Capitulo 16

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Apenas puedo procesar lo que mis ojos están viendo en ese momento, no esperaba aquel destino, a decir verdad no esperaba que viajáramos para tener una luna de miel

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Apenas puedo procesar lo que mis ojos están viendo en ese momento, no esperaba aquel destino, a decir verdad no esperaba que viajáramos para tener una luna de miel. El paisaje, el color del agua del mar, las personas a nuestro alrededor, todo parece sacado de una de esas postales bonitas que te envían desde otra parte del mundo.

Se suponía que lo nuestro era ficticio, o al menos eso era lo que yo creía.

Hasta ahora

—¿Te gusta? —su voz me saca de mis propios pensamientos.

Sonrío mientras tomo en brazos a Joyce y lo acerco a aquella preciosa vista que nos ofrece la hermosa Brasil.

—Es hermoso —respondo—. ¿Cuál es el nombre de este lugar?

—Paraty, es un lugar muy bonito para pasear y recorrer sus calles, dicen que el agua que ves pasar entre las calles proviene del mismo mar.

—Aun no creo que estemos aquí, creí que nos quedaríamos en Francia.

Nathaniel arruga su frente.

—¿Y no darte un viaje? Eres mi esposa ahora, creo no debería saltarme esa parte en especifica del protocolo, ¿no crees?

Suelto una risa con aquello.

—¿Ves como si puedes reírte de algo que diga?

—Eres impredecible Nathaniel Müller.

Por una vez en mi vida me sentía en total paz, me sentía bien con lo que estaba sucediendo, y ya la presencia de Nathaniel no se tornaba tan mala para soportar. Empezaba a dejar de comparar su imagen con la de Antoine y aquello ya era un avance bastante grande en mi vida.

—¿Nos quedaremos aquí? —pregunto mientras lo veo hablar con uno de los lugareños pidiendo indicaciones.

—Por unos días —baja sus gafas de sol y después las vuelve a acomodar—. Después iremos a otro lugar.

—Pensé que sería un par de días solamente, ¿Qué hay de las elecciones?

—Quizás he hecho algunos ajustes a mi agenda —sonríe ampliamente—. Trataremos de disfrutar este viaje como una pareja normal lo haría —me toma de la muñeca para guiarme por un camino entre la gente.

—¿Qué haces? —protesto ante su repentina acción.

—Tú solo trata de seguirme el paso, me han dicho que nuestro hotel está cerca.

Nathaniel se escuchaba como otro, incluso todo en él había cambiado, empezando por sus típicos trajes elegantes ceñidos al cuerpo, ahora lucia muy bien enfundado en esa camisa blanca con bermudas beige y unas zapatillas deportivas.

Había tenido una mala impresión la primera vez que nos habíamos topado, incluso mi miedo a recordar el pasado y abrir nuevas heridas habían intervenido para conocer al verdadero Nathaniel, ese que se escondía detrás de la imagen de un hombre recto, admirable y temperamental de la política.

Danzando con el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora