Aprendiendo a Amar
Transcurrieron dos semanas desde la primera vez que vi a Stacy frente a mí. En los días posteriores a nuestro primer encuentro, ella fue a mi hogar a tomar clases de guitarra.Un día después de salir de la escuela, más temprano de lo común, recordé el nombre de la escuela primaria a la que asistía Stacy. Así que me subí en mi skateboard y emprendí un viaje en dirección a la «Escuela Primaria del Norte».
Alguna vez tuve un pequeño paseo en mi skateboard. Recordé que había transitado por la calle en la que estaba esa escuela.
Fue un viaje de unos pocos minutos. Al llegar me detuve del otro lado de la calle enfrente de la institución.
Miré hacia la escuela como buscando algo. El tono de un timbre electrónico retumbó en el interior de la escuela. Los estudiantes comenzaron a salir, algunos se alejaron en bicicletas, algunos en patinetas, otros los vinieron a buscar sus padres y unos muy pocos abandonaron el lugar caminando.
Logré ver una hermosa carita entre la multitud:
«Stacy», susurré.
Ella estaba con otras chicas. Supuse que eran amigas o compañeras. Una a una sus amigas se despidieron hasta que solo quedó ella mirando en todas direcciones como esperando a alguien. Me subí en mi skateboard e hice un movimiento para atraer su atención con ingenio. Ella giró su cabeza hacia mí, solo como reflejo, pero al identificarme se acercó corriendo hacia mí con una sonrisa en sus labios.
—Hola, ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó asombrada.
—Solo pasaba por aquí —mentí. Perfectamente sabía por qué estaba allí.
—¿Esperas a alguien? —pregunté.
—Sí, espero a mi madre —en su voz se podía notar el desasosiego.
—Tal parece que tu madre no está aquí —agregué.
—No lo había notado —dijo sarcásticamente.
—Si quieres te puedes ir conmigo —proseguí.
—¿Alguna vez has practicado skateboarding? —pregunté.
—Nunca antes me he subido en esas cosas —dijo, intentado evadir la tabla con ruedas.
—Siempre es tiempo de aprender algo nuevo —dije.
Me bajé de la tabla, me quité el casco de seguridad y se lo coloqué a ella. Tomé su mano y la invité a subirse. Antes le enseñé pequeños trucos para controlar la tabla.
—¡No! ¿Qué haces? ¡Me da miedo! ¿Y si me caigo? —ella estaba muy asustada.
—No te ocurrirá nada —traté de tranquilizarla.
—¡Aquí vamos! —mi voz empeoró las cosas.
Comencé a darle impulso a la tabla para lograr que entrara en movimiento (obviamente), Stacy estaba muy asustada. En ocasiones gritó hasta el límite de llorar. El tortuoso paseo para Stacy terminó. Llegamos a nuestro vecindario. Ella se bajó de la tabla.
—¡Te odio! —dijo enojada.
Me eché a reír. Ella sonrió.
«Yo sabía que ella no estaba enojada, solo estaba asustada».
—¿Y qué tal si hoy voy yo a tu casa? —le pregunté.
—¡Está bien! Te enseño mi casa para que mires en qué lugar podemos practicar —me tomó de la mano y caminamos a su casa.
La madre de Stacy estaba en la cocina. Se sorprendió con la llegada de Stacy:
—Hola, hija ¡perdón! Me olvide completamente de pasar por ti a la escuela —dijo la madre de Stacy.
—Si no me dices, no me doy cuenta —dijo Stacy utilizando su tono de voz sarcástico. No pude contener la risa.
La madre de Stacy me miró y le preguntó a Stacy:
—Hija y él... ¿Quién es?
—Él es con quien llegué a casa. El vecino. Él es Breiner —dijo Stacy.
—Entonces él es El Famoso Breiner —agregó la madre de Stacy.
— ¡Mamá! —Stacy se sonrojó. También estaba avergonzada.
«¿Famoso?», me pregunté. Fue una situación muy embarazosa.
—Mamá, ¿Crees que Breiner pueda venir a casa al atardecer?
—¡Claro! —dijo la madre de Stacy.
—¡Gracias ma'! —Stacy.
Una niña apareció en la sala, no pude evitar preguntar quién era:
—¿Quién es ella? —le pregunté a Stacy.
—Ella es Ally, mi hermanita —Stacy.
«Era la misma niña que jugaba con Stacy Bajo la lluvia aquel día».
Me despedí de Stacy, de su madre y de la pequeña Ally. Me marché a casa. Como todos los días hice mis tareas escolares.
Aquel día al igual que casi todos los días del año 2010, estuvo plagado de tinieblas. Miré en más de una ocasión al reloj colgado encima de la chimenea para saber si era hora de ir con Stacy.
ESTÁS LEYENDO
Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...