UN ENIGMA VIAJA A PARÍS

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(Maletín/foto besándose )
En el viaje de vuelta, Luc se dispuso a dormir mientras aún faltaba un buen tramo para llegar a la estación de Paris Norte.
Había tomado el último tren de ese día para estar a tiempo en la primera reunión del lunes. Su secretaria le había llamado justo a tiempo para que consiguiera el boleto. Ahora, maldecía el momento en que había tomado la llamada. Habría podido justificar su ausencia. Pero bueno, tampoco es que tuviera muchas ganas de seguir en la casa de su hermana y su cuñado. Ya suficiente había aguantado dos días del fanfarroneo de él y la sumisión de ella, aunque esas escapadas al pequeño bosque habían valido el aguante.
Antes de partir, la vecina de su hermana se había hecho una foto con él y se la había enviado a su celular. Lo último que vio antes de caer dormido fue la foto, y se preguntó en qué pensaba ella en ese momento cuando él estaba en otro mundo besándola.
  Un jalón brusco lo despertó. Aún era noche cerrada.
Las luces del vagón iban apagadas y apenas lograba ver a su alrededor. Cerró los ojos y volvió a quedarse dormido.  Despertó  sintiéndose relajado. ¿Cuánto  había dormido? Ni idea. Pero al ver por la ventana descubrió un amanecer espléndido y otoñal. Un escalofrío  recorrió su espalda en sintonía con el frío que se percibía fuera.
Se desperezó y estiró el cuello para ver quiénes de sus  compañeros de viaje iban dormidos aún.
Al principio creyó que era una coincidencia, pero luego de que pasara más de media hora, no pudo con la curiosidad. Se levantó y caminó por el pasillo en buscar de los viajeros que habían abordado con él, pero lo único que encontró fue un maletín en la parte baja del asiento frente al suyo. Por lo demás, él era el único pasajero en todo el vagón.
Ojeó en los contiguos pero no vio movimientos de vida. El tren seguía su marcha y el tablero anunciaba la llegada a la hora estipulada.
Nada más.
La curiosidad dio paso a una especie de temor.
Como lo que quedaba era curiosear más, Luc tomó el maletín.
Para su sorpresa lo único que encontró fue un trozo de papel que tenía una inscripción que decía: Si usted ha leído esta nota, será el último en hacerlo. ¡Pero qué rayos es esto! dijo Luc en voz alta.  Miró a su alrededor para comprobar si alguien le estaba jugando una broma, pero seguía siendo el único en el vagón. Vagón que vibraba por la velocidad que Luc pensó no era normal. De repente el tren frenó e impulsó a Luc hacia adelante haciéndolo caer al suelo y golpearse la cabeza con la parte baja de un asiento. Luc perdió el conocimiento.
Al volver en sí, la luz lo cegaba obligándolo a entornar los ojos hasta que todo se hizo normal y la luz tolerable. Los rostros a su alrededor hablaban pero él no escuchaba lo que decían. Un zumbido constante en sus oídos y un martilleo en su cabeza magnificaban el murmullo de las voces.
Cuando por fin su vista y sus oídos se normalizaron, vio los rostros de los pasajeros que le sonreían como muestra de alivio porque por fin su semblante les decía que se estaba recuperando.
Luc los observó y uno de ellos le llamó la atención. Tenía aferrado en el pecho el maletín que él había encontrado debajo del asiento. Le sonría a la vez que le hacía una señal con el puño y el pulgar hacia arriba como consigna de... Luc no tenía idea, pero el hombre, joven y trajeado, sin duda le estaba dando las gracias por algo.
Dos hombres le agarraron por los brazos para levantarlo. Justo en el momento en que el tren llegaba a su destino. Así como antes juntos estaban alrededor de Luc, así de rápido se disolvió el grupo y todos bajaron presurosos, como si el evento de Luc los hubiera retrasado.
Luc bajó del tren sintiéndose algo aturdido. Cuando salió de la estación divisó al hombre que llevaba el maletín del tren. ¡Oiga!, le gritó Luc.
No pensaba quedarse con la curiosidad que parecía ser el único en tenerla.
Pero cuando el hombre volvió la vista en plena media calle, un auto lo arrolló.
Luc se quedó paralizado.
Entonces, de golpe recordó la nota encontrada dentro del maletín: Si usted ha leído esta nota, será el último en hacerlo. De lo más absurdo, pensó, y, sin embargo, el seguía vivo y el desconocido estaba muerto.
Su celular sonó.
Cuando vio la pantalla ahí estaba la foto de él y la vecina besándose.
¿Cómo  había llegado a la pantalla de inicio?

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