¡Hasta Pronto!
El día de decir adiós había llegado. Recuerdo con detalles el día que mi corazón se rompió. Recuerdo muy bien el paisaje de aquel día. Un día frío, el cielo estaba plagado de nubes grises y oscuras. Un día de corazones rotos y melancólicas melodías que provenían desde lo profundo de nuestras almas.
La noche anterior a nuestra despedida no pude dormir bien. Mi sangre se había congelado, pero no a causa del invierno, sino porque mi corazón se había detenido. Aquel insoportable frío no me dejo dormir.
Muy temprano en la mañana desperté por el ruido que provocó un camión al rechinar sus pesadas ruedas en el asfalto. Me levanté de la cama y eché un vistazo por la ventana. Era hora de decir adiós.
Me cambié la ropa. Apenas salí de mi habitación fui directo a casa de Stacy. Había un par de hombres moviendo cajas y cosas desde el interior de la casa al camión. En la estancia estaban los padres de Stacy coordinando a los hombres que cargaban las pesadas cajas, subí por las escaleras y caminé con pasos cortos hasta la habitación de Stacy. La puerta estaba abierta, ella estaba sentada en la cama con la pequeña Ally, toqué la puerta, giró la cabeza, al verme saltó a mis brazos, no pude evitar dejar escapar una lágrima. En ese momento debía ser fuerte para Stacy, no quería que ella también llorara. En un intento por desviar las lágrimas pregunté:
—¿Crees que Ally me recuerde cuando crezca?
—Yo te recordaré por siempre —dijo mirándome a los ojos.
—¿Te volveré a ver algún día? —pregunté esforzando mi voz.
Stacy no dijo nada, simplemente me atrapó en sus brazos. Luego tomó un pedazo de papel y anotó algo.
—Esta es mi dirección de E-Mail, así estaremos en contacto.
Tomé el papel y lo guardé en mi bolsillo. Ya todo estaba en el interior del camión. Stacy y su familia le seguirían el paso en el automóvil. Me despedí de los padres de Stacy, acaricié con ternura las mejillas de Ally, por último, pero no menos importante mi otra mitad. Stacy estaba parada junto al automóvil, toda su familia estaba en el interior del vehículo, extendió sus brazos para darme un brazo, nos abrazamos lo más fuerte que pudimos. En ese momento fue imposible retener los sentimientos.
Stacy tenía una lágrima deambulando por su mejilla, pasé mi dedo con mucha ternura para limpiar la gota del mar muerto, la miré por última vez a los ojos y le dije tratando de consolarla: «ríe cuando estés triste, llorar es demasiado fácil.»
Saqué de mi bolsillo una carta para Stacy, al entregársela recibí un último beso que contenía un sabor característico del mar muerto.
—¡Te amo! —fue lo último que nos dijimos.
El motor del vehículo se puso en marcha, nos abrazamos por última vez antes de ser separados, Stacy subió al vehículo, las ruedas giraron. La razón de mi vida comenzó a alejarse. Stacy agitó su mano detrás de la ventanilla trasera del automóvil empañada por sus sentimientos. Agité mi brazo al aire queriendo decir:
«¡Hasta pronto!»
Ríe cuando estés triste, llorar es demasiado fácil. —Marilyn Monroe
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Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...