🀦Capítulo 7🀦

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Jimin organizó el baño, acostó a la pequeña y se distrajo con las necesidades de esta hasta que comprobó que dormía.

Intentó leer, mirar la tele. Demasiado inquieto para lo uno y lo otro, puso una cinta que había comprado en el centro comercial e hizo unos ejercicios. Bajó por galletas. Puso música, desconectó el aparato.

A las doce seguía nervioso y agitado, de modo que salió a la terraza a tomar el aire.

Había luz en la cochera. En la habitación de él, supuso. Nunca había estado en la planta de arriba, en lo que él llamaba el loft. Donde dormía. Donde en aquellos momentos estaría en la cama, leyendo un libro. Desnudo.

No tenía que haber paseado en aquella dirección con Lune. Podía tomar cualquier otra, pero se fue directo a la cochera. Estaba tan obsesionado como su hija.

Si estuvo a punto de desmayarse cuando al dar la vuelta en la senda lo vio...

Apoyado en la jamba de la puerta, con tan solo aquel pantalón viejo y roto. El pecho duro, pálido a pesar de pasar horas bajo el sol, el lacio pelo todavía húmedo y echado hacía atrás de su frente. Y la sonrisa indolente al tomar un sorbo de cerveza.

¡Qué atractivo le había parecido! Un excitante anuncio enmarcado en la puerta de la casita, rodeado de flores, la viva imagen de la seducción. Le sorprendía haber sido capaz de articular alguna palabra razonable cuando se había pasado el rato allí estremeciéndose de emoción.

Un estremecimiento que no conducía a ninguna parte. Tenía que detenerlo de una vez. ¿Por qué no podía volver a como era antes? Cuando estaba embarazado se sentía cómodo con él. Incluso en los primeros meses de Lune, su compañía le había parecido algo de lo más tranquilo. ¿Cuándo había empezado el cambio?

No lo sabía, no podía establecerlo con exactitud. Era así, sin más.

Pero era imposible seguir. No era solo Lune la que no podía conseguir todo lo que quería.

 No era solo Lune la que no podía conseguir todo lo que quería

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En el trabajo se sentía mal, raro. Como si la piel no acabara de cubrir su cuerpo, como si le pesara demasiado la cabeza. Demasiado gimnasio para alguien que había vuelto con todo después del embarazo, decidió.

Demasiado trabajo, pocas horas de sueño. Tal vez debería tomarse unas cortas vacaciones. Podía pedir unos días y permitirse una salida. Acercarse a Butterfly, ir a ver a los amigos y ex compañeros de trabajo, presumir de Lune.

Aunque tendría que recurrir a los ahorros que había empezado a reunir para llevar a Lune a No More Dream cuando cumpliera los tres años. Claro que, ¿cuánto iba a costarle en realidad? Solamente unos cientos de dólares, y el cambio de paisaje le sentaría muy bien.

Se secó la frente con la parte superior de la mano. La atmósfera del invernadero le parecía demasiado cerrada, excesivamente densa. Al preparar los centros, notaba los dedos hinchados, torpes. No sabía por qué se había quedado atascado en aquel trabajo. Lo podía haber hecho Taehyung o Ruby. Y él ocuparse del mostrador: en aquella época del año hasta un mono podía llevar el mostrador, pensó, de mal talante.

Lirio Rojo³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora