Para mi fortuna el padre de Stacy había salido. La madre de Stacy estaba sentada en el sofá junto con la pequeña Ally, veían unos álbumes de fotos, supuse que eran familiares, me acerqué a mirar. Había cientos de fotos, entre ellas muchísimas de Stacy.
Al parecer la madre de Stacy era una fotógrafa aficionada porque tenía muchas fotografías, tanto del pasado como del presente. La fotografía que más logró captar mi atención fue una de Stacy tomada cuando era una niña. En la fotografía ella tenía las manos apoyadas en las mejillas, la cabeza inclinada unos treinta grados a la izquierda, una gran sonrisa y un cabello radiante.
Detrás de ella se podía observar una ventana de cristal de esas que hoy en día son obsoletas. Otra fotografía que captó mi atención fue una que por el aspecto visual que Stacy tenía se podía decir que había sido tomada recientemente.
Ya que la fotografía fue tomada muy cerca de su rostro, se podía contemplar la belleza de sus ojos, su sonrisa irradiaba luz, un mechón de su cabello se cruzaba frente a su ojo izquierdo, pero por el ángulo de la cámara el ojo no era eclipsado. La fotografía era en blanco y negro, pero fácilmente se podía deducir que había sido manipula digitalmente para lograr esos tonos. Aunque la fotografía solo tenía grises, Stacy le daba color.
—Podría quedarme con esta fotografía —le pregunté a la madre de Stacy. No fue nada fácil convencer a la madre de Stacy para que me obsequiara la fotografía, pero después de insistir e insistir lo logré.
Escuché unos pasos que provenían de la escalera, giré la cabeza entorno a la fuente del sonido. Era Stacy que al parecer estaba lista, se acercó deprisa adonde estábamos su madre, Ally y yo.
—¡Mamá! ¿Por qué eres así? —refunfuñó.
Stacy intentó guardar las fotografías. Tomé una de las fotografías y dije entre risas:—¡En esta te vez muy linda!
Stacy sonrió y dejó de guardar las fotografías.
—Ya podemos irnos —dijo.
—Aguarda, aún es temprano, déjame ver un par de fotografías más —dije mientras me reía.
—Vámonos ahora o no iré a ningún lugar contigo —dijo Stacy enojada y ponderada.
—¡Vámonos! Que ya es algo tarde —dije.
«No sé por qué a Stacy le enojaba que viera sus fotos, intenté hallar por lo menos una fotografía en la que ella no se viera radiante, pero fue imposible».
Caminamos dos calles tomados de la mano hasta la heladería. Fue una tarde especial, deleitamos miles de sabores; el sabor de la felicidad, los labios del otro mezclados con ice cream. Las tiernas miraditas no se hicieron de esperar. Cuando salimos de la heladería no había oscurecido, pero faltaba poco tiempo para el crepúsculo.
—Te quiero mostrar un lugar —dije a Stacy.
—¡Está bien!
—Pero está un poco alejado de la ciudad —agregué.
—¡Aún es temprano! —dijo.
—Tienes razón.
Subimos a un taxi y fuimos hasta el lugar.
ESTÁS LEYENDO
Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...