Había pasado dos semanas que estado evitando a Stella durante esos días. Pasé de verla a diario, a verla de lejos. No quería verla, ni sentir el susurro de su voz, quería apartarla como fuera de mi vista, ya que de mi mente no podía sacarla tan fácilmente. Por un momento pasó por mi cabeza desaparecer con cualquier excusa, e irme a España un buen tiempo, me inventaría una excusa para que las personas no se dieran cuenta de mi distanciamiento, pero no podía hacerlo. No era tan fácil como imaginaba.
Mientras rebuscaba en uno de los cajones de mi escritorio en busca de un bolígrafo, me quedé estupefacto por la rapidez con la que Stella había sido capaz de calmar mi mal humor. Cuando llegó a mi oficina, tenía toda la intención de centrarme únicamente en los negocios y dejar de lado el distanciamiento que tenía con Stella.
Pero luego entró en mi oficina. El solo hecho de verla me detuvo en seco. Por mucho que intentara, no podía concentrarme en el asunto que tenía delante. Lejos quedó la idea de poner fin a la parte personal de nuestro acuerdo. Solo podía concentrarme en su rostro seductor y el recuerdo de su cabeza echada hacia atrás con deseo. Y aunque ahora estaba vestida con jeans ajustados y una camiseta negra, no pude evitar imaginar la vista de sus pechos perfectos moldeados en mis manos, que respondían a cada toque.
Tragué saliva.
— ¿A qué vienen tantas prisas? —pregunte.
—Vengo a presentar mi renuncia.
La miro. No sé si lo he oído bien, por lo que pregunto sorprendido: — ¿Qué has dicho? — cuando dijo eso sentí como si hubiese recibido una bofetada.
—Anthony, pienso que lo mejor será tomar distancia, suficiente tenemos para vivir en un mismo techo, no podemos seguir conviviendo hasta en el trabajo. Lo siento, pero para mí es...
—Me niego aceptar tu renuncia. — me aclaré la garganta, — Quiero decir, en estos momentos necesito que todo mi equipo esté completo, si te vas sería como perder un eslabón importante en la cadena y yo te necesito. — le digo con firmeza.
— ¿Qué?
Me puse en pie de un salto y rodeé el escritorio. — Lo que has escuchado. No vas a renunciar. Te necesito.
Sonrió, pero la curva de sus labios no reflejó ningún afecto, sino una burla amarga.
—No me necesitas. Puedes poner un anuncio en el periódico y tener miles de asistentes en fila por la mañana, queriendo trabajar en BMG, todos con mejores notas y referencias que yo, cosas que yo no cumplo con ningún requisito que pides.
—No. No lo entiendes— susurro.
Las cejas de Stella se elevaron, al entender lo que estoy diciendo. Doy dos pasos hasta situarme directamente frente a ella.
Pude ver lo nerviosa que le pone mi cercanía, eso me deja saber que no le soy indiferente y que su cuerpo reacciona al mío.
— Bueno, siendo así. — ella se cruzó de brazos. — Me encargaré de buscarte una asistente.
Se me escapó una sonrisa.
Iba a empezar a caminar, pero la alcancé. Gruñó cuando la tomé del brazo y lo atraje hacia mí. — No están fácil liberarse de mí. — dijo.
Ella tomó aire antes de hablar:
— Eso está por verse. — se excusó y se separó de mí como si mi cercanía la quemara. La observé de reojo mientras cruzaba la habitación hasta quedar lo más lejos de mí.
— Entonces empezaremos desde este momento. — dije.
Ella se humedeció los labios. — ¡De acuerdo!
Ambos sostuvimos unas intensas guerras de miradas, como si quisiéramos sondearnos los pensamientos.
Tras largos e intensos minutos pasaron en pasos de tortuga y alguien tocó con una nerviosa sutileza la puerta de la oficina. Era Daphne. —Perdón por interrumpir, pero estoy lista para discutir el proyecto. Tengo buenas noticias de ello.
Me metí las manos a los bolsillos y asentí para qué pasara.
Miré a Stella quien seguía parada viendo todo. — Stella ya estaba por irse. El día de hoy tiene mucho trabajo, ¿No es así, Stella?
Asintió con la cabeza. — permiso. — dijo y salió de la oficina azotando la puerta. Daphne se sobresaltó por aquella acción que hizo Stella, en ese momento supe que ella se había molestado por la forma en la que la traté, pero si yo quería alejarme de ella, tenía que buscar la manera en el que Stella empieza a odiarme y así estar más alejado del uno al otro.
Daphne me miró un poco confusa. — ¿Han discutido? — preguntó.
Me senté detrás del escritorio y encendí el ordenador, tratando de ignorar su pregunta.
—Es casi la hora de almorzar. — dije.
Pasó un mechón detrás de la oreja. —Sí, supongo. He estado muy ocupada y no me había dado cuenta de la hora que era.
