🀦Capítulo 3🀦

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Jimin se fue a pie a la mansión Kim -¡oh, el bendito fresco!- con Lune a cuestas. Al llegar, la dejó en el suelo, soltó el bolso en el último escalón para tenerlo todo a mano a la hora de subirlo. Suspiraba por llegar arriba.

Quería ducharse, llevaba dos o tres días soñando con una buena ducha y luego un trago de cerveza helada.

Pero antes de hacer nada, tenía que ver a Seokjin.

Eso era lo que estaba pensando cuando lo vio salir del salón. Jin y Lune empezaron a gritar, encantados de volverse a ver. La pequeña cambió de dirección, se fue directa hacia Jin y éste, acortando la distancia, la tomó en brazos.

-¡Hum, mi ratita! -Abrazó con fuerza a Lune, le acarició el cuello con la nariz y luego, tras sonreír a Jimin, se volvió hacia la pequeña para escuchar, sorprendido, su incomprensible y emocionado balbuceo-. ¡Me parece imposible que todo esto haya ocurrido en tan solo una semana! No sé qué habría hecho de no estar tú aquí para ponerme al corriente de los cotilleos. -Sonrió de nuevo a Jimin-. ¿Y papá, qué tal está?

-Muy bien. Perfectamente. -Jimin se lanzó a abrazarlos a los dos juntos-. Bienvenido a casa, Jin. Te hemos echado de menos.

-¡Qué bien! Me encanta que me echen de menos. ¿Y eso? -Pasó los dedos por el pelo de Jimin.

-Lo he hecho hoy, no hace mucho. Me ha dado por ahí. ¡Eh, estás guapísimo!

-¡Mira quién habla!

Pero era cierto, siempre había sido así. Y ahora, una semana de luna de miel en Tear había añadido un nuevo brillo a su belleza innata. A aquella pálida piel de color crema, el sol había dado un dorado que hacía que sus ojos, oscuros y grandes, parecieran aún más profundos. El pelo corto y liso redondeaba un rostro de una belleza clásica, inmemorial, que Jimin no podía por menos de envidiar.

-Me encanta tu pelo -exclamó Jin.

-Me ha dado una inyección de moral. Lune yo hemos pasado una mala noche. Ayer le pusieron las vacunas.

-Hum... -Jin abrazó de nuevo a Lune-. Vamos a ver si podemos compensarlo. Venga conmigo, señorita -dijo Jin acercando de nuevo su nariz al rostro de Lune mientras entraban en el salón-. Verás lo que te hemos traído.

Lo primero que vio Jimin fue una muñeca de tamaño natural con una gran mata de pelo rojo y una sonrisa dulce y algo bobalicona.

-¡Qué linda! Casi es tan alta como Lune.

-La idea era ésta. Nam la vio antes que yo y decidió en el acto que tenía que ser para Lune. ¿Qué te parece, cielo?

Lune metió el dedo en el ojo de la muñeca unas cuantas veces, tiró de su pelo y luego, satisfecha, se sentó en el suelo para dedicarse a estudiarla.

-Es de aquellas muñecas a las que dentro de un año pondrá nombre, y luego la tendrá en la habitación hasta que vaya a la facultad. Muchas gracias, Jin.

-No he terminado aún. Encontramos una tiendecita de ropa con cosas preciosas. -Empezó a sacar piezas de la bolsa y a Jimin se le caía la baba. Suave algodón, encaje fruncido, tela vaquera bordada-. Y fíjate en esos petos. ¿A que son irresistibles?

-Una maravilla. Preciosos. La estás malcriando, Jin.

-Por supuesto.

-No sé qué... No tiene abue... A nadie que la mime así.

Jin levantó una ceja y dobló uno de los petos.

-Puedes terminar la palabra que empieza por A, Jiminnie. No voy a desmayarme. Me encanta ser su abuelo honorario.

Lirio Rojo³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora