Capítulo 4

111 20 3
                                        


Cuando me despierto en la habitación del hotel me decido a repasar un poco mi personaje, aunque era una gran improvisadora y solían salirme mejor las cosas sobre la marcha que cuando tenía un plan en mente demasiado detallado.

Tampoco es que el plan fuera difícil.

Estaba yendo un poco a mi bola cuando, efectivamente, ayer podría haber dado un paso más grande. Podría habérmelo llevado a la cama, si, ¿y después qué? Perdería por completo el interés porque me tendría como una cualquiera. Si, disque muy inocente pero vais a sus brazos la primera noche. Tenía que ceñirme al personaje; joven, inocente, un poco desinteresada por todo lo que me rodeaba.

Me da tiempo a darme un baño de burbujas, como en las películas americanas, y juego como una niña con estas, sabiendo que nadie me veía y por lo tanto tampoco me juzgaría. Al terminar envuelvo mi cuerpo con una de las blancas toallas que había allí puestas. Ya de nuevo en la habitación aplico crema corporal de dove y dejo que seque. El golpeteo en la puerta interrumpe mi acción de buscar la ropa que ponerme y camino hasta allí para abrir, esperándome a mi compañero de misión al otro lado.

Pero ¡sorpresa! Era ni más ni menos que Joel, acompañado de dos hombres que vestían de negro y que suponía que eran guardaespaldas o algo por el estilo.

Yo, metiéndome en el personaje, me sonrojo al darme cuenta de que solo llevaba una toalla en el cuerpo.

—Disculpe, Aisha, no sabía que estaba... Bueno, ya sabe, puedo venir en otro momento.

—¿Qué? No, no —niego con la cabeza—. Ha venido desde el palacio hasta aquí por algo, quiero suponer, así que no permitiré que se vaya solo por este momento un tanto vergonzoso por mi parte...

—Tiene toda la razón, he venido con un propósito pero puedo esperar fuera unos minutos, no quiero molestar en su privacidad.

—Pase, anda, pase. Me cambiaré en el baño y después ya me dice a que viene.

Aunque me estaba haciendo una pequeña idea de que hacía allí y era gracias al plan de anoche. Ahora si, solo esperaba que mi compañero no interrumpiera o ahí sí que se iría todo en picado.

Él me sonríe y hace un ademán de pasar, pero uno de los hombres se lo impide al poner una mano en su pecho y para un paso hacia delante.

—Necesitamos hacer una requisa corporal para asegurarnos de que no lleva ningún micrófono para grabar la conversación o, peor aún, algo con lo que pueda herirlo.

Trago saliva un tanto desconfiada, aunque por dentro ya estaba ideando mi siguiente plan.

Se te van a quitar las ganas de dejar que me cacheen, Joel.

Frunzo el ceño cuando uno de ellos se me acerca y por instinto doy un paso hacia atrás.

—Solo es por seguridad, señorita —me dice antes de llevar sus manos a mi cuerpo para empezar a cachearme. Suelto un chillido con indignación y trato de removerme para hacerlo todo más realista, en un limpio movimiento hago que el nudo de la toalla se deshaga y esta caiga accidentalmente al suelo.

—¿Cómo te atreves? —lo empujo con fuerza y me agacho con rapidez para tomar la toalla y cubrirme. Él se veía avergonzado y ni hablar cuando miró a Joel tratando de darle una explicación, la cara de este había pasado a ser de completa seriedad en menos de nada—. Y tú... ¿Cómo eres siquiera capaz de permitir algo así? Lo siento, pero el respeto que te tenía acaba de esfumarse. Ayer no me considerabas para nada peligrosa, ¿eh? Y ahora vienes a mi habitación y tienes el morro de dejar que alguien me toque de esta manera. No tienes perdón, ahórrate lo que tengas que decirme, no quiero volver a verte. Esto ha sido una humillación.

—No, Aisha, por favor... Yo no te considero alguien peligrosa, tienes que creerme. Es un protocolo de seguridad como cualquier otro, tienes que entender que después de la muerte de mi abuela nos hemos vuelto una familia más protegida, por si acaso... Yo no desconfío de ti, sé que jamás me harías daño —sus ojos muestran compasión y sinceridad—. Lo que ha pasado, no sabes cuanto lo siento, ha sido un error.

—¿Un error? Un error que tú permitiste, dejaste que me manoseara y me dejara desnuda a vuestra vista, pero descuida, me ha quedado claro. Ahora vete, por favor, que ya ha sido suficiente humillación por hoy.

Cierro la puerta antes de que responda, dejándole muy clara cuál iba a ser mi posición ante el incidente.

Si, soy genial, ya lo sé.

Ahora ese pobre chico tendría problemas con su trabajo pero yo necesitaba usarlo como beneficio para el mío. Con esto sólo conseguiría que Joel estuviese más y más interesado en mi, ahora ya tenía dos razones, dos motivos que sentía como una deuda conmigo, pensaba que me debía algo por arruinarme el vestido con el champán y ahora por haberme visto desnuda.

¿Qué íbamos a hacer al respecto?

Yo seguir liándola, lo tenía muy claro, sabía como hacer mi trabajo sin necesidad de un capullo que me diera órdenes.

Y hablando del rey de Roma... Tenía varios mensajes suyos en clave pidiendo que le llamase para informarle de cómo iba la misión, no llevaba ni dos días allí y ya me pedía avances, ¿de que iba? Si tanto quería que viniera él de encubierto, pero claro, prefería mantenerse alejado del peligro. Era más fácil cruzar los brazos sobre un escritorio que infiltrarse en una misión, yo lo entendía.

Acceso al tronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora