Era algo perfecto poder reunir de nuevo a todos alrededor de la mesa, a toda la familia Kim, así los llamaba Jimin, que en aquellos momentos se lanzaba al ataque del jamón caramelizado que había preparado Jackson.
Él nunca había tenido una gran familia. Se crió solo con su padre. Aunque no veía aquello como una carencia, ni mucho menos. Con su padre habían formado un equipo, un todo, y él era -había sido- el hombre más amable, divertido y cariñoso que había conocido en su vida.
Lo que sí le había faltado eran comidas como aquélla, una mesa a rebosar, muchas voces, incluso las discusiones y el dramatismo que él solía asociar con las familias numerosas.
Lune crecería en un ambiente así, porque Jin los había acogido. De modo que su hija pasaría la vida participando en comidas como aquéllas, con tías, tíos y primos.
Abuelos, pensó, mirando de reojo a Seokjin y Namjoon. Y cuando aparecieran de visita los otros hijos que tenían Jin y Nam, cada cual por su lado, otros más a añadir al caldo familiar.
Algún día los hijos de Jin y el de Nam, se casarían. Y entre todos se juntaría un buen rebaño de críos.
Volvió la vista hacia Yoongi, pensando que no tenía que hacer caso a aquella inquietud que sentía al pensar que algún día podía casarse, tener hijos con alguien cuyo rostro él era incapaz de ver.
Sería un hombre hermoso, por supuesto. Probablemente rubio, bien plantado, de sangre azul.
Fuera quien fuese en definitiva, independientemente de su aspecto o su modo de ser, Jimin decidió que sería amigo de él. Aunque aquello lo torturara infinitamente.
-¿Pasa algo con las patatas? -murmuró Jackson, junto a él.
-Hum... No. Están riquísimas.
-Pues tenías todo el aire de estar tragando una horrible medicina, cariño.
-Ah, pensaba en algo que tengo que hacer y no me gusta. La vida está llena de cosas así. Pero no tiene nada que ver con estas patatas. En realidad, pensaba pedirte que me enseñaras a cocinar algunos platos. Tengo buenas manos para la cocina. Papá y yo nos repartíamos esas tareas, y los dos nos las arreglábamos con lo básico, incluso de vez en cuando se me ocurría alguna fantasía. Pero como Lune está creciendo con tus recetas, tendré que aprender a prepararlas para cuando lo necesite.
-¡Huy, un alumno! ¡Además uno que podré moldear a mi antojo! Me encanta.
Cuando Lune empezó a tirar lo que le quedaba en el plato con disimulo al suelo, Jimin saltó:
-Creo que alguien ha terminado.
-¿Por qué no salen con Lune a jugar un rato, Yeonjun y Kai?
-¡Oh! -Jimin negó con la cabeza ante la sugerencia de Tae-. No quiero que tengan que ocuparse de ella.
-Podemos hacerlo -respondió Yeonjun-. A ella le gusta ir a por la pelota y el frisbee.
-Bueno... -Yeonjun, a punto de cumplir los diez, era un muchacho alto para su edad, y Kai, con ocho recién cumplidos, le seguía de cerca. Podían llevarse a Lune, no era la primera vez, a jugar al césped de atrás-. Si a ustedes no les importa, a mí tampoco, y ella estará encantada. Pero cuando estén cansados de ella, la traen para acá.
-Y como premio, helados más tarde.
La propuesta de Jackson se ganó un aplauso unánime.
Cuando hubieron jugado y devorado los helados, Jimin llevó a Lune a la cama y Taehyung a sus hijos al salón, que antes habían compartido, para ver la tele.
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Lirio Rojo³
ParanormalUn empleo era lo que deseaba Park Jimin para él y su hija cuando llamó a la puerta de la mansión Kim. Lo que también encontró fue un hogar, la sólida amistad de Jin y Tae, y la posibilidad de un nuevo amor. Solo el misterio que rodeaba la mansión Ki...