¿A caso dijo que estaba ocupada? ¿Haciendo qué? Si todo el día se pasó viendo revistas de moda, haciendo nada. Pensará que no tengo vigilados a mis empleados. Yo no me la paso fingiendo que trabajo, Yo no solo invierto mi dinero, también mi tiempo y mis ideas.
— ¿Qué te parece si vamos a almorzar juntos? — propuse, ya que no me sentía bien estar en este ambiente.
— ¿Almorzar con Anthony Prince? Con el hombre más exitoso y ocupado del momento.
Rodeé los ojos por aquellas palabras estúpidas. — ¿Aceptas o no?
— Bien. — iré por mi bolso.
Cerré mi ordenador portátil y recogí mis cosas. Mi concentración ya estaba rota, así que mejor sería escapar de aquí.
Después de haber almorzado con Daphne, ella me había invitado a su departamento para tomar una copa y brindar por las buenas ideas que habíamos propuesto, he aceptado a pesar de que había pensado retirarme enseguida; entonces ella me ha dado la mano y dos sonoros besos. — ¡Estoy segura de que la pasaremos genial!
Dijo guiñándome un ojo, lo cual sabía a qué se refería.
Cuando llegamos a su apartamento la asalto en el vestíbulo, necesito quitarme a Stella de la cabeza y si tiene que ser a base de polvos con otra, así lo haré.
Mi asalto la toma por sorpresa y suelta una carcajada. Pese a que Daphne es una mujer alta y fuerte, la cojo en volandas y la siento en el primer mueble que encuentro. Lleva un vestido con rayas azul y blanco que le llega hasta medio muslo.
Ella se abre los botones del vestido y se saca las tetas del sujetador, yo le remango la falda para tener acceso a su sexo. —Rómpelo. — me dice cuando intento bajarle las bragas sin conseguirlo. De un tirón me deshago de él.
Mientras le masajeo el clítoris ella se chupa los dedos para estimularse los pezones, me gusta lo desinhibida que es.
—Por favor, chúpamelo. La altura del mueble me permite estar de rodillas y tener su coño justo delante de la boca, lo que me da acceso para trabajarlo con comodidad.
Ella continúa dándose placer, retorciéndose contra mi boca y, pese a no ser el dulce sabor de Stella, no puedo evitar ponerme muy cachondo.
Antes de correrse, Daphne me empuja contra la pared, me baja los pantalones y hace que me siente en el mueble.
—Mi turno. — me guiña un ojo. Se coloca de rodillas entre mis piernas abiertas y se mete mi polla en la boca, entera, hasta el fondo. En esta posición mis manos tienen acceso a sus pechos. Conozco bien su cuerpo y sé lo sensibles que los tiene. Los agarro, le retuerzo fuerte los pezones para luego acariciárselos con suavidad. Ese gesto la vuelve loca.
Entre más le estimulo las tetas más succiona, más lame y chupa mi miembro. Jadea y la vibración de su garganta es demasiado para mí.
—O te vienes o... — No me deja terminar la frase, como respuesta me absorbe fuerte desde la base a la punta y me corro a lo bestia. Es lo que le gusta hacer, que me corra yo primero, le excita trabajárselo después hasta volver a ponérmela dura.
—Disfruta de momento, cariño, voy a hacer que esa preciosidad vuelva a ponerse dura.
Se sienta sobre mis muslos y, con cara de actriz porno, se chupa los dedos al tiempo que me mete dos a mí en la boca, una mano se la lleva a la vagina y la otra a los pechos. Se masturba para mí, sé que no debo tocarla, ella es la que maneja la situación. Daphne echa la cabeza hacia atrás extasiada y mi polla empieza a cobrar vida, ella la ve y se relame. — Me derretía por estar de nuevo así. — susurra.
Toma mi miembro, se lo introduce poco a poco, cuando ya la tiene toda dentro empieza a moverse despacio, con una cadencia que me vuelve loco. —Ten. — dice agarrándose los pechos para ofrecérmelos.
Les paso la lengua por las areolas, haciéndola sufrir, tentándola. Paso de uno a otro. Daphne cambia de postura adelantando un poco las caderas para que el clítoris se roce contra mí, y apoya las manos en mis muslos para dar velocidad y fuerza a sus embestidas. El movimiento de sus caderas es demencial, me folla a lo bestia, me gusta, lo necesito, pero debo esperar, es ella la que tiene que correrse antes. Por suerte lo hace con dos empujones más y me dejo ir con ella.
Llego a mi apartamento privado un poco exhausto, pero debo prepararme para volver a trabajar, por lo que después de una ducha, cojo el coche para dirigirme de nuevo a BMG, ya es un poco tarde, pero tengo que terminar unos pendientes que quede de entregar a Fred.
Pov' Stella.
