Durante la cena nos lanzamos miradas coquetas, claro que si, tenía que usar mi encanto aunque ese no fuera mi papel en la historia. Él sonreía y se veía bastante cómodo conmigo, quien no estaba tan cómodo era Oliver, que desde la entrada se notaba su nerviosismo.—Aisha, ¿Podemos ya tutearnos? —cuestionó, estirando su mano para tomar la mía.
—Cleo que podemos, ya hay confianza —mentí, a veces las mentiras eran necesarias para avanzar. Y, sin duda, confianza era lo que yo necesitaba.
Thomas sonríe satisfecho y entrelaza nuestros dedos por encima de la mesa.
—El otro día, cuando nos conocimos, no estaba allí porque realmente me gustase esa fiesta. No me llevo bien con el rey, ¿sabes? Supongo que lo notaste cuando se acercó.
—¿No te cae bien? —me hago la sorprendida y ladeó mi cabeza—. A mi me pareció un chico bastante agradable y atento.
—Ya, eso es lo que busca causar en chicas como tú, tal vez por eso me fastidia tanto... Él siempre obtiene lo que quiere.
—¿Y según tú qué es lo que quiere?
—A ti —chasquea su lengua—. Está interesado en ti, no podría ser de otra manera.
Es mi turno de sonreír para seguir jugando.
—Entonces te equivocas en una cosa, Thomas —susurro—. Él no siempre obtiene lo que quiere porque aunque esté interesado en mi, yo estoy aquí contigo.
Le gusta la respuesta, queda más que satisfecho al oírme. Yo tomo la copa de vino entre mis dedos y la llevo a mi boca para darle un trago, sin soltarle a él la otra mano. ¿Y si pretendía beber de más para ver sus intenciones y lo tanto que podía soltarme al verme en ese estado? Uhm... Tal vez pensando que no lo recordaría al día siguiente me podría contar algo interesante.
Vamos a ver.
—Creo que el vino se me está subiendo demasiado rápido a la cabeza, voy a tener que beber menos —bromeo.
—Por una noche no pasa nada, señorita —me guiña un ojo.
Así te quería agarrar.
—Oh, Thomas, si me emborracho mañana no recordaré lo divertido de esta noche.
—Pero te habrás divertido hoy, que es lo importante.
—No soy de esas chicas.
—Estás deseando ser de esas chicas.
Dime de qué película has sacado esa frase, eh. Los hombres a veces son tan predecibles que me dan ganas de reírme de ellos, no para burlarme ni mucho menos, pero es que ellos solitos se delataban.
Le continúo la conversación, bebiendo de vez en cuando y viendo como él volvía a verter vino en mi copa cada vez que la empezaba a ver vacía. Él no bebía mucho, claro.
—¿Sabes? —finjo que la lengua se me vuelve pesada—. Creo que tienes razón, puto Joel.
—¿Ya no te parece agradable? —ríe entre dientes.
—No, es guapo, pero me cae tan mal... Es comprensible que lo odies.
—Al fin alguien que me entiende.
—Él no se merece ser el rey de Reino Unido, su abuela no debería de haber muerto, así nos evitábamos todo esto.
Golpeo mi puño en la mesa como señal de indignación, el rubio niega con la cabeza y se apresura en poner su mano sobre la mía, la acaricia para tranquilizarme.
—Ya tocaba hacer un cambio, ella tampoco era Santo de mi devoción, si la conocieras me darías la razón.
No me digas... ¿Posible sospechoso a la vista?
—Veo que no te gusta mucho la monarquía, ¿eh?
—A ti tampoco, solecito.
¿Cómo acababa de llamarme? ¿Solecito?
Ay, que ridículo soñaba eso y que poco me gustaba. Seguro que era por mi cabello rubio que ¡oh, sorpresa! tampoco me gustaba.
—¿Acabas de ponerme un apodo como se los ponen la gente que se gusta?
—Eso hice, si, es que tú a mi me gustas.
—¿Cuánto? ¿Cuánto te gusto?
Estaba viendo mis intenciones. Lo supe en el momento en que tragó saliva y su mirada bajó a mis labios.
Lo tenía, lo tenía.
—Mucho...
—¿Tanto como para llevarme a casa de tu papá y follarme allí como si no te importara nadie más que yo? —cuestioné con provocación.
Él vuelve a sonreír y se levanta, dejando un par de billetes sobre la mesa, después me tiende la mano para que también me levante. Ahí va mi show. Cierro los ojos y me aferro a él mientras musito que estoy mareada, es rápido en envolver su brazo en mi cintura para pegarme a su cuerpo. Cuando salimos baja su mano de más, queriendo aprovechar el momento para tocar lo que no podría si estuviera "sobria".
—No voy a arriesgarme y llevarte a casa, pero podemos ir a un hotel a cumplir todas esas fantasías.
—¿Por qué no? ¿No soy digna de estar en la casa de un ministro...? ¿No soy suficiente?
Mi labio inferior tiembla pero él no se doblega.
No era tonto.
Bueno, si que lo era, ya se había soltado de más con la lengua. Era un niño de papá que si llegaba con una mujer en este estado a casa tendría graves problemas.
—¿De que coño vas, Thomas? —la voz me hace temblar, y no solo a mi. Yo me lo esperaba, pues conocía las intenciones de Oliver, pero no pensaba que se iría a presentar allí.
—Joel... —finge una sonrisa, como su no hubiera hablado mierdas de él—. ¿Qué haces aquí? ¿También has venido a cenar?
—No, he venido a otras cosas —dice, mirándolo con seriedad.
El rubio cae en cuenta y suelta un suspiro, pero no uno de derrota sino todo lo contrario. Es decir, quien me estaba manoseando era él, por eso se creía superior al rey.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí, eh?
—Desde que saliste por esa puerta, pero ha sido suficiente para darme cuenta de la situación —sonríe con falsedad—. No vas a ir a ningún hotel, Thomas, y si vas será solo porque no dejaré que ella vaya contigo.
—Acéptalo, Joel, ella quiere estar conmigo y no contigo.
—Ella está borracha y tú estás pensando en aprovecharte de ella —aclara—. Si quiere estar contigo de verdad, que te busque cuando esté sobria, no ahora.
Perdón por hablar mal de ti, Joel, se nota que eres un hombre de los que vale la pena.
Y perdón también por todo lo que me queda por hacer, no te mereces ni un poquito pero es mi trabajo.
—Oliver, encárgate de que él si se va al hotel, o a su casa, me da igual. Pero asegúrate de que se va —pide él antes de extenderme una mano a mi, mi mirada viaja a su mano y después asciende a su rostro. Estaba tranquilo, no como cuando hablaba con el hijo del primer ministro—. Puedes confiar en mi, Aisha, te juro que no te pondré una mano encima.
Lo sé.
Sé que puedo confiar en ti.
Sé que no me pondrás una mano encima.
Sé que no eres el malo aquí.
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Acceso al trono
أدب المراهقينLa sospechosa muerte de la reina Isabel II deja al mundo con muchas dudas y a su nieto Joel con poca experiencia para saltar al trono. Antía Dagger, agente infiltrada del FBI, está en Reino Unido con una misión asignada y el británico para ella sól...