Capítulo 2️⃣3️⃣

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Estabamos cenando tranquilos, estabamos acostumbrados a hablar y hacer bulla en la cena y era diferente, el ambiente extraño nadie decía nada, solo se escuchaba el sonido de los cubiertos chocando con el plato y en eso llego Carlos sentandose a la mesa.

—Siento mucho que esta familia este pasando por este dolor, siento que hayan visto esa vergüenza.

—¡Creo que voy a vomitar!.— Dijo María algo enojada. —Lo bueno que mi mamá estaba muy feliz ¿No?.

—¿Esto es verdad má?.

—Claro que es verdad hermano, esa vez que fue su fiesta mi mamá lo trajo. Más sinvergüenza no puede ser.

—Es el tipo ese que trabaja contigo¿no?.

—Si hijo, para colmo bastante mediocre por cierto. ¡Todavía tuviste el sinismo de traerlo a mi casa!.

Yo no decía nada solo comence a llorar al escuchar como mi familia me juzgaba.

—No sabes cuanto me dolió descubrir que ¡Mi esposa!. La mujer de mis hijos, la mujer con la que e compartirdo toda mi vida. Terminé así. ¡Que descepcion!.

—¿Ya terminaste Carlos?. Deja de ser tan sinico.

—¿Sinico yo Itati?.

—¡Por supuesto!. Me juzgas frente a tus hijos para hacerme quedar mal ante ellos. Yo muchas veces te pedí el divorcio porque no soporto estar ni un día más contigo. ¿No entiendes?. ¡NO TE AMO!.

—¡PUES NO!. TODAVÍA ESTAMOS CASADOS ITATI.

—¿A SI?.

—¡¡SII!!.

—PUES FALTABA MÁS!.— Dije quintame el anillo de compromiso. —Te regreso tu matrimonio feliz.

Los niños solo se quedaron callados y dejaron de comer. —¡Que ridículo!.

—Carlos si ya terminaste de hacer todo el circo que venías a hacer te pido que te vallas de la casa necesito hablar con mis hijos.

Golpie la mesa y me pare de golpe. —Dime algo, ¿cuántas veces paso?. ¿De cuántos Juan Soler no me entere por estos 20 años?.

Le intente dar una cachetada, el me detuvo y mis hijos se pararon de la mesa asustados.

—No eres más que una p...

—¡A VER TEN MUCHO CUIDADO CON LO QUE LE DICES A MI MAMÁ!.

La solte. —No tengo nada más que decir, todo esto habla por si solo.

—¡Vete!. ¡Vete de la casa!.

—¡Lo siento mucho hijos!. Y después hablamos tu y yo Eduardo. Perdón de verdad.

—No papá, no eres tu el que debe de pedir disculpas.

—¡Ay ya Carlos!. ¡Largate de la casa!.

—No!.— Me fui arriba a la recámara.

—Gracias mamá, por arruinarnos la cena.— Dije llendome a mi recámara.

—¡Maria!. No puedes hablarle así a mamá.

—Ya Roberto por favor.— Me limpie las lágrimas. —¿Vamos a terminar de cenar si?.

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Subí a mi recámara y vi a Carlos acostado. —¿Qué haces aquí?. Creí que estabas acomodando tus cosas para irte.

~•DIECINUEVE•~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora