¡Hola!
Los últimos seis meses para mí, en la Escuela Secundaria habían comenzado. Me sentí un poco melancólico al saber que esos eran mis últimos días en la secundaria. Había vivido tantos momentos en ese lugar, tantas historias por contar, año tras año una clase diferente a la anterior, compañeros diferentes, algunos ya conocidos y solo logré construir una amistad para toda la vida; mi única amiga «La soledad».
Recuerdo muy bien ese primer día de clases después de las vacaciones de verano. Apenas puse un pie en la escuela, busqué con mucha ansiedad un rostro conocido. Subí las escaleras, en la cima me esperaba Sophia con sus brazos extendidos y una sonrisa en sus labios, apenas la vi Sonreí, subí con mucha prisa los escalones. La besé en la mejilla y la apresé en mis brazos.
—¡He estado esperándote desde que llegué! —dijo Sophia.
—¡Ya estoy aquí!
—¡Vamos! —dijo Sophia, me tomó de la mano y nos fuimos a nuestra aula de clases.
Estábamos de vuelta en el microclima de la clase ciento doce. Me senté en el mismo lugar de siempre. La mayoría de los estudiantes se encontraban en el aula, algunos holgazaneaban en los pasillos. Supuse que David estaba afuera porque su mochila estaba en una silla.
Busqué entre mis pertenencias y saqué los retratos que había hecho para Sophia.
—¡Mira! —dije para llamar la atención de Sophia.
Ella se quedó algo asombrada, tomó las hojas de papel en sus manos, observó minuciosamente los dibujos, se mordió los labios.
—¡Gracias!
—¿De dónde sacaste las fotos para pintar esto? —preguntó ella.
—¡Por ahí! —dije.
Ella sonrió, se levantó de la silla, pasó su mano por mi cabello y acercó sus labios a los míos.
«¿Sabes? Lo máximo que esperaba que hiciera Sophia, era que me diera las gracias o que me diera un beso en la mejilla, pero eso estuvo mucho mejor».
Las cosas marchaban muy bien. Me sentía feliz con Sophia. Mi pasado se estaba convirtiendo en simplemente eso, pasado. Pero hasta en el paraíso hay problemas. Un día mi mundo se llenó de incertidumbre. Un día después que acabó la hora del descanso, regresé a nuestra clase sin Sophia, subí las escaleras junto con una multitud, entre la multitud estaba Alina, mi rostro de felicidad me delató.
—¡Yo sé cuál es el motivo de tu felicidad! —dijo Alina.
—¿Quién? —yo sabía perfectamente la razón de mi felicidad.
—Sophia —afirmó Alina nada sorprendida.
—¡Sí! —quise gritarlo al viento.
—Ella es una chica muy bonita, pero ten cuidado, ella no es quien tú piensas —dijo Alina tratando de guardar discreción.
Alina se alejó, no pude preguntarle por qué decía aquellas cosas de Sophia. Traté de no darle importancia. Fue una situación muy extraña, anteriormente Alina me había dicho: «no te enamores de ella».
En aquel momento pensé que ella lo decía tratando de proteger a su amiga, pero en realidad no eran tan amigas.
Yo estaba muy enamorado de Sophia como para que alguien lograra cambiar mis sentimientos por ella utilizando solo palabras.
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Sentimientos entre tinta y papel.
Любовные романыSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...