Desperté envuelto entre las cobijas de la cama. Aún con el uniforme de la escuela puesto. Se podía escuchar un crujido en el tejado y otro más suave en la ventana de cristal de la habitación. No podía ver nada, únicamente una inmensa oscuridad.
Me dispuse a levantarme de la cama. Después de un largo rato luchando por liberarme de las cobijas, logré ponerme de pie. Aunque no podía ver absolutamente nada, caminé en dirección adonde suponía estaba la ventana.
«He vivido toda mi vida en casa de mis padres. Podría caminar por cualquier lugar de ella con los ojos cerrados».
Corrí la cortina de la ventana. De inmediato, la lúgubres de la habitación se escabulló en las sombras. Con los ojos entreabiertos y la mirada turbia, miré hacia lo profundo del firmamento. A causa de que la luna había convertido la noche en día la luz de las estrellas distantes no podía ser divisada, las únicas visibles eran las más brillantes, entre ellas la constelación de Orión.Clavé la mirada en las pocas estrellas de Orión buscando una mirada, solo logré evocar mi demonio del tiempo «El pasado». Recordé aquella lejana noche en la que Stacy me había enseñado que las estrellas no pueden ser enumeradas.
Para cuando volví la mirada del pasado al cielo, la luna y las pocas estrellas ya habían desaparecido detrás de la gran oscuridad que acechaba al cielo. El viento comenzó a soplar más y más fuerte. Una gota de agua cayó en el cristal de la ventana, se deslizó y luego la calle ya estaba inundada de ellas.
Cerré la cortina y volví a la cama. Pero antes me quité el incómodo traje que traía puesto.En aquel momento sentía tantas cosas como para poder dormir en paz. Me levanté de la cama, fui hasta la mesa plegable junto a la ventana. Busqué una hoja de papel y un bolígrafo. Me senté junto a la ventana a escribir una carta para notificarle a Sophia lo que sentía por ella en aquel momento. Escribí una última carta bajo la luz de los relámpagos que traía la borrasca. La carta contenía muchos pensamientos lúgubres.
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Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...