—A mi tío no puedes hacerle caso —me dice, tomando mi mano para guiarme hasta su habitación—. Te lo digo en serio, Aisha, es una escoria. Poca gente hay en la realeza que valga la pena, si te soy sincero, todos son soberbios.—¿Tú incluido?
—No soy un santo —admite—. Soy buena persona, al menos me considero, pero también tengo mis defectos.
—Los defectos nos hacen humanos —digo la típica frase para destensar el ambiente que tanto se había repetido a lo largo de la historia. Él me dedica una pequeña sonrisa antes de abrir la puerta de su habitación y dejarme pasar. Su tío tenía razón, no estaba cerrada con llave, ¿qué significaba eso? ¿Qué Joel no tenía nada que esconder, a diferencia de él?
—Entenderé si no es el momento adecuado —dice una vez que estamos dentro.
Y una mierda.
Era el momento perfecto para aliviar tensiones y demás.
Este hombre era tan considerado que en el fondo me costaba pensar con claridad, ¿cómo podría ser él el rey de este país? Como bien había dicho, cojeaban de muchas cosas, pero Joel no parecía ser así. Era presumido porque podía serlo, cualquiera con su belleza haría lo mismo. Esa indiferencia con respecto a su familia lo caracterizaba, no era la primera vez que llamaba la atención por eso, se notaba que le importaban más bien poco; no les ponía atención, pasaba de ellos, los ignoraba... Eran pequeños detalles que para los periodistas no pasaban desapercibidas. Y por lo visto orgulloso, no se doblegaría por nadie.
Sabía que muy pocos comentarios podían llegar a herirlo de verdad, puesto que le llegaban críticas a todas las horas del día, amenazas, odio... Pero pasaba también de estos. No le afectaba nada. Había creado su propia barrera de protección.
Es seguro de sí mismo y así es como consigue lo que quiere, con paciencia. Le gusta ganarse las cosas por sí mismo, sin tener que tirar de sus títulos.
—Eres demasiado, Joel —susurro, acercándome a él, mis brazos se enredan tras su nuca y pongo todo de mi parte para no besarlo de inmediato.
—¿Yo? —pregunta, sonriendo. Sus manos van directas a mi cintura, sus dedos se ciñen a la perfección en mis carnes—. Tú eres demasiado, Aisha.
Me miraba con intensidad. Podría ahogarme en su mirada; me temblaban las piernas solo con eso. ¿No debería de ser al revés? ¿No tendría que ser yo quien lo hiciera temblar?
—Voy a besarte —susurra como advertencia—, en todos lados y todo el maldito tiempo.
Me toma la cara con una mano y me pasa el pulgar por los labios, como si los preparara para su beso. Tengo que aguantar de nuevo la ganas, pero esta vez de morderle el dedo y luego succionarlo, en el fondo solo deseaba que no solo fuera su dedo.
Jesús. ¿Qué cosas estaba diciendo? ¿Por qué no me centraba en seducirlo?
—Hazlo —susurro de vuelta.
Y lo hace.
Me devora los labios como jamás imaginé que haría, con urgencia, con deseo y pasión. Gimo sobre sus labios, dejándome llevar por el momento, no quería esperar. Sabía que era un error pero quería cometerlo cuanto antes.
Mis manos buscan sacar su chaqueta de inmediato y lo consigo, haciendo que le de escape una pequeña sonrisa contra mi boca. Quería más. No me importaba ya lo demás.
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Acceso al trono
Novela JuvenilLa sospechosa muerte de la reina Isabel II deja al mundo con muchas dudas y a su nieto Joel con poca experiencia para saltar al trono. Antía Dagger, agente infiltrada del FBI, está en Reino Unido con una misión asignada y el británico para ella sól...