🀦Capítulo 27🀦

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Resultaba violento, pero Yoongi estaba convencido de que Namjoon tenía que estar al corriente de cualquier incidente en el que se viera implicado Hoseok. Aunque aquel incidente hubiera sucedido en su cama, con Jimin.

Si su padre tenía que enterarse, sería a través del filtro de su padrastro.

-¿Cuánto tiempo duró? -preguntó Namjoon.

-Creo que unos minutos. Me pareció más tiempo, teniendo en cuenta la situación, pero no creo que fuera mucho más.

-No se ha mostrado violento...

-No. Pero claro... -Tuvo que detenerse un momento para centrar toda su atención en la mesa de trabajo de la biblioteca-. En fin, así es como lo viví yo. Como una especie de violación. Una historia de poder. Te tengo tomado por el pene, por tanto soy yo quien está al mando.

-Encaja con el perfil de personalidad que hemos dibujado hasta ahora. No creo que capte que, a pesar de que lo que hay entre tú y Jimin tiene una naturaleza sexual, el sexo por el sexo no es el impulsor. Te habrá dado un susto de muerte.

Yoongi se limitó a asentir. Aún notaba en el vientre algo de aquella crudeza enfermiza.

-¿Nos falta mucha información para empezar a atajarlo?

-Ojalá pudiera decírtelo. Tenemos su nombre, sus circunstancias. Sabemos que tu línea de sangre procede de él. Sabemos que le quitaron el hijo, y nos imaginamos que lo hicieron sin su consentimiento. O puede que después de cederlo cambiara de parecer. Sabemos que llegó aquí, a la mansión Kim, y tenemos que creer que murió aquí. Quizá si descubriéramos cómo, pero no hay ninguna garantía.

Yoongi nunca había contado con garantías, en su vida o en su trabajo. Su padre había muerto cuando él tenía pocos años, lo que echó por tierra cualquier tipo de garantía familiar tradicional. Su trabajo consistía en una serie de experimentos, riesgos calculados, técnicas aprendidas y pura suerte. Nada de aquello garantizaba el éxito.

Para Yoongi, el fracaso era, en el peor de los casos, una posposición, y en el mejor, un paso más en el proceso.

Sin embargo, todo era muy distinto cuando se implicaba al hombre que él amaba, el bienestar de Jimin.

Se acordó de ello cuando lo encontró regando semilleros.

Llevaba el pantalón corto y la camiseta que se había convertido en una especie de uniforme de verano en el vivero. En los pies, unas zapatillas de lona que podían mojarse, y el rostro protegido por la visera de una de las gorras de propaganda.

Se lo veía terriblemente triste y abstraído. Esto último quedó demostrado con el salto que dio cuando él lo saludó:

-¡Eh!

-¡Jesús! Me has asustado.

-Es lo que le pasa a quien se queda en Babia mientras trabaja. Y hablando del trabajo, voy a empezar a hibridar y no me vendría mal una ayuda.

-¿Sigues con la idea?

-¿Por qué no?

-Pensaba que cuando reflexionaras un poco, decidirías mantener las distancias un tiempo.

Se acercó a Jimin, apartó con cuidado la regadera y le dio un beso.

-Creo que te equivocas.

-Eso parece. Suerte que tiene uno.

-Cuando acabes, ven. Ya he dicho a Tae que te secuestro un rato.

Yoongi empezó a prepararse para la tarea, ordenando las herramientas y las plantas que pensaba utilizar. Entró los nombres de las especies, las variedades y el nombre y las características de la planta deseada en sus archivos informáticos.

Lirio Rojo³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora