Hemos regresado a la casa, no sé qué explicación le ha dado Nathaniel a la prensa pero ha bastado para deshacernos de ella en la entrada del hospital, nuestro recorrido a casa ha sido en total silencio, él no ha pronunciado ninguna sola palabra desde nuestra charla y tampoco he intentado tocar el tema de nuevo, porque sé que esta lo suficiente enojado como para poder darme la cara.
Nathaniel se dirige a la oficina una vez cruzamos las puertas de la casa, se encierra allí y yo opto por dirigirme a nuestra habitación junto a Joyce.
Suspiro mientras lo cargo y me acerco a la ventana para mirar el atardecer esconderse entre los árboles.
Observo a Joyce jugar con el listón de mi blusa, lo tomo con fuerza en mis brazos y le doy un beso en la frente.
—Trataré de hacer lo mejor, lo hare no te preocupes bebé.
Sé que la decisión que he tomado ha afectado principalmente a Nathaniel, sé que no debí hablarle de esa manera, y menos tener esa reacción con él, pero escuchar aquello no me ha dejado tranquila. Ninguna persona debería pasar por esto.
Me regreso a la cama, me tumbo sobre esta aferrándome a las almohadas, no me doy el lujo de llorar, pero si se ha creado un nudo en mi garganta con todo lo que tengo retenido en mi corazón. No estoy lista para esto, no estoy preparada para despedirme de mi hijo, no quiero hacerlo.
Me dejo llevar por el sueño, me quedo sobre la cama, siento después de eso un leve movimiento en la cama, Nathaniel se acerca me cubre con las sabanas y al poco tiempo se tumba a mi lado.
Quisiera decirle algo, pero no puedo, siento que le he fallado, que lo he herido y decido mejor guardar silencio y cerrar mis ojos.
El día se cuela por la ventana, me levanto de la cama y me apresuro para tomar un baño, antes de cruzar el cuarto de baño me acerco a la cuna de Joyce pero descubro que no está allí, así que deduzco que debe estar en su habitación.
Abro la puerta y camino por el pasillo en dirección a esta, me detengo antes de cruzar y encuentro a un Nathaniel con él en brazos. Está sentado una de las sillas mientras le susurra algo.
Me quedo allí parada sin decir nada.
—Parece que creces muy rápido cada día hijo —le dice a medida en que se mece con él—. Compraré muchas cosas una vez empieces a caminar, jugaremos juntos en el parque.
Su voz se entrecorta en ese instante.
—¿Sabes algo Joyce? Quiero muchísimo a tu madre —susurra—. Tal vez ya debes de saberlo. Y porque la quiero, no puedo perderla. No sabría que hacer sin ella.
Observo desde mi lugar como Nathaniel ha detenido sus palabras para limpiarse las lágrimas con sus muñecas.
—No puedo renunciar a ella, y no quiero herirla. Solo quiero que se dé cuenta de cuanto la amo.
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Danzando con el Destino
عاطفيةGisele se ha esforzado en cumplir su sueño desde niña, el tener un puesto en una de las prestigiosas academias de ballet de Paris, su talento es único y admirado por muchos a pesar de la difícil vida que ha llevado. Nathaniel Muller, candidato reco...