Capítulo 53

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Una tarde regresábamos de la escuela en el autobús escolar. Ella y yo nos sentamos en asientos cerca al otro, vi el reflejo de Stacy en la ventana de cristal del autobús.


—¡creo que nunca más volveré a enamorarme! —murmuré mientras retiraba mi vista de la ventana.


Sophia devolvió la mirada para decir:


—¡Que lindo lo que dices! —pasó su mano por mi cabello en una tierna intención de despeinarme, se acercó un poco más a mí y me abrazo hasta tal punto en el que sentía los latidos de su corazón.


Cuando la ruta del autobús llegaba hasta el vecindario de Sophia yo regresaba a solas a casa. Al pasar por la acera y mirar a la casa en la que había vivido Stacy Steventh, era muy difícil no evocar mis demonios. Cuando Stacy y su familia se fueron al sur, una semana después otra nueva familia se instaló en aquella casa. Nunca tuve ningún tipo de contacto con ellos, ni siquiera los conocí, simplemente se convirtieron en otros miembros de la soledad de la calle 12ª.


Cuando volvía a casa y veía la guitarra colgada en la pared era imposible no pensar en Stacy.Con todas las canciones que le escribí a Stacy podría escribir un libro utilizando nada más que las letras de las canciones.


Al regresar de la escuela me quedaba en mi habitación dibujando garabatos junto a la ventana sobre una mesa plegable. En esa misma mesa escribí más de una canción para Stacy. A veces mientras llovía, en el verano, e incluso cuando la luna me miraba de frente.


A pesar de que con Sophia me pasaba algo, yo no podía olvidar a la única chica que había dejado una huella en mis labios. Por las noches no podía dormir a causa de las pesadillas, me quedaba acostado en la cama con los ojos pegados en el techo.


«¿Quién es Stacy?» murmuraba.


«¡No es nadie!» respondía. Me había convertido en un experto de los ensayos en soliloquio.


«Es la chica que está atrapada en mí» agregaba mi corazón.


«Es la razón por la cual brotan lágrimas de mí» decían mis ojos.


«Es la razón por la que no puedo pensar» decía mi cabeza.


«Es mi otra mitad» decía mi alma.


«En mi verdadero amor» murmuraba yo.


A pesar de que la adolescente Sophia estaba enfrente de mis ojos casi todo el tiempo, Stacy era la chica que estaba en mí. Ella nunca se fue.


Lo que viví con Sophia fue algo nuevo y especial, o eso creo. En las clases yo no paraba de mirarla. Cuando ella volvía la mirada, yo la desviaba. Entonces la miraba de reojo, podía ver que ella sonreía.


El verano se acercaba. Cuando las vacaciones comenzaran no volvería a ver a Sophia por un tiempo. Había llegado el momento de decirle a Sophia lo que sentía por ella. Podía hacer como todo el mundo y contarle a Sophia lo que sentía por ella a través de una red social, o quizá llamarla por teléfono. Decir algo a través de mensajería instantánea es algo muy normal. Decidí escribirle una carta.


«Aún recuerdo su número telefónico. Nunca la llamé».

Sentimientos entre tinta y papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora