«Aún recuerdo la sensación de la arena al contacto con mi piel, el sonido de las olas, imposible no pensar en esa mirada que se perdía en el horizonte. Y claro, el tórrido sol que arremetía contra la playa y la piel de los visitantes».
Cuando la oscuridad comenzaba a apoderarse de la playa, Stacy y yo estábamos sentados en la orilla tomados de la mano con los pies enterrados en la arena contemplando los débiles rayos de luz que provenían del moribundo sol. Maileth se ubicó detrás de nosotros e inmortalizó el momento capturándolo en una fotografía. Solo nos percatamos de su presencia cuando escuchamos el sonido que emitió la cámara digital.
«No fue sumamente necesario que el momento fuese capturado en una fotografía. Ese día quedó grabado en mi memoria y en mi corazón para la eternidad».
Al día siguiente sería 17 de junio del verano de 2011 (el día de mi cumpleaños). Mis padres nunca me organizaron una fiesta de cumpleaños. Únicamente me hacían una pequeña celebración en familia, con dulces, una torta y regalos. A causa de que yo no tenía amigos nunca consideraron organizar una fiesta de cumpleaños para mí.
En ese cumpleaños el único regalo que quería era a Stacy. El regalo que me había obsequiado el universo. Y la única fiesta que deseaba. Era la que sentía en mi panza.
Cuando llegamos de la playa. En el hostal, Maileth se acercó a Stacy y le susurró algo al oído, Stacy volteó a mirarme con una sonrisa en sus labios. Claramente estaban tramando algo.El sol del caribe dijo «hola» dando inicio así a un nuevo día de verano en la playa.¿Qué se traería entre manos mi familia en el día de mi cumpleaños? Apenas abrí los ojos vi a Stacy frente a mí.
—¡Buenos días! —dijo con mucho entusiasmo e igualmente con una tonalidad de voz suave.
Me dio un beso en la frente:
—¡Feliz Cumpleaños! ¡Te quiero mucho!
—¡Gracias! —dije entre dormido.
Quise continuar durmiendo, pero mi familia entró a la pequeña habitación y terminó por despertarme:
—¡Feliz cumpleaños! —gritaron Maileth y mis padres.
Pensaras que esos días me encantaban. Pero en realidad son los días que más recuerdo odiar. Mi familia nunca fue de esas familias que se la pasan abrasándose y dándose besos. Recibir tantos abrazos de parte de mi familia en un único día era algo extraño. No faltaba mi hermana que me hablaba como si fuese un niño de tres años.
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Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...