Me remuevo en los brazos de Nathaniel, la suave brisa que proviene del mar hace que las ventanas se muevan al ritmo de esta, me las arreglo para despegarme de su lado sin hacer el más mínimo ruido, ni movimiento.
Me detengo algunos segundos para verlo dormir, es un hombre bastante guapo, sus pestañas son largas y ligeramente rubias y sus cejas ahora las tiene un poco más relajadas a como lo suelo ver frunciendo el ceño.
Me tapo la boca para no dejar escapar una risa burlándome del asunto.
Tomo mi ropa para meterme en ella y me levanto de la cama, me acero unos cuantos pasos a la habitación donde he dejado a Joyce durmiendo, aun lo hace y eso es un consuelo. Ambos duermen profundamente mientras yo por el contrario he pasado la noche con la mirada puesta en el techo.
Lo que ha pasado me ha dejado con muchos sentimientos encontrados.
Mi madre siempre me ha dicho que debo darme una oportunidad y dejar en parte el dolor del pasado, pero aún no sé si este lista para esto, si pueda ser capaz de hacer feliz a otra persona, porque se perfectamente que soy yo del problema, y mientras mi mente no olvide los recuerdos de Antoine en la figura de Nathaniel no podre sanar.
Me apoyo sobre aquella baranda del balcón, quisiera tener una repuesta o una señal de que todo irá bien, o que no debería preocuparme por dejarme guiar por lo que mi mente y mi corazón me dictan.
¿Porque es tan difícil?
Siento de repente unos brazos enormes rodearme la cintura, su mentón se apoya sobre mi hombro.
—Buenos días —susurra pegando sus labios a mi mejilla.
—Buenos días —le contesto enlazando mis manos a las suyas.
—Creí que te habías ido.
Me giro para verlo a la cara, le sonrío.
—Huir en medio de las madrugadas no es lo mío.
—Debo de admitir que lo que sucedió anoche ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. No quiero que te sientas obligada a nada, solo quiero que seas feliz.
Me puedo en silencio un par de segundos.
—Gisele, ¿porque no respondes nada a lo que te he dicho? —pregunta.
—Es que me he perdido en el precioso color de tus ojos —le respondo.
Nathaniel suelta una risa con aquello.
—Lo digo enserio —le tomo el rostro con las manos—. Tienes unos ojos preciosos —mis labios se unen a los suyos en un corto beso.
Los berridos de Joyce nos hacen separarnos.
—Debo ir —me alejo de su lado para ir en dirección a la recamara.
Joyce mueve sus brazos hacia mí, se calma cunado lo tomo en brazos y lo arrullo pegándolo a mi pecho.
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Danzando con el Destino
RomanceGisele se ha esforzado en cumplir su sueño desde niña, el tener un puesto en una de las prestigiosas academias de ballet de Paris, su talento es único y admirado por muchos a pesar de la difícil vida que ha llevado. Nathaniel Muller, candidato reco...