperar más para librarse de mí.
-Ella firmó, los papeles del divorcio. -masculle, en cuanto Daphne cruzó la puerta de entrada de mi apartamento. Le había pedido que viniera, para estar acompañado un buen rato. No quería ir a casa, me sentiría mejor estando aquí o al menos eso pretendía.
-Sabía... sabía que esté día llegaría. -dejó la bolsa en el sofá y recorrió todo mi apartamento mientras se reía.
- ¿Cómo ibas a saberlo? Y Daphne aún no te había dicho sobre mi divorcio.
Se detuvo y me miró directo a los ojos.
-Lo sabía, y vine tan pronto como pude.
-Joder, ¿qué estás diciendo? ¿Es que ahora tienes visiones?
-Yo, no. Simplemente, es intuición femenina -dijo Daphne cambiando su expresión. Me pellizqué el puente de la nariz.
- Intuición femenina. - repetí algo extrañado.
-Sí, intuición femenina, algo que lamentablemente no conocerás nunca.
La seguí con la mirada mientras ella caminaba hasta el mini bar. Desenroscó una botella y vertió lentamente el líquido de ron oscuro en dos copas, puso algo de música. Mi mirada la seguía en cada uno de sus movimientos que ella realiza. No creo que Daphne se atreva a traicionarme. La conozco de muchos años, ella no sería capaz.
Me entregó una copa y choco su copa con la mía. Tenía una expresión neutral. Me senté en mi sofá, intentando relajarme un poco: - ¿y esto, qué significa? - cuestione. Ella tomó un sorbo.
Trato de leer su reacción.
- ¡Que ahora estás soltero! ¡¿No te alegra? Ya nos podemos divertir. -tomó un gran trago de ron, dejo la copa en la mesita que estaba cerca del sofá y, de repente, va, y se me sienta encima de las piernas.
-Menos charla, más toqueteo. - jadeó.
Se había desabotonado la blusa, como si se tratara de un descuido propio, dejando ver la mitad de sus senos redondeados que no estaban protegidos por nada. Me metió la mano en el pelo y, ni corta ni perezosa, me dio un morreo allí mismo. Me quedé perplejo. Como no hice nada, ella siguió. Empezó a besarme el cuello, bajando cada vez más. Lo único que se me pasaba por la cabeza es que aquello no estaba ocurriendo. Yo estaba quieto, estático, y ella seguía y seguía. El pasado Anthony ya estuviera encima de ella, pero no, al parecer alguien me había tirado alguna maldición, que yo seguía en shock y no reaccionaba para empezar la acción. Noté sus manos bajando por mi cuerpo y, sin pensárselo dos veces, me pone la mano en la entrepierna, que encima aquello andaba más tieso que un pan de munición.
-Haz lo que quieras conmigo. -la escucho susurrarme al oído.
Yo teniendo una guerra entre el deseo sucio y salvaje de empotrarla contra la mesa, que encima no tengo relaciones desde aquella noche en la oficina de la casa, con Stella, o salir corriendo. De pronto, me agarra de la corbata y juguetea un rato. Me desabotona la camisa y empieza a lamerme todo el pecho, bajando, bajando cada vez más. Su mirada está fija en mí. Llega hasta el cinturón y, cuando empieza a desabrocharme el pantalón. Me mira a los ojos.
-Prepárate, Prince. -me advierte, mientras me dedica una sonrisita sexy.
Mi polla dura saltó y me dio una palmada en el estómago. Sus ojos se abrieron cuando lo vio y se mordió el labio de nuevo. Daphne tomó mi polla con su mano suave y muy sensualmente movió su mano hacia arriba y hacia abajo, moviendo mi prepucio hacia atrás. Puso una mano sobre la otra y usó ambas manos para masturbarme. Ni siquiera con las dos manos pudo sostener toda mi polla. Se la metió en su boca caliente y la chupó.
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Forced marriage. (+18)
Teen FictionAnthony Prince, un joven millonario que a sus 26 años, no cree en sentimientos, ni en compromisos. La palabra matrimonio y familia, son conceptos que ni siquiera existen en su mundo. A él solo le importa divertirse con las mujeres, solo sexo... 1-07...