Capítulo 62

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Las semanas próximas traté de no hablarle a nadie. Me senté en los últimos lugares. Sophia nunca se acercó a mí para preguntar que me ocurría. Mi felicidad se había opacado. Estaba de vuelta en el comienzo. Yo no era el mismo en clases, pero parecía que no le importaba a nadie. Fue Alina la única persona que se acercó a mí para preguntar:


—¿Qué tienes?


—¡Nada! —me había convertido en un experto para mentir.


—¡Vamos! Yo te conozco, sé que algo te ocurre. Te preguntaré otra vez, ¿Qué te ocurre?


Guardé silencio por un par de minutos. Alina no se marchó, seguía esperando una respuesta.


—¡Tenías razón! —habló mi moribundo corazón.


—¡Cuéntame! Sé más preciso.


—Es acerca de Sophia.


Alina hizo una expresión facial de «te lo dije».


—El otro día dejé a Sophia sola en la cafetería. Para cuando regresé, ella estaba con mi amigo David. Los vi besarse.


—¿Ellos te vieron?


—¡No!


—¿Qué tengo que hacer? —pregunté.


—Aléjate lentamente sin que lo noten. No digas nada. Solo aléjate.


—¡Eso hago! —asentí con la cabeza.


De la noche a la mañana Sophia y David se habían convertido en unos completos desconocidos para mí. Pero yo no pasé desapercibido.

Sophia se acercó a mí para preguntarme por qué no le había dirigido la palabra en días, respondí con la respuesta más precisa «El sonido del silencio», me alejé, escuché una voz que provenía desde atrás de mi espalda.


—¡Idiota! —dijo la voz. Era la voz de Sophia.


Me marché riendo tratando de desviar el tema.


«¿Idiota? ¡Sí! Eso soy. Por confiar en ti. No te pareces en nada a Stacy, ella era perfecta, tú solo eres Sophia la trivial».


Respecto a mi amigo David. Él no notó que yo me había alejado. Desde que Sophia llegó a mi vida nosotros no pasábamos mucho tiempo holgazaneando.


Con respecto a la carta que escribí bajo el resplandor de los relámpagos, nunca me atreví a dársela a Sophia. En su lugar se la entregué a David para que se deshiciera de ella. Fue una pequeña estrategia para comunicarle indirectamente a David que yo no sería un obstáculo para que él estuviera con Sophia. Yo sabía que él leería el contenido del sobre.


En aquellos días en los que decidí sentarme en el fondo de la clase, conocí a alguien, una nueva amiga. Su nombre era, Olivia Fraga; una niña de tez morena, ojos oscuros, cabello castaño, un poquito gordita, y de baja estatura. En realidad, ella no solía sentarse allí atrás. Ella me contó que se había sentado allí para estar sola y poder realizar sus tareas sin distracciones de sus amigas. Olivia tenía un grupo de amigas que parecían sacadas del manicomio. A ella le pareció extraño que yo estuviera sentado allí. En el lugar de los vagos. Después de contarle lo que me había ocurrido, ella entendió.


«¡Extraño a Stacy!», Murmuré en mi tétrica soledad.


—¿Stacy? ¿Quién es Stacy? —preguntó Olivia Fraga.


En aquel momento quise decir «nadie» para ahorrarme las explicaciones.


—Es una chica que conocí hace un par de años.


—¡Que extraño! Yo también conocí a una chica con ese mismo nombre. Ella era mi amiga.


—¿Cómo es la que tú conoces? —pregunté.


Olivia sacó de su bolsillo su teléfono móvil, me mostró una foto que jamás en mi vida había visto.


—¿Y? —Olivia preguntó si conocía a la niña de la foto.


Nunca antes había visto esa fotografía, pero era una de Stacy. En la fotografía estaba Olivia, Stacy y otra niña que no logré identificar. Ellas estaban vestidas con unas togas de color azul de esas que utilizan en las escuelas y universidades para las ceremonias de protocolo en las que le otorgan al estudiante el título obtenido. 


Obviamente traían puestos los populares gorros que son utilizados en esos eventos. Olivia sonreía e igualmente la chica desconocida, pero Stacy Steventh tenía una pose de seriedad.


—¡Que pequeño es el mundo! —exclamé.


Deslicé mi dedo sobre la pantalla del dispositivo, otra fotografía apareció. En esa, Stacy reía discretamente, detrás de ella había un payaso, no sé por qué, de seguro había alguna razón, al lado de Stacy había dos niñas que tampoco identifiqué. Alcancé a ver varias fotografías de Olivia, tomadas el día de su graduación de la primaria. Olivia y yo nos convertimos en muy buenos amigos. Stacy continuaba afectando mi vida a pesar de que ya no estaba conmigo.

Sentimientos entre tinta y papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora