Kiara
Llevo una hora y media en el despacho del director esperándole, me han sacado de clase de matemáticas porque el director quería hablar conmigo. Aunque la verdad agradezco que me hayan sacado porque estaba a punto de dormirme.
La intriga me puede, nunca me habían traído aquí, bueno suelo pasar desapercibida porque siempre voy a mi rollo, nunca destaco en clase... lo típico. Tampoco es que quiera destacar en un sitio como este, es simplemente agotador el hecho de estar en un sitio rodeada de gente a la que le resulta más interesante de que marca es la ropa que lleva esa persona puesta o quién es el más fuere en un pulso, en fin adolescentes promedio.
Estaba a punto de sacar mi móvil para intentar buscar los acordes de una canción cuando de repente el director entro con una sonrisa de oreja a oreja.
-Kiara, querida, ¿qué tal? - dijo el hombre bajito, con un bigote blanco y unas gafas redondas doradas- tienes un trabajo muy muy importante.
Honestamente, ese hombre me ponía de los nervios, trataba a los alumnos como si fueran niños que no se enteran de absolutamente nada. Pero es divertido seguirle el rollo.
-¿Yo? Pero si... - no me dejo acabar
- Sí, porque por fin he encontrado a alguien de tu especie, alguien que no le gusta estar con el resto, alguien que no se podrá colar en alguna de las pandillas que hay. Y aparte, es nuevo, es bueno en matemáticas. - iba a abrir la boca pero, ¡sorpresa! No me dejo hablar- shhh. Vas a ser su guía en el Instituto y él te va a ayudar en matemáticas.
Termino de explicar su grandiosa idea, de la cual debo decir que se sentía muy orgulloso, sonriendo de oreja a oreja, con los codos apoyados en la mesa y sus manos apoyadas en su cara.
No tenía otra opción, tenía que hacerlo, aparte ¿que podía salir mal?
Esperé fuera a un tal Leo, el director me dijo que era alto, rubio y con ojos verdes. Cuando llego yo estaba con mi móvil mirando unas cuantas canciones, no tenía nada mejor que hacer y necesitaba evadirme de todo este mundo, ya que tenía cerca de mí a unas chicas hablando de una de las fiestas que iban a tener lugar durante el fin de semana.
Estaba en mi mundo como siempre cuando noté como alguien se ponía delante de mí.
-Emm, hola. Tú debes de ser Kiara, soy Leo- si, era alto, muy alto.
-Hola, sí, soy Kiara- ¿porque estaba nerviosa? - Emm ven, te enseñare el Instituto, aunque no esperes mucho no esperes gran cosa.
Él me siguió, me preguntaba algunas cosas, le enseñe todo el Instituto, todas las clases y bueno decía que se iba a perder así que le pregunte que clases tenía y coincidimos en todas, ahora entiendo porque el director me eligió a mí. Así que le acompañare, tampoco es que sea una carga para mí...
-¡Kiara! - estaba a punto de subirme a mí skate y vino corriendo. ¿Porque sigo nerviosa? Estúpidos sentimientos que no me llevan nunca a un buen lugar...
-¿Que sueles hacer para divertirte? - me dijo sonriendo y no me podía resistir.
Él también tenía un skate, así que...
-Venga Leo, si me alcanzas eliges tú a dónde ir, si te tengo que esperar elijo yo.
-¡Pero si no...!- no le deje hablar, cogí mi skate y salí corriendo el estaba riéndose y la verdad aunque lo acababa de conocer me estaba gustando.
-Kiara no vuelvo a salir contigo en skate nunca.- Leo estaba cogiendo aire y yo me estaba riendo de él la verdad, fue bastante divertido ver como se frustraba mientras que yo intentaba tomar el camino más complicado. ¿Soy un poco mala? Puede, pero a veces merece la pena.
-No te veo en forma, saldremos más veces en skate.- Leo me miro con ganas de matarme.
-He ganado así que vamos al bosque. Venga sígueme.
-Ni de coña- me miro como si estuviera loca. Un poco lo estaba pero me ofendió.
