~•DIECINUEVE•~

CAPÍTULO 3️⃣9️⃣

Ya a pasado una semana, mis hijos no me dirigen la palabra y e hablado con Juan solo por llamadas ya que su trabajo en Argentina se alargo un poco más. Estaba desayunando con mis papás y mis hijos ya se iban a la escuela, se despidieron, pasaron como 30 minutos y tocaron la puerta, yo fui a abrir ya que todos estaban ocupados y era un señor algo misterioso.
—Buenos días ¿qué necesita?.

—Busco a la señora Itati Guadalupe Cantoral Zucchi.

—Soy yo dígame.

—Tengo esta demanda para usted de parte de mi cliente el Señor Carlos Cruz y por favor mañana mismo se aparece en el juzgado que aparece aquí para hablar sobre el asunto.

—¿Qué?. ¿Qué es esto?.

—Es una demanda, puede leerlo ahí adentro viene toda la información que necesita. Que tenga un buen día.

—Gracias supongo.— Se retiro y yo cerré la puerta, entre a la casa y al leer el documento me quedé helada. Comenzaron a salir mis lágrimas de los ojos y mis papás vinieron a ver que sucedía.

—¿Qué es eso Itati?. ¿Porqué estás llorando?.

—Papá Carlos me esta demandando, ¡Me quiere quitar a mis hijos!.

—¿Pero de que estas hablando?.

—Si mamá aquí bien dice que me esta demandando por adulterio, abandono de hogar y por daños y perjuicios.

—¿Se a vuelto loco?. 

—¿Qué voy a hacer?.

—¿Cómo qué qué vas a hacer?. Pásame el teléfono.

—¿Qué haras Roberto?.

—Hablarle a tu hijo y venga a ayudarnos yo no voy a permitir que ese inútil te quite a
mis nietos.

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Estaba sentada en el sillon intentando contactar con Juan, solo quiero saber como esta y desde la mañana no me a contestado el teléfono, nisiquiera un mensaje de buenos días. Me dolía la cabeza, creo que me empiezo a sentir un poco mal, en eso tocaron la puerta, mis papás salieron con mis hijos para distraerlos un poco, fue Manuela a abrir mientras yo intentaba calmarme un poco con todo esto que me esta pasando.

—Hola Manuela vengo a hablar con Itati.

—Señor Carlos, la señora no se si se sienta bien para recibir visitas.

—No te pregunte, vengo a verla.— La rodie y entré a la casa para buscarla. La vi sentada en el sillon y la salude. —Hola Itati.

—Ay por Dios Carlos ¿qué quieres aquí?.

—¿Asi es cómo saludas a tu esposo?.

—Demonios, no me siento bien. A menos que vengas a darme el divorcio vete.

—No querida ¿cómo crees qué voy a hacer eso?. Dime ¿cómo vas con tu bastardo?.

—¡No le llames así!.

—Es lo que es. ¿Ya sabe Juan qué estas embarazada?.

—No y es algo que no te incumbe.— Tocaron el timbre de nuevo y Manuela fue rápido a abrir.

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—Manuela ¿se encuentra Itati?.

—Señor Soler, dejeme voy a avisarle.