En un día normal en la escuela, Stacy se sentó en otro lugar junto a un chico que en toda la clase no paró de coquetear con ella. Me sentía confundido y a la vez traicionado. En la hora del descanso Stacy se sentó con ese mismo chico y otras personas más. Para colmo. De regreso a casa también se sentó junto con el chico que no paraba de decir estupideces.Aquel fue el día más solitario que tuve en el instituto. Sin Stacy yo era invisible y al parecer ella tenía nuevos amigos.
El calendario avanzó un par de semanas. Stacy y yo no nos mirábamos, no nos dirigíamos la palabra ni indirectamente. Poco a poco estaba perdiendo a mi alma gemela frente a mis ojos. Juré que nunca me perdonaría si la dejaba ir.En medio de la clase mientras esperábamos al siguiente tutor me acerqué a Stacy y le dije:
—Necesito hablar contigo.
En ese momento llegó el siguiente tutor al aula:
—¿Podrías esperar que la clase termine?
—¡Estoy de acuerdo!
En otra ocasión. Ese mismo día. Tuve otra oportunidad para acercarme y comunicarle mi necesidad de hablarle. Apenas comenzó la hora del descanso, me acerqué rápidamente a ella antes de que sus nuevos amigos la abordaran. Un par de amigas suyas interrumpieron.
—Podrías darme un segundo —dijo.
—¡OK! —dije. Me alejé sin decir nada más.
Cuando las clases terminaron intenté hablarle; pero ella se había marchado con su grupo de amigos. Sé que no tomó el autobús ese día porque no la pude ver.Una y otra vez el universo conspiraba para quitar de mi lado la razón de mi vida.La mejor oportunidad que tenía era al ir a su casa. Cuando llegué a mi casa esperé unas dos horas y fui a casa de Stacy.
Ella hacía sus tareas escolares al llegar de la escuela. Yo no quería ir a su casa e interrumpir sus actividades ni mucho menos ser una distracción.Toqué la puerta de casa de Stacy, su madre abrió:
—Hola, —saludé— ¿Se encuentra Stacy?
—Lo siento —Dijo la madre de Stacy—ella no está en casa, salió hace un par de horas con unas compañeras de la escuela.
Una vez más el maldito universo hacía sus jugadas sucias.
Mis días eran grises sin ella a pesar de que el sol brillaba desde el amanecer hasta el anochecer.Durante días traté y traté de encontrar un instante para decirle lo mucho que me importaba. Un día después de finalizar las clases, Stacy salió de la escuela rodeada de muchas personas, la perseguí hasta la parada de bus, ella estaba a punto de subir al autobús, me acerqué con mucha prisa a ella antes de que subiera al vehículo. Hablar con ella en el recorrido sería imposible.
—¡Stacy! —grité su nombre— necesito hablar contigo.
—¡Dime! —dijo.
Una de sus amiguitas bajó del autobús e interrumpió para decir:
—¡Stacy! el autobús ya se va.
—¡Dame un segundo! —dijo Stacy sin quitar su mirada de mí.
La chica insistió. Un chico se acercó, tomó a Stacy del brazo, y dijo:
—¡Stacy! Vamos, —sonó más como una orden.
—¡Suéltame! —ordenó Stacy.
—¡Vamos! —insistió el chico.
Tomé a Stacy de la mano, fruncí el ceño, miré al chico y le dije:
—¡Suéltala! —el chico aterrado soltó a Stacy. O eso supuse.
—¿Estás bien?
—Sí.
El autobús emprendió su recorrido. Sujeté la mano de Stacy.
—¡Vamos! —hice un movimiento con mi cabeza señalando la banca bajo el pequeño árbol de almendro —tengo mucho que contarte.
Nos sentamos en la banca bajo el pequeño árbol ubicado unos pocos metros al lado de la parada de autobús. Miré a Stacy fijamente a los ojos y le pregunté:
—¿Qué sucede entre nosotros? ¿Por qué tan distante?
Stacy permaneció en silencio, trató de desviar la conversación:
—Qué día más caluroso, ¿No? —dijo mientras observaba a un heladero.
Me levanté de la banca, fui hasta el heladero y compré dos unidades. En realidad, la temperatura si estaba elevada. Eran las tres de la tarde.
Continúe con mi conversación, solo que esta vez con un suave sabor a fresa en el paladar.
—Aquel día que te vi cambiaste mi vida. Nunca pensé que podía llegar a sentir algo tan profundo por alguien. Me enseñaste a amar, hay tanto que he aprendido de ti, tantas cosas bellas como tú. Eres lo mejor que me ha pasado en mi corta vida. Amo tu forma de ser, todo acerca de ti. Si te vas de mi vida no sé qué será de mí. Los humanos se mantienen vivos por un órgano latente. ¿Sabes? Yo no lo necesito, porque tú eres quien me mantiene vivo. Si te vas de mi vida moriré instantáneamente —me esforcé para no sonar triste o muy sentimental e incluso para no llorar.Stacy detuvo el ice cream lejos de su boca, me miró fijamente a los ojos y yo a ella. En ese momento pude apreciar la belleza de sus ojos como nunca antes. Sus ojos se empaparon de lágrimas silenciosas. No permití que el sonido del silencio se interpusiera entre nosotros. En un parpadeo acerqué mis labios a los suyos, pensé que se enojaría, pero fue todo lo contrario. Aquellos fueron los labios con sabor a fresa que jamás bese.
—Nunca te vayas de mi lado —murmuré.
Esperamos unos treinta minutos al autobús del servicio de transporte público. Nuestros padres debían de estar preocupados.
Debíamos haber llegado a casa hacía tiempo. De regreso a casa nos sentamos juntos por primera vez después de un par de semanas. Stacy se recostó en mi pecho y yo la capture en mis brazos. Pedí que el recorrido nunca terminara, sentir los latidos de su corazón cerca al mío no tenía precio.
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Sentimientos entre tinta y papel.
RomanceSinopsis Los paraguas se detuvieron en medio de lápidas adornadas con crucifijos, fechas, nombres y un verso visible que perpetuaba la memoria del difunto. Algunos llevaban allí más de cien años, otros sólo meses. Algunos de los que descansaban en l...