Capitulo 21

7.9K 781 61
                                    

—¿Y bien como ha quedado? —le pregunto a Nathaniel cuando ha terminado su plato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Y bien como ha quedado? —le pregunto a Nathaniel cuando ha terminado su plato.

Él se limpia los labios con la servilleta.

—Es el mejor quiche que he probado —sonríe.

—No ganaras puntos conmigo por alagarme —me cruzo de brazos mientras permanecemos tumbados en el pasto del jardín.

—No necesitas ganar puntos contigo, ¿o me equivoco? —se burla pellizcando mis mejillas.

Le dedico una media sonrisa.

—¿Qué es lo que te tiene tan preocupada?

—Lo que han dicho del periódico, tal vez Lorette tenía razón.

—Lo solucionaré —me guiña un ojo—. Mañana mismo ese rumor será quitado de las páginas de todos los periódicos de Francia.

—Nat, quizás no podamos esconder la verdad por mucho tiempo —le tomo de las manos—. Creo que deberíamos empezar a sincerarnos a quienes les hemos mentido, empezando por tu madre.

Él niega.

—Nadie nunca sabrá la verdad, suceda lo que suceda, nadie podrá descubrir lo que pactamos ese día. Me encargaré de ese tipo también.

—Por Dios, hablas como un criminal, no arruines las elecciones por lo que ese sujeto haya dicho.

—¿Que debería hacer entonces? ¿Dejar que hablen de mi familia? ¿Que usen palaras sucias que manchen tu nombre?, una ofensa contra ti o Joyce equivale a ofenderme a mí, ustedes son mi familia, cuando alguien provoca a un Muller no se va sin pagar las consecuencias.

Suspiro.

—Y tranquila, no enviaré a golpear a nadie, aunque la idea me es tentadora —se burla con aquello.

—No puedo creer que hayas pensando en esa posibilidad —frunzo el ceño.

Nathaniel me toma de las manos y sonríe al verme a los ojos.

—Esta cena ha sido mejor que la de la embajada —me besa en la frente—. Quizás ya no me vayan esos ambientes.

—Creo que una vez seas presidente tendré que acostumbrarme a que cenes lejos de casa.

—Mis obligaciones no me harán dejar a mi familia.

—Eso lo sé —me abrazo a él mientras sus brazos me rodean la cintura.

Joyce empieza moverse de su posición, estira sus brazos y piernas y pronto descubro que ha empezado a gatear.

—¡Gatea, Joyce gatea! —digo llena de alegría—. ¿Lo has visto? —le pregunto a Nathaniel que se ha sorprendido de igual manera.

—Vaya, no creí que lo hiciera tan rápido —responde boquiabierto.

—Mi inteligente bebé —lo tomo en mis brazos para cargarlo—. Eres mi inteligente bebé —muevo mi nariz con la suya.

Danzando con el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora