«Hipócritas»

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📍Isla de Themyscira

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📍Isla de Themyscira

Día siguiente a la explosión...

-- He pensado irme a Nueva York.

Dice la chica mirando el azul del océano inmenso, su mentora giró rápidamente para verla de forma más detallada y así poder corroborar que no era una broma.

Efectivamente no lo era, conoce perfectamente esa expresión seria en su rostro.

-- ¿Crees que eso sea una buena idea? Porque lo que yo creo es que sólo estás buscando la manera de huir de tu madre, aunque no lo veas así, ella te necesita -- la chica hace una mueca de disgusto.

-- Ella puede estar sin mí -- contestó amargamente -- ni siquiera se dará cuenta que me fuí -- una lágrima cae por su mejilla -- desde que Nadya desapareció, nada fue igual... La extraño demasiado... Pero también... extraño a mi madre... yo las perdí a ambas y me culpo por no haber podido hacer nada ese día. Pude haber hecho más.

-- No te des tan duro, mi niña.

-- No, Antíope... así son las cosas, soy realista, sé que por eso mi madre no puede ni siquiera verme, le fallé, le fallé a Nadya, prometí protegerla y no lo cumplí.

-- Lo que pasó no fue culpa tuya, ni de tu madre, no fue culpa de nadie... El mundo no sabía de la existencia de Themyscira porque así lo mantuvimos... hasta que ella conoció a ese hombre... debimos haberlo visto venir...

-- ¿Estás culpando a mi hermana de su propia desaparición?

Antíope de inmediato se arrepintió por lo dicho.

-- No quise decirlo así... Solo que...

-- Déjame sola -- la interrumpió

-- No... ¡Por favor!

-- Déjame sola -- alzó la voz volviendo a insistir.

La mayor le dió una mirada nostálgica y decidió hacerle caso a su petición, se fue de ahí, dándole el espacio necesario para que pueda pensar en todo aquello que le atormenta, y quizá recapacitar ante la decisión de abandonar la isla.

La chica quiso caminar más de cerca a la playa, posando su vista en aquel vasto océano que la hacía sentir siempre tranquila a pesar de su inmensidad.

No pasó ni un minuto cuando una silueta se veía fácilmente a varios metros frente a ella, la Amazona corrió adentrándose un poco al mar, no le importó empaparse toda con tal de sacar y llevar a rastras el cuerpo a la orilla, quedando en estado de shock.

Observó detalladamente a la persona que había rescatado, era una mujer que su rostro le resultaba demasiado familiar, sus rasgos eran demasiado similares a los de alguien que conocía perfectamente y no ha visto desde hace mucho. Le parecía demasiado extraño.
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HECHA PARA TI (WANDA MAXIMOFF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora