Demente.
No existía otra palabra en el mundo que describiera a la perfección a la locura que estaba haciendo Nathaniel.
Parecía que se estaba tomando muy en serio las reglas y normas que había dejado en aquel contrato de trabajo.
—¿Todo bien? —pregunta cuando me ve con la vista fija en aquella particular habitación.
—¿No pretenderás que tú y yo...?
—¿Durmamos juntos? —termina de decir.
Vaya, no quería decirlo de aquella forma, pero ya que lo ha mencionado. Es bueno abordar el tema sin darle más largas.
—Si —asiento.
—Por supuesto que lo haremos —dice más que obvio.
—¿Qué? —parpadeo perpleja—. De ninguna manera —refuto.
—Gisele, cuando dije que esto debía verse lo más real posible, me refería a todo.
—Esto es una locura Nathaniel, yo..., no duermo con extraños.
—No soy un extraño —se encoje de hombros—. Soy tu futuro marido.
—De mentiras —le corrijo.
Me muevo de un lado a otro, impaciente, desconcertada y sin dejar incluso en pensar en lo que Lorette me ha dicho abajo con su repentina aparición de psicópata.
—Supongamos que acepto esa locura, ¿Dónde se supone que dormiría?
—Tú desde luego en la cama, si deseas puedes hacerlo con Joyce, no me quejare de los llantos y yo —fija su vista en un enorme sillón de un lado—. Esa es la razón por la que he mandado a traer es sillón —se cruza de brazos—. Todos contentos, ¿ves?
Suspiro.
—De acuerdo, te di mi palabra, y no me voy a echar para atrás ahora.
—Perfecto porque ya estás aquí —me toma por los hombros—. Iré a solucionar una par de cosas pendientes con la mudanza. Tú aprovecha y echa un vistazo por la casa.
Ruedo los ojos.
Nathaniel abandona la habitación para dejarme sola en aquel sitio, me siento en una esquina de la casa. Antoine estaría muy decepcionado de mí, que estaba haciendo ahora con un hombre en una misma habitación durmiendo juntos y para colmo, este era idéntico a él.
No quería que se viera como si lo estuviera reemplazando.
Alejo mis pensamientos una vez más, Nathaniel no sabía su parecido con Antoine así que ese sería un problema del que no debía preocuparme ahora por el momento lo que más me importaba del asunto era las habladurías que Lorette soltaría en la academia.
Ahora lo había confirmado por su propia cuenta, ya no podría negar que entre Nathaniel Muller y yo había algo, porque en realidad existía y mucho.
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Danzando con el Destino
RomanceGisele se ha esforzado en cumplir su sueño desde niña, el tener un puesto en una de las prestigiosas academias de ballet de Paris, su talento es único y admirado por muchos a pesar de la difícil vida que ha llevado. Nathaniel Muller, candidato reco...