-Venga, ¿qué puede salir mal?
-Muchas cosas Kiara, te conocerás el bosque pero... -le corte
-Tú lo has dicho, me conozco el bosque. Sígueme y no hagas ruido.
-Si algo o alguien nos persigue, yo saldré corriendo y tú te quedaras aquí.
Sentía como de vez en cuando su mano rozaba la mía, mientras que hablábamos de cualquier cosa o le explicaba cómo eran los profesores mi corazón latía más fuerte. ¿En qué momento?
No puedes sentir cosas por una persona a la que acabas de conocer, eso es imposible.
Leo ya se estaba empezando a quejar de que estábamos muy lejos cuando llegamos a "mi refugio", una cabaña que era una antigua biblioteca. Siempre jugaba aquí cuando era pequeña, el bibliotecario era un hombre bajito, con gafas y una larga barba blanca, le solía decir que era mi abuelo adoptivo porque a falta de uno de verdad, el me trató como si fuera su nieta.
Aprendí a leer entre estas paredes de madera, rodeada de libros sobre hadas y sirenas y me imaginaba como se deberían de sentir las protagonistas volando por los cielos o nadando por los mares. Ese sentimiento de libertad me proporcionaba una vía de escape a un mundo en el que no existían los problemas y poco a poco me sentía como en casa en cualquier historia, me enamoraba de los chicos de los libros, me sentía una más de las protagonistas y conseguía creer que todo lo que conseguían, lo podía conseguir yo. Porque al final leyendo pude aprender que no solo existe una casa, sino que podía crear mi propia casa en el lugar donde me podía sentir más segura.
-¿Me has traído aquí para matarme? - Leo estaba apoyado en un árbol mientras me miraba sonriendo.
-Claramente, luego me haré un collar con tus huesos- dije mientras daba la vuelta a la cabaña para colarme por la ventana que yo misma había roto.
-Kiara la puerta está aquí- Leo no entendía nada, pobrecito.
-Idiota no tengo la llave- yo ya estaba dentro apoyada en la mesa llena de polvo.
-Así que eres una criminal, veo que esto lo sueles hacer frecuentemente- me miro fijamente y se apoyó a mi lado.
-Emm, sí, bueno no del todo esta era la biblioteca de mi abuelo, pero él hace 9 años se mudó, o eso es lo que dijo mi madre- claramente sabía que estaba muerto pero eso era más sutil- y aparte un delito no es ilegal si no te pillan haciéndolo- iba a decir otra cosa, pero todo se me olvidó cuando vi ese libro.
Leo notó que me tensaba, me conocía toda la biblioteca al milímetro, sabía que había en cada rincón de las cuatro habitaciones que la formaban, conocía el título de cada libro y también para que se usaban cada una de las cosas que mi abuelo usaba para sus trucos de magia. Conocía esa cabaña tanto o más de lo que me conocía a mí misma, esta cabaña ha sido mi lugar favorito desde que tengo uso de razón, pero, ¿sabes ese momento en el que reconoces que nada volverá a ser igual? Ese momento llego, porque al ver ese libro supe que fuera lo que fuera cambiaria el curso de las cosas.
Pero ese libro nunca lo había visto, no estaba lleno de polvo y tapaba una de las fotos que había en la cabaña; si yo no lo he puesto, significa que alguien más ha estado aquí. Significa que alguien ha pasado a una cabaña perdida en el bosque, significa que nadie del pueblo ha podido ser porque todo el mundo decía que mi abuelo estaba loco y que no se pasarían por aquí.
Pero sentía algo muy dentro de mí que se sentía atraído por ese libro, sentía una llamada, como si necesitara leer ese libro o como si ese libro necesitara ser leído por mí.
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EM Firmado, DESTRUCCIÓN
Teen FictionEM, escuela de magia. Un nombre muy original, ¿no? La EM, es un lugar de paz y calma en medio del caos, la guerra entre los reinos mágicos lleva años latente y los portales que conectan el mundo mágico con la tierra llevan muchos años cerrados, o...