🀦Capítulo 18🀦

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Él había hecho realidad todo aquello, reflexionaba Jimin. El plan general, los detalles más nimios, y la velada avanzaba como si se tratase de un cuento de hadas.

Gracias a él, se encontraba en una suite elegante, tomando champán, a la luz de las velas, con el resplandor de la chimenea. El perfume de las flores impregnaba la atmósfera. Ante él, una extraordinaria comida que apenas alcanzaba a probar, pues las expectativas le bloqueaban la garganta.

Aquella noche harían el amor.

-Cuéntame cosas de cuando eras pequeño -le dijo Jimin.

-Me gustaba tener hermanos, aunque me molestaran.

-Están muy unidos. Lo veo cuando vienen de visita. Aunque no vivan en Answer, los tres forman como un equipo.

Le llenó otra vez la copa.

-¿A ti te hubiera gustado tener hermanos o hermanas?

-Sí. Tenía amigos y primos para jugar, pero me hubiera gustado. Sobre todo un hermano. Alguien a quien contar secretos a medianoche o con quien pelearse. Tú lo tenías todo.

-De niños, éramos una especie de pandilla, y más cuando aparecía Jackson.

-Los cuatro tenían que volver loco a Jin.

Soltó una risita levantando la copa.

-Hacíamos lo que podíamos. Los veranos eran largos, como tiene que ser cuando eres niño. Unos días largos y calurosos, y el patio y el bosque eran nuestro mundo. Recuerdo aquel olor, tanto verde concentrado. Y en esta época del año se oían las cigarras toda la noche.

-Yo dejaba la ventana de la habitación un poco abierta para oírlas mejor. Seguro que todos se metieron en cada lío...

-Probablemente más de la cuenta. De todos modos, tampoco nos librábamos tanto de papá. Tenía una especie de radar, asustaba un poco. Lo recuerdo en el jardín, en la casa, haciendo algo, llegar yo y ver que intuía que había hecho algo que no debía.

Jimin apoyó un codo en la mesa y sostuvo la barbilla con la mano.

-¿Por ejemplo?

-Lo más desconcertante, al menos en aquella época, fue cuando estuve con un chico por primera vez. -Mojó una fresa en el chocolate y se la ofreció-. Volví a casa después de haber catado mi primer cacho de paraíso en el asiento de atrás de mi queridísimo Camaro, cuando tendría unos dieciséis años y medio. Apareció en mi habitación a la mañana siguiente y me puso una cajita de condones sobre la cómoda.

Moviendo la cabeza, Jimin dio cuenta de la fresa.

-Dijo, y eso lo recuerdo perfectamente, que ya habíamos hablado de las relaciones sexuales y la responsabilidad de actuar con seguridad, vista y tacto, que por lo tanto daba por supuesto que había utilizado protección y seguiría por este camino. Luego dijo que si tenía alguna pregunta o comentario que hacer.

-¿Qué respondiste?

-Dije: «No, papá». Y en cuanto salió de la habitación, me tapé hasta la cabeza y pregunté a Dios cómo demonios sabía mi padre que lo había hecho con Song Kang en mi Camaro. Fue algo tan desconcertante como humillante.

-Yo espero ser así.

Yoongi arqueó las cejas mientras mojaba otra fresa en el chocolate.

-¿Estar desconcertado y humillado?

-No. Ser tan vivo como tu padre. Igual de sensato con Lune. ¿Qué fue de Song Kang?

-¿Kang? -La expresión de Yoongi demostraba que rebobinaba-. Pues le tocó llorar mi ausencia. Lo obligaron a ir a la universidad de Lie, allí se quedó y allí se casó con un guionista.

Lirio Rojo³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora