🀦Capítulo 36🀦

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Lo envolvió en una manta, del cuello a los pies, y se sentó en la cama junto a él, secándole el pelo con una toalla.

-No recuerdo haberme levantado. No recuerdo haber salido.

-¿Tienes suficiente calor?

-Sí. -Exceptuando el hielo que notaba en el interior de los huesos. Se preguntaba si alguna vez una fuente de calor podría volver a llegar a lo más profundo de su ser-. No sé cuánto tiempo he estado fuera.

-Ahora ya estás aquí.

Sacó una mano y la puso encima de la de él. Yoongi necesitaba la misma calidez y consuelo que él.

-Me has encontrado.

Yoongi besó su húmedo pelo.

-Siempre lo haré.

-Has tomado el aparato de escucha de Lune. -Aquello, pensó Jimin, significaba mucho más-. Te has acordado de tomarlo. No la has dejado sola.

-Jimin. -Lo abrazó y juntó su mejilla con la de él-. No voy a dejarlos solos a ninguno de los dos. -Luego colocó una mano encima de su vientre-. A ninguno. Lo juro.

-Lo sé. Él no cree en promesas, en confianza o amor. Yo sí. Creo en nosotros, en todo lo que poseo. -Volvió la cabeza para poder rozar con sus labios los de él-. No siempre lo he hecho, pero ahora sí. Yo lo tengo todo. Él no tiene nada.

-¿No sentirás lástima por él? ¿Después de esto? ¿Después de todo?

-No sé lo que siento por él. Ni sobre él. -Le resultaba tan agradable poder inclinar la cabeza y apoyarla en aquel hombro tan fuerte-. Creí haberlo comprendido, al menos un poco. Los dos nos encontrábamos en una situación algo parecida. Me refiero al embarazo, a no querer el bebé al principio.

-No tienen nada en común.

-Prescinde por un minuto de las personalidades y de tus sentimientos, Yoongi. Míralo de forma objetiva, como haces en el trabajo. Plantéate la situación. Los dos estábamos solteros y embarazados. No amábamos al padre, no queríamos que nuestras vidas cambiaran, ni cargarnos de responsabilidades. Luego deseamos el bebé. De forma distinta, por razones distintas, pero lo deseamos ardientemente.

-Distintas formas y distintas razones -dijo él-. Sí, ya veo, superficialmente se detecta una pauta.

Se abrió la puerta. Entró Seokjin con una bandeja.

-No voy a molestarlos. Yoongi, procura que se tome esto. -Dejó la bandeja a los pies de la cama y se colocó a un lado de ésta. Tomó el rostro de Jimin y le dio un beso en la mejilla-. Descansa un poco.

Yoongi alcanzó la mano de su padre.

-Gracias, papá.

-Si necesitan algo, me llaman.

-Él no tuvo a nadie que lo cuidara -dijo Jimin en voz baja cuando Seokjin se hubo marchado-. Nadie se ocupó de él.

-¿Quién le importaba a él? ¿Quién? La obsesión no es afecto -añadió antes de que Jimin pudiera hablar. Yoongi se incorporó y sirvió la infusión-. Lo que le hicieron no tiene nombre. No te lo discuto. Pero ¿sabes una cosa? No hay héroes en su triste historia.

-Tendría que haberlos. Siempre los hay. Pero no. -Se tomó la infusión-. No fue un héroe. Ni siquiera trágico, como Romeo. Sino una persona triste. Y amargada.

-Calculador -añadió él-. Y loco.

-Eso también. A ti no te habría entendido. Creo que lo conozco bastante para estar seguro de ello. Él no habría comprendido tu corazón ni tu sinceridad. Y eso también da pena.

Lirio Rojo³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora