Nathaniel se remueve de un lado a otro en la cama, ha estado actuando extraño toda la semana y sé que lo que le esta quitando el sueño es quizás la decisión de dejar la presidencia, no ha vuelto a hablar el tema conmigo, pero estoy segura de que se trata de eso.
—Nat —susurro pasando mis manos por su cuerpo —. ¿Estás bien?
—Si —responde girándose hasta mí—. ¿Porque estas desierta? —pregunta.
—No has dejado de darle vueltas a la cama, ¿qué es lo que te preocupa?
—Ya te he dicho que no te preocupes por mí, solo es algo pendiente del trabajo.
—¿Aun sigues con la idea de dejar la presidencia?
Él guarda silencio.
—Creo que lo mejor que puedes hacer es regresar, intenta hablar con los del parlamento, seguro entenderán.
—¿Y dejarte de nuevo sola? Ni de joda —se queja.
—Ya estoy mucho mejor, además la enfermera que has contratado hace muy bien su trabajo, no quiero que te sientas atado de alguna forma a nosotros.
—Gisele prometí estar a tu lado.
—Y lo estas, no me quejo, me has cuidado más que nadie, pero no puedo ser egoísta y alejarte de lo que por años has trabajado, no sería justo.
—Pero...
—Quiero que vayas mañana mismo a la embajada y te reúnas con esos hombres, no sabré nada de política pero si puedo saber que eres el mejor para llevar las riendas del país, eres comprometido con lo que te apasiona, retoma tus labores.
—Gisele, aunque quiera dudo que esos hombres escuchen...
—Déjamelo todo a mí —le respondo con una sonrisa.
—¿De qué hablas? —enarca una ceja con curiosidad.
Había estado pensando durante toda la semana una forma de ayudarle a retomar el mandato donde lo había dejado, no muchos sabían de las razones por las calles Nathaniel se había alejado, no nadie más que el círculo más cercano a la familia, pero ahora dependía de una explicación lo suficiente honesta para convencer a aquellos hombres que Nathaniel no se había ausentado porque no había podido manejar el país o porque era un mal político, por el contrario se había sacrificado tanto por todos que a nadie le preocupada lo que haba detrás de su postura de hombre autoritario de leyes.
Tenía en mente dar un pequeño discurso en el que aclaraba la situación, lo hacía porque era la perfecta oportunidad para mostrarles la clase de hombre que es.
—Gisele, ¿A qué te refieres con dejártelo a ti?
—Tú no te preocupes, duérmete mejor —le digo.
Nathaniel insiste en que le dé una explicación, pero al no encontrar respuesta de mi parte decide darse por vencido con sus preguntas y finalmente se queda dormido.
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Danzando con el Destino
RomanceGisele se ha esforzado en cumplir su sueño desde niña, el tener un puesto en una de las prestigiosas academias de ballet de Paris, su talento es único y admirado por muchos a pesar de la difícil vida que ha llevado. Nathaniel Muller, candidato reco...