Estas maletas, pesan horrible, apenas estoy en medio de las escaleras y ya no quiero nada. Expulsé todo el aire que tenía en mis pulmones. Juro que no vuelvo a ofrecerme en ayudar.
—Stella, cariño. Es mejor que Blend baje las maletas. — habló la mamá de Anthony.
—No, no. Yo puedo bajarlas solas.
Ella se rió y continúo por las escaleras.
Bajamos y, cuando salimos de la casa, Blend rápidamente subió todas las cosas al coche. No me quedo más que ver fijamente a Blend, él tenía la culpa por no haber insistido en ayudar. Solo se quedó parado esperando a que yo hiciera todo. Hombre, tenía que ser.
Miré a Georgia quién se veía muy pensativa.
— ¿Pasa algo? — pregunto, observándola. Independientemente de lo que pasó entre Anthony, la señora Georgia es un amor y no tengo quejas, sin duda es un buen ser humano, todo lo contrario de su hijo.
— Desde muy temprano estuve intentando hablar por teléfono con Anthony, pero no respondió a mis llamadas, me da tristeza no poder despedirme de mi hijo. — vi que sus ojos se cristalizaron. — Estoy segura de que está muy ocupado en sus negocios. Anthony están parecido a su padre, él siempre sea dedicado a la empresa, es como si su vida dependiera de ello. No existió ningún solo día que faltara, él siempre puntual y atento.
La observé mientras ella me contaba.
Me parte el corazón que Anthony no esté aquí despidiéndose de su madre. Desde la hora del almuerzo, él ya no volvió a regresar a la empresa, dejándome a cargo de todos sus pendientes y sobre todo tener que soportar a Jhon Benjamin, no lo tolero más. Es como trabajar doble él. Tuve que dejar varios trabajos a medias, pues la señora Georgia, quería hablar conmigo y darme la sorpresa de que este mismo día partiría a España por asuntos personales.
Sin contestarle tomé sus dos manos con las mías, apretándolas fuertemente.
Sonrió.
— Eres una buena chica para mi hijo. Estoy feliz por qué te encontró. Espero que él nunca te lastime, por qué yo no le perdonaría esa acción.
Mis lágrimas quisieron brotar, pero me aguanté, pues no quería arruinar mi maquillaje. Espero que cuando Georgia se entere de toda la verdad yo esté muy lejos, por qué al final yo también terminaré rompiéndole el corazón por el simple hecho de ser cómplice de Anthony.
— El vuelo sale en treinta minutos, ya nos queda poco tiempo. — escuche la voz de Sophia.
Rápidamente, Georgia me abrazo fuertemente y se subió al coche. Sophia se quedó parada mirándome fijamente.
—Ambos actúan muy bien juntos, que de momentos me olvido que no es real.
Entorné los ojos.
— Ni mencionarlo. Sabes muy bien que tu hermano es un idiota y que jamás va a cambiar por nadie.
Sophia se encogió de hombros. — ¡Lo quiero ver! — se acercó a mí a darme un fuerte abrazo como despedida. — Serás la excepción. — me susurró al oído, antes de salir corriendo y subirse al coche.
Que absurdo es todo esto. Pensé.
Cuando vi que el coche se había alejado, me adentré a la casa y subí a la habitación de Anthony, directamente recoger todas mis pertenencias, a partir de este momento habíamos terminado de aparentar algo que no somos, hasta dentro la casa. Me había fastidiado de compartir habitación con él.
Pov' Dhapne
Hoy era un día muy feliz como para celebrar con un gran champagne y gritarle al mundo lo satisfecha que me encuentro en estos momentos.
Saqué mi móvil y decidí dar mi reporte del día a esa persona que estoy segura de que se emocionará tanto como yo. Sin deseos de esperar, decidí llamar en ese momento.
Primer tono.
Segundo tono.
Así continué hasta que el sonido de su voz emergió al otro lado.
— Lo he conseguido. — digo. Me acerqué a la cómoda, destapé la botella champagne y me serví, continúe hablando. —Justo y como sea planeado. — murmuré, sin poder evitar una gran sonrisa en mi rostro.
— Sabía que tú eras la indicada, y no me equivoqué. — escuche decir del otro lado de la línea.
Agarré mi copa y me bebí de golpe el contenido. — ¡Qué comience la diversión por un buen rato! — dije y colgué la llamada.***********
Eeeeee!!! Aquí un nuevo capítulo ☺️ Gracias a todas esas personitas que me han apoyado hasta el momento ⭐ por enviarme mensajitos y el apoyo que le dan a FM ❣️
Nos vemos en el siguiente capítulo ❤️
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Forced marriage. (+18)
Teen FictionAnthony Prince, un joven millonario que a sus 26 años, no cree en sentimientos, ni en compromisos. La palabra matrimonio y familia, son conceptos que ni siquiera existen en su mundo. A él solo le importa divertirse con las mujeres, solo sexo... 1-07...