🀦Capítulo 32🀦

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Más tarde, cuando reinaba el silencio en la casa y Lune dormía en su cuna, Jimin no conseguía conciliar el sueño.

-De pronto noto que estoy a punto de dormirme y un instante después me da un acelerón. Para ti tiene que ser un fastidio.

-Ahora que lo dices... -Con una sonrisa, Yoongi lo ayudó a tumbarse en el sofá, a su lado-. ¿Por qué no vemos el partido? Bajo un momento a la cocina a ver si encuentro alguna porquería que comer.

-¿Quieres que me siente aquí a ver el basquetball?

-Creía que te gustaba el basquetball.

-Sí, pero no tanto como para desconectar totalmente ante el televisor.

-De acuerdo. -Soltó un exagerado suspiro- Veremos una película.

Jimin se recostó en el sofá.

-¿En serio?

-Pero tú harás las palomitas.

-¿Y te estarás aquí calladito sin hacer comentarios maliciosos?

-En cuanto a lo segundo, no recuerdo haber dicho nada.

-A mí me gustan las que tienen acción.

-Esto ya tiene más miga.

-Aunque me encantaría ver algo así, pero un poco romántico, con un par de escenas de ésas de llorar a moco tendido. ¡Por fa! -Le dio un ruidoso beso en los labios y se puso de pie de un salto-. Voy a poner un montón de mantequilla en las palomitas. -Al llegar a la puerta se detuvo y se volvió para dedicarle una radiante sonrisa-. Ya me siento mucho mejor.

En su vida había experimentado tantos altibajos en cuanto a estado de ánimo

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En su vida había experimentado tantos altibajos en cuanto a estado de ánimo. Pasaba de la energía frenética al agotamiento, de la alegría a la desesperación. Todos los días creía cubrir el espectro entero. Y bajo los efectos de los vaivenes, los acelerones y los tropezones, una tensa expectativa sobre lo que iba a ocurrir luego. Y sobre cuándo.

En el momento de la bajada en espiral, hacía esfuerzos por pensar en lo que era suyo. Una hija preciosa, un hombre maravilloso que lo amaba, amigos, familia, un trabajo interesante. Sin embargo, en cuanto se iniciaba la vorágine descendente, le resultaba imposible controlar la caída.

Lo inquietaba pensar que pudiera tener un problema físico. Un desequilibrio químico, un tumor cerebral. Tal vez estuviera tan loco como el caballero de Kim.

Con sensación de acoso y de agotamiento, aquella mañana que tenía libre se fue a Wal-Mart a comprar pañales, champú y otros productos que necesitaba. Daba gracias a Dios de poder arañar aquel tiempo en el que estaba solo. Mejor dicho, solo con Lune, rectificó mientras ataba a la pequeña en el carrito de la compra.

Como mínimo nadie se veía obligado a vigilarlo cuando estaba fuera de la mansión Kim y del trabajo. Porque lo que hacían era vigilarlo. No quitarle los ojos de encima.

Lirio Rojo³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora