Si estuviera en una peli de Matrix solo me faltaría la gabardina larga y prescindir del paraguas... pero con esta lluvia solo Neo se anima a salir sin él.
Me citaron frente al anuncio amarillo, esa fue la consigna porque saben que no sé japonés. Pero me siento deslumbrado por la torpeadera de publicidad. Malhaya el día que decidí estudiar filosofía en lugar de marketing. Ahora me estaría hartando de ideas, aunque bien pensado, sin entender lo que dicen estos anuncios, no sabría cómo inspirarme.Después del almuerzo, y luego de una inclinación, Hipo me pasó una invitación para cenar con el grupo la ultima noche en Tokio. Pero doy vuelta que te vuelta y no veo a ninguno de mis colegas. Entre tanta luz ya no estoy seguro de si el letrero clave es el de mi izquierda o si hay otro que no alcanzo a vislumbrar.
La lluvia cesa y, como si fuera al contrario, veo que hay menos personas que hace unos minutos cuando llegué y la lluvia era una cortina húmeda.
Ahora que lo pienso, no sé como voy a reconocer a Hipo en este ambiente. Hemos compartido una semana en un habitáculo de una luz blanca inclemente y, ahora en la penumbra con todos los colores habidos y por haber reflejándose por todos lados, los rostros se distorsionan y me entra una inseguridad que no sentía desde mi niñez, solo superada en la pubertad y después de ciento doce sesiones con la psicóloga.
Veo el reloj y han pasado quince minutos de la hora establecida para la junta en este sitio.
Al levantar la vista la calle está vacía. No me lo creo y empiezo a girar como trompo comprobando que mis ojos no me mienten y que en efecto, la calle está vacía. Cierro los ojos y espero que el mareo me pase, al abrirlos tengo a Hipo frente a mí.
Si no fuera porque naturalmente tiene los ojos entornados, creería que me mira con cara de "y a este que le pasa". Sonrío y estoy por darle un abrazo por sacarme de un lapsus de pánico cuando se inclina hacia mí, como solo ellos saben hacerlo, y me hace señas para que lo siga.
Nuevamente la calle está transitada por paraguas andantes y sigo a Hipo, deseando que llegue el mañana que me llevara de regreso a mis montañas islandesas y lejos de este mar de luz, color y ceremonias.