Capítulo 55

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Demonios del tiempo


El verano es la época del año en la que más recuerdo los viejos tiempos. Todos los veranos anteriores esperé a alguien que jamás llegó. Después de tanto tiempo de esperar comencé a olvidar lo ya vivido.


Mi habitación se había convertido en mi estudio musical durante años, en esos días de verano no sería la excepción. Saqué de mi mesa de noche una libreta, ya estaba un poco ajada por el paso del tiempo. La había adquirido hacía mucho tiempo. Pese a que estaba desgastada, lo que llevaba en sus páginas estaba como si lo hubiese escrito ayer. Pasé página tras página. Eché un vistazo a mis primeras creaciones musicales, pasé las hojas hasta que encontré un espacio en blanco para escribir. 


Coloqué un bolígrafo en medio de la libreta, tomé mi guitarra, puse mis dedos en las cuerdas e inicié a escribir una melodía para mi nuevo romance.

Traté de poner mis sentimientos en las cuerdas, pero solo logré evocar mis primeros pasos aprendiendo a tocar la guitarra.


En aquella tarde de principios del año 2011, logré crear una canción con tan solo sentimientos en mis dedos. En esa tarde en la que componía una melodía para mi nuevo romance, el instrumento me parecía un completo desconocido, como si fuese la primera vez que tocaba las cuerdas del instrumento.


«¡Quizá mañana!», Murmuré con un poco de tristeza. Guardé la guitarra.


En la mañana del día siguiente desperté cuando el sol aún no brillaba. Se podía ver cómo la noche desaparecía. Abrí la ventana de la habitación. En el aire había un poco de frío, me senté con la guitarra junto a la ventana. No abrí las páginas de la libreta, quizá así me sentiría más libre. No salió nada de las cuerdas del instrumento, ni mucho menos un sonido vago de mis cuerdas vocales. Simplemente volví a dormir.


Cuando Stacy se marchó no volví a pintar nada con la pintura de óleo. Alguna vez dibujé un garabato o un personaje animé, pero nada como aquella pintura que pinté en honor de Stacy.Ese día cuando desperté decidí que era hora de retomar mi arte. Antes de ir a desayunar, saqué el caballete de trípode del armario, lo puse junto a la ventana, abrí la mesa plegable, y sobre ella coloqué el juego de arte.


Necesitaba una idea para pintar. Bajé al estudio, me senté delante de la computadora e hice una búsqueda en el navegador web utilizando el nombre completo de Sophia. En alguna red social hallé tres fotografías de ella, imprimí las fotografías. Después de desayunar subí a mi taller de arte (mi habitación).


Fue muy extraño que solo hallara tres fotografías de Sophia, ya que ella se la pasaba todo el día con el teléfono en la mano capturando su esencia. Algunas veces los profesores le decomisaron el teléfono, a ella parecía no importarle nada.

Sentimientos entre tinta y papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora