Corazones Fríos
El invierno se acercaba, se podía oler en el aire. Las frías corrientes de aire que soplaban eran prueba de ello.
En una tarde de un gris viernes, Stacy llegó a mi casa con lágrimas en los ojos.
—¿Qué te ocurre? —pregunté intrigado.
Stacy me miró y no dijo nada, insistí:
—¡Por favor! ¡Cuéntame que te ocurre!
Por más que insistí no logré que me dijera una sola palabra, ella sólo lloraba, me pidió que la abrazara y nunca la soltara.
—¿Tú me olvidarás? —preguntó.
—¿Por qué la pregunta?
—¡Sólo responde! —en su mirada se podía notar el desasosiego.
—¡Amor! —dije mientras tenía mi mirada perdida en la suya —desde el primer día que te vi no pude sacarte de mi mente, y ahora que finalmente estamos juntos no puedo sacarte de mi corazón. ¿Por qué me preguntas eso? Yo nunca te olvidare.
La abracé más fuerte y la besé en la frente.
—¿Lo prometes? —preguntó con mucha ternura.
—¡Lo prometo!
—¿Y qué pasaría si me marchara a otro lugar? —preguntó paulatinamente con la caída de una lágrima a su mejilla.
—¿Y por qué te irías a otro lugar?
Stacy guardó silencio y me miró con esos ojitos que claramente guardaban un secreto.
—¿Qué sucede? ¿Hay algo que no quieras contarme?
Me miró y dijo:
—Esta tarde me he enterado que mi familia no pasara la navidad aquí.
—Me harás mucha falta, pero nos veremos el año próximo —dije intentando consolarla.
Stacy me miró y comenzó a llorar, guardó silencio por un largo rato en el que sólo se podían escuchar sus lágrimas caer al piso.
—Mi familia se mudará a otra ciudad cuando mi horario escolar finalice —dijo sin vacilar— esto a causa del trabajo de papá, en realidad no es la primera vez que esto ocurre.
Sus lágrimas contagiaron mis ojos, nos abrazamos muy fuerte. Nuestras lágrimas contagiaron al firmamento, el rumor de que el invierno se acercaba se confirmó.
Intenté ser fuerte. En mi intento conseguí que lágrimas silenciosas intentaran dejar escapar los gritos del demonio que llevaba adentro de mí.
Afuera caía una fuerte borrasca, pensé que a Stacy le preocuparía, pero sólo tenía la mirada vacía como si no le importara nada. Cada vez que retumbaba la onda sonora emitida por los relámpagos, ella me abrazaba aún más fuerte.
—Tal parece que la lluvia no se detendrá —agregué, no escuché ningún comentario.
Guardé silencio, la abracé más fuerte y simplemente aprecié cada suspiro de aire que tomaba, sentir la sensación de su corazón latir al lado del mío era algo mágico.
—¿Y a dónde te vas? —estúpidamente pregunté.
No escuché ni una palabra de Stacy, la miré, sus ojos se habían cerrado. En ese momento la noche ya era muy oscura y la lluvia continuaba precipitándose cada vez más fuerte. Hice lo más inteligente que se me ocurrió.
Tomé a Stacy en mis brazos, subí las escaleras con ella y la llevé a la habitación en la que se quedaba mi hermana cuando venía a casa.
La acosté en la cama, la abrigué, la besé en la frente deseándole buenas noches, encendí la calefacción de la habitación, apagué la luz, pero dejé una pequeña lámpara encendida en caso de que Stacy despertara. Antes de cerrar la puerta y abandonar la habitación, la miré y susurré: «Deseo que nunca te vayas de mi lado.»
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Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...