Capítulo 41

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Posteriormente me fui a dormir a mi habitación.Al día siguiente extrañamente desperté temprano por la mañana. Mi madre preparó el desayuno y me dijo:


—Es algo tarde, despierta a tu amiguita.


Al entrar en la habitación y ver a Stacy, me dio pesar despertarla. Ella tenía aspecto de angelito. No sé cómo lo hacía. Yo me duermo y a la mañana siguiente despierto envuelto entre las cobijas y casi medio muerto.


—¡Stacy! ¡Cariño! ¡Stacy! ¡Mi vida! ¡Despierta! —dije en una tonalidad ligera.


Después de un largo tiempo de insistir finalmente abrió sus ojitos.


—¿Dónde estoy? —preguntó.


—Estás en mi casa.


—¿Qué estoy haciendo aquí?


—Ayer llovió toda la noche y te quedaste dormida aquí. Es una larga historia.


Stacy aún trataba de asumir lo que ocurría.


—Recuerdo algo.


Stacy saltó a mis brazos:


—¡No me dejes ir! —dijo con la voz entre cortada y turbia.


—¡Claro que no te dejaré ir! —dije mientras jugaba con su cabello.


—Me voy a casa —dijo— mi madre tiene que estar preocupada por mí.


—¿No desayunaras antes de irte? —pregunté.


—¿Cocinaste tú? —preguntó riendo.


—¡No!


—¡Entonces sí! —dijo riendo.


«Esos son los momentos que más recuerdo con Stacy. Hasta en los momentos más tristes buscábamos la forma de hacer reír al otro. Aún sin darnos cuenta.»


Nos sentamos en la mesa juntos a desayunar. Por fortuna mamá sabía cocinar muy bien. Aún recuerdo el olor que emitía la cocina cada vez que mi madre cocinaba.


Tok...tok, alguien tocó la puerta, mi madre abrió, era la madre de Stacy.


—¡Hola mamá! —la voz de Stacy sonó muy pesimista.


Mi madre invitó a pasar a la madre de Stacy.


—¡Hola hija! —dijo la madre de Stacy.


Pensé que la madre de Stacy se quedaría por un largo tiempo, pero sólo se aseguró que Stacy estuviera bien y posteriormente se retiró.


Desayunábamos en calma y en silencio, hasta el momento en que yo pregunté.


—¿Y a dónde te vas? —pregunté a Stacy. No quería tratar ese tema, pero debía afrontar la realidad.


—Nos vamos a la capital del país. A Bogotá —respondió mi pregunta y luego tomó una aptitud taciturna.


—Te voy a extrañar mucho —quería preguntar el día de su partida, pero preferí no traer sentimientos nostálgicos a la mesa.

Sentimientos entre tinta y papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora