Desde la ventana de la cocina de Taehyung, Jimin veía toda la extensión de los jardines de atrás, el patio, la pérgola, la casa arbórea que Jungkook y los chicos habían construido al socaire de las ramas de un plátano.
Observaba cómo Jungkook empujaba a Lune en un columpio rojo, que colgaba de otra rama, mientras los muchachos lanzaban una vieja pelota a Yeontan para que saliera tras ella.
Se le ocurrió que aquello era una especie de retrato en movimiento de un atardecer de verano. Aquella indolente satisfacción que uno solo encuentra en los bochornosos días de verano, poco antes de servir la cena a los pequeños y de que se enciendan las luces del porche. El resplandor amarillo que ahuyenta a las mariposas nocturnas y crea un halo que nos dice: «Estamos en casa».
Recordó con gran claridad la sensación de ser niño en agosto, de estar encantado con el calor, de correr tras el último resquicio de sol hasta que éste se ponía.
Ahora, pensaba esperanzado, estaba aprendiendo lo que representaba ser padre.
Estar en el otro lado de la puerta mosquitera. Ser el que enciende la luz del porche.
-¿Te acostumbras a esto o alguna vez aún miras hacia fuera y piensas: «Soy el hombre más afortunado del mundo»?
Taehyung se acercó a la ventana sonriendo geométricamente.
-Ambas cosas. ¿Vamos a sentarnos en el patio a tomar una limonada?
-Enseguida voy. No quería hablarte de esto en el trabajo. Y no solo por tratarse del trabajo, sino porque es también propiedad de los Kim. Y ahí es donde está él. No va a desplazarse hasta aquí.
-Jin me ha contado lo que pasó. -Tae puso una mano en el hombro de Jimin.
-A él no le dije que se trataba de Yoongi. Que cuando fantaseaba, lo hacía con Yoongi. No estoy dispuesto a decirle que me imaginaba desnudo con su hijo.
-Creo que has sido sensato al obviarlo. ¿Ha ocurrido algo más desde entonces?
-No, nada. Y ya no sé si espero que pase algo o que no pase nada.
Observó cómo Jungkook interceptaba la destrozada y babosa pelota que llegaba hasta él y la lanzaba, organizando una desenfrenada persecución entre el perro y los niños, mientras Lune aplaudía desde el columpio.
-¿Sabes una cosa? Si tuviera que optar por la vida de otra persona, creo que me metería en la tuya.
-Me considero un buen y leal amigo, Jiminnie, pero eso no implica que te prestaría a Jungkook. -contestó con voz grave.
Jimin soltó una carcajada, dando un cariñoso codazo a Taehyung.
-Eres un aguafiestas. En fin, lo que pensaba es que no estaría mal tener a alguien tan loco por mí como Jungkook lo está por ti. A eso le añades un par de hijos estupendos, una casa preciosa que hicieron juntos y, ¿quién necesita fantasías?
-Tú también encontrarás algún día lo que buscas.
-Últimamente no sé lo que me pasa. -Movió los hombros como si quisiera quitarse un peso de encima-. Estoy siempre con el «pobre de mí». Y yo no soy así, TaeTae. Soy una persona feliz. Incluso cuando me siento desgraciado busco la manera de arreglar mi situación. No soy de los que se amargan o se quejan. Al menos normalmente.
-No, tienes razón.
-Es verdad que me ha dado por lo de Yoongi, pero una cierta frustración no es motivo suficiente para derrumbarme. La próxima vez que veas que me lamento, me pegas un buen puñetazo.
-Descuida, para esto están los amigos.
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Lirio Rojo³
ParanormalUn empleo era lo que deseaba Park Jimin para él y su hija cuando llamó a la puerta de la mansión Kim. Lo que también encontró fue un hogar, la sólida amistad de Jin y Tae, y la posibilidad de un nuevo amor. Solo el misterio que rodeaba la mansión Ki...