Trago en seco.
—Gisele he hecho una pregunta —vuelve a insistir una vez más.
—Sí —meto un mechón detrás de mí oreja mientras agacho la mirada—. Creo que tu madre no merece que le mintamos más.
De nuevo decidía mentirle a Nathaniel, no podría llevarle aquella verdad, porque sabría qué haría miles de preguntas, preguntas que me arrojarían al dolor que había decidido empezar a dejar en el pasado junto a los recuerdos de Antoine.
—Es cuestión de tiempo Gisele, cuando la situación mejore prometo decirlo.
—¿Cuándo mejore? —enarco una ceja—. No veo la forma en que esto pueda mejorar —me suelto de su agarre.
—Escucha aumentare el pago si decides no decirle nada a ella. Esta muy ilusionada con la idea del matrimonio.
—No estoy interesada en tu dinero Nathaniel, he aceptado este trato porque has hecho lo posible por mi hijo y estoy muy agradecida por eso, pero nunca he pensado en estar a tu lado por el dinero, no soy esa clase de persona, y tampoco le diré nada a tu madre puedes estar tranquilo.
Él suspira un poco aliviado.
Me regreso a donde ha quedado la señora Chantal, solo espero que no haya escuchado parte de nuestra conversación.
—¿Todo bien? —pregunta ella levantándose de la silla en la que antes se encontraba—. Te ves algo pálida.
—Estoy bien, nada de qué preocuparse.
Nathaniel aparece de nuevo en medio de las dos, se acerca a su madre para mostrarle los anillos que ha escogido, ambos no dejan de hablar del bonito par de diseños por unos cuantos segundos mientras me hundo en mis propios pensamientos.
Algo saldrá malo de esto, lo sé, puedo sentirlo. Las mentiras nunca traen nada bueno.
—¿Les parece si vamos a almorzar juntos? —pregunta él.
Permanezco en silencio mientras su madre ha dado un sí a su pregunta.
—No puedo ir, pero nos veremos por la noche —contesto.
Nathaniel fija su vista en la mía como si no esperase aquella respuesta.
—Habíamos acordado almorzar juntos —reclama en voz baja.
—Necesito ir a un lugar primero.
—¿A dónde iras? —enarca una ceja.
Le devuelvo una mirada furibunda que su madre nota.
—Nat, hijo creo que Gisele necesita un poco de tiempo para ella sola. Deja que se distraiga.
—No puede ir por ahí sola, las calles son peligrosas, además Gisele es mi prometida, los periodistas no la dejaran en paz.
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Danzando con el Destino
RomanceGisele se ha esforzado en cumplir su sueño desde niña, el tener un puesto en una de las prestigiosas academias de ballet de Paris, su talento es único y admirado por muchos a pesar de la difícil vida que ha llevado. Nathaniel Muller, candidato reco...