Dormir en el palacio no es tan cómodo como pensaba. Mis propios pensamientos me torturaban y no podía descansar como lo habría hecho cualquiera otra persona.
En medio de la noche, sin saber la hora porque no me había molestado en mirarla, salgo de la habitación del rey y voy a la que está justo al lado. No toco la puerta, solo entro como si se tratara de la mía. Joel dormía plácidamente, con una mano bajo la almohada y la otra colgando en el extra de la cama. Tenía espacio de sobra y aún así dormía pegado al lado derecho del colchón.
Me fue inevitable sonreír, a pesar de que estábamos a oscuras, se notaba a la perfección su figura allí. Sus labios estaban entreabiertos y dejaban escapar una calmada respiración, tan pausada y calmada que producía paz de solo escucharla. Sus rizadas pestañas rozaban sus mejillas. Benditos genes reales.
Después, sin esperar invitación, me acosté a su lado y me abracé a su cuerpo. Él no pareció inmutarse y yo, por algún extraño motivo, descansé mejor así. Caí dormida unos minutos más tarde.
Por la mañana, lo que me picaba en la cara no eran los rayos del sol, eran los dedos de Joel.
—No eres rubia natural, ¿eh? —su voz todavía estaba ronca, lo que me hacía saber que había poco tiempo que estaba despierto.
Mierda.
Le gustaban las rubias.
Y acababa de descubrir que yo no era rubia.
—Has descubierto mi mayor secreto —murmuré divertida, intentado manejar la situación sin que se notase demasiado.
—Eres morena, ¿no?
—Lo soy —admití en voz baja—. ¿Te voy a gustar menos por mi color de pelo natural?
—¿Gustarme menos? —ríe negando con la cabeza—. ¿Cómo sabes que me gustas?
Vaaale, me estaba columpiando mucho, pero tenía que intentarlo porque quien no arriesga no gana.
—No eres el único aquí que sabe descubrir secretos —le guiñé un ojo.
Sonríe de manera divertida y desliza su mano por mi mejilla lentamente, después sigue bajándola hasta ajustarla en mi cintura. Sabía que iba a preguntar, claro que lo sabía, lo había estudiado demasiado como para arriesgarlo todo en este preciso instante.
—¿Por qué no estás en mi cama, Aisha?
—Estoy en tu cama.
—En la de mi habitación —concreta.
—No era capaz de dormir allí —admito—. La cama era muy grande y yo estaba sola... Perdón por ser una descarada y venir en plena noche a meterme contigo en la cama, no quiero que pienses mal de mi.
¿Como va a pensar mal de ti? Si ya te insinuaste la primera noche... Ah, y no olvidemos que ya te vio desnuda.
—Jamás pensaría mal de ti —susurra—. Fue un gran despertar al tenerte a mi lado, es una lástima que no vaya a ser para siempre —chasquea su lengua—. ¿Cómo va la resaca?
¡Mierda! Que yo era la supuesta borracha, es verdad.
—No fue ayer la primera vez que tomé alcohol, sé controlarlo —Le resto importancia.
—¿Te molesta si te pregunto por tu compañía?
—Si —arrugo mi nariz—, eres un controlador de mierda, me da igual que seas el rey, las cosas hay que decirlas con sinceridad. Aún no me olvido de que había un hombre mirándome mientras estaba en la piscina. ¡Ah! Y como olvidar cuando me manosearon solo para que tú pudieras entrar a mi jodida habitación. Si realmente crees que soy un peligro, entonces no me dejes meterme debajo de tus sábanas.
—No te considero una amenaza, Aisha, déjame explicarte una cosa —pide, mirándome directamente a los ojos—. El mundo está lleno de gente podrida que solo busca contaminar a los demás. Gente con malas intenciones. Yo no me lo perdonaría si alguien así se acerca a ti. Tú brillas demasiado como para que te apaguen.
Sé que está sintiendo mi maldito corazón latir con fuerza.
Maldita sea, esto no te lo enseñan a controlar en la academia, te enseñan a disparar, a pelear, a defenderte. No a no dejarte seducir.
—La muerte de mi abuela no fue por causas naturales —confiesa sin que yo se lo pida—. Disque es secreto de sumario, pero... ¿Qué más da? Si nadie hace nada. Si hay gente ahí fuera con el propósito de hacernos daño por alguna razón... No me importa ser yo el siguiente, pero me mataría saber que la siguiente eres tú solo por relacionarte conmigo. Por eso dejé a Oliver contigo.
Esta información vale millones de los grandes.
Acababa de confirmarme algo que ya sabía, pero claramente estaba dolido. No había sido él. No podía haberlo sido. Una persona culpable no hablaría de esta manera ni se preocuparía por los demás. ¿O si? ¿Acaso estaba jugando?
Mi lado profesional me decía que no podía fiarme.
Mi lado humano le creía.
No le había preguntado, él solito había sacado el tema y eso era algo de valorar.
—No necesito protección, no va a pasarme nada —aclaré, llevando una de mis manos a su cabello—. No tienes que bajar la guardia, Joel, todo lo contrario, debes de estar muy atento porque no sabes qué será lo siguiente. Por mi no te preocupes, nadie se molestará en mi.
—¿Crees que no sé del odio de Thomas hacia la realeza? —suspira, quitando su mano de mi cintura para envolverla en mi muñeca—. No quiero pensar cosas que no son, Aisha, pero sé que él ya te habló mal de mi.
—No le he creído en ningún momento —miro como su mano me impide seguir tocándolo y hago un puchero—. También hablé mal de ti, si, estaba enfadada por lo que habías hecho. Me sentí tan humillada...
—Lo siento tanto por eso... —suspira—. Te juro que no pensé que pasaría tal cosa. Él va a pagar, te lo aseguro.
—Me importa muy poco eso. Soy una persona que vivió toda su vida con complejos y ahora llega un hombre así por así, a la puerta de mi habitación, y me quita la toalla para dejarme desnuda frente a todos, ¿cómo crees que debo de tomarme eso? Lo siento, pero eso no es algo que se olvida.
—Aisha...
—¿Qué te han dicho de mi, Joel? ¿Que era una persona tímida, no? —niego con la cabeza—. Soy una persona vergonzosa, si, que me cuesta quitarme la ropa por temor a que alguien diga algo de mi físico.
Tenía que definir mi personaje y ahí creo que le estaba dando en el clavo, él se lo estaba creyendo.
—Así que nunca jamás en tu vida vuelvas a hacer algo así.
—Nunca jamás en mi vida —promete.

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Acceso al trono
Novela JuvenilLa sospechosa muerte de la reina Isabel II deja al mundo con muchas dudas y a su nieto Joel con poca experiencia para saltar al trono. Antía Dagger, agente infiltrada del FBI, está en Reino Unido con una misión asignada y el británico para ella sól...