Jackson dio la vuelta al mapa y pasó un dedo por la línea de una carretera.
-Como dos detectives. Como Batman y Robin.
-No eran detectives -le corrigió Yoongi-. Luchaban contra la delincuencia.
-Okey, okey. Pues como Nick y Nora Charles.
-Limítate a decirme dónde doy la vuelta, Nora.
-Tendría que ser dentro de unos tres kilómetros. -Jackson dejó el mapa sobre sus rodillas y se dedicó a disfrutar del paisaje-. Estamos ya en la mismísima pista de las misteriosas joyas, pero ¿qué vamos a hacer si descubrimos de dónde viene la pulsera?
-La información es poder. -Yoongi se encogió de hombros-. O algo así. Llevo ya demasiado tiempo esperando con los brazos cruzados que ocurra algo. El joyero ha dicho que procedía del legado de los Hopkins.
-Eso hay que untarlo.
-¿Cómo? ¿Tienes hambre?
-Untarlo -repitió Jackson-. Ponerle una buena capa de mantequilla: «A mi novio le encantó la pulsera, y ya que dentro de poco es su cumpleaños y para él fue un flash tan fuerte, pensaba si tendrían alguna otra pieza que hiciera juego. Algo del mismo legado... Porque esto es del legado Kent, ¿verdad?». El tipo se desvivió por darte la información, aparte de que intentara colocarte un par de anillos de lo más llamativos. Ethel Hopkins no tenía un gusto exquisito. De todas maneras, tenías que haber optado por los pendientes. A Jimin le hubieran encantado.
-Ya le regalé la pulsera. En este estadio, los pendientes serían una exageración.
-Estamos llegando al desvío. Los pendientes nunca son una exageración - añadió cuando Yoongi giró la derecha-. A menos de un kilómetro siguiendo esta carretera. Lo encontraremos a la izquierda.
Se detuvo en una doble entrada, al lado de una limusina último modelo, y se quedó un momento tamborileando con los dedos sobre el volante mientras estudiaba el terreno.
La casa era grande, bien conservada y se encontraba en un vecindario de gente acomodada. Era de estilo Tudor inglés, con dos plantas, y una acertada selección en cuanto a la vegetación circundante: un viejo roble y unos cornejos elegantemente podados al frente. El césped estaba muy bien cortado y tenía un verde exuberante, lo que significaba disponer de servicio de mantenimiento o de aspersores automáticos.
-Vamos a ver qué tenemos aquí... -dijo-. Clase media alta, de solera.
-Mae Hopkins Ivés Fitzpatrick, la única hija de Ethel que sigue viva -leyó Jackson a partir de las notas que había tomado en los archivos del juzgado-. Tiene setenta y seis años. Dos veces casada, dos veces viuda. Y tienes que agradecerme que haya sacado esta información con tanta rapidez porque he sabido observar los métodos de Namjoon.
-A ver si conseguimos ingeniárnoslas para entrar y sacarle lo que recuerde de cuando su madre apareció con la pulsera.
Se acercaron a la puerta, tocaron el timbre y esperaron bajo el ardiente sol.
La mujer que les abrió tenía el pelo lacio, castaño, lo llevaba bastante corto, y unos ojos de un azul apagado asomaban tras sus modernas gafas de montura metálica.
Era muy bajita, no llegaría a metro sesenta, y llevaba un pantalón de algodón azul y una blusa de un blanco inmaculado. Destacaban las perlas en su cuello, unos enormes zafiros en los anulares de ambas manos y unos delicados aros de oro en las orejas.
-Por el aspecto, no diría que vienen a venderme nada -dijo la mujer con voz áspera, sin soltar el pomo de la puerta exterior.
-No, señora -Yoongi puso más calidez en su sonrisa-. Yo soy Min Yoongi y él es mi amigo, Jackson Wang. Quisiéramos hablar con Mae Fitzpatrick.
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Lirio Rojo³
ParanormalUn empleo era lo que deseaba Park Jimin para él y su hija cuando llamó a la puerta de la mansión Kim. Lo que también encontró fue un hogar, la sólida amistad de Jin y Tae, y la posibilidad de un nuevo amor. Solo el misterio que rodeaba la mansión Ki...