Capitulo 34

7.7K 722 47
                                    

Me remuevo de mi postura, siento que todo me da vueltas, el martilleo en mi cabeza me hace abrir los ojos y encontrarme con una habitación bastante iluminada de paredes blancas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me remuevo de mi postura, siento que todo me da vueltas, el martilleo en mi cabeza me hace abrir los ojos y encontrarme con una habitación bastante iluminada de paredes blancas.

¿Qué ha sucedido?

Lo único que recuerdo es estar hablando con Nathaniel acerca de la habitación de nuestro hijo, un fuerte espasmo y después...

El bebé.

Busco con mi mirada alguien cercano que pueda decirme que ha sucedido, tiemblo de saber que algo malo ha pasado, de que es quizás demasiado tarde. Mi vista se fija entonces en una figurilla en particular una bola de nieve con una bailarina dentro de esta. La tomo en mis manos, la simple imagen de aquella muñeca me transporta a mis épocas de niña intentando aprender ballet, sin duda alguna esto ha sido un regalo por parte de Nathaniel.

—Señora Müller —escucho la voz del médico mientras se acerca a mi lado—. ¿Cómo se siente? —pregunta.

—Algo aturdida —me llevo las manos a la cabeza—. ¿Cómo está mi bebé?

—Delicado, al igual que usted por el momento.

—He seguido todo al pie de la letra —respondo.

—Su evolución es importante señora Muller, debemos hacer nuevos análisis para comprobar tu estado de salud, pero primero debo informarle a tu esposo que has despertado.

Asiento a lo que ha dicho, el hombre desaparece de la habitación mientras yo soy conducida a una sala en especial del hospital para hacerme algunos exámenes. Duro cerca de unos veinte minutos allí adentro y después soy regresada a aquella habitación para encontrar a un Nathaniel sentado a un lado de la camilla.

—Gisele —dice al verme.

Se levanta de la silla y sonríe, sus ojos reflejan un brillo. ¿Ha acaso llorado?

—Hola —digo en un susurro.

Él me toma de la mano, no la suelta hasta que soy acomodada sobre esa cama de nuevo.

—Estaba muy asustado cuando me llamaron, he venido tan pronto como me fue posible.

—Nathaniel nuestro bebé... —me abrazo a él dejando escapar las lágrimas.

—Si lo amo —responde apretándome a su pecho—. Perdóname Gisele, he actuado como un genuino idiota contigo —se separa de mí y me limpia las lágrimas del rostro con las yemas de sus dedos—. Fui injusto contigo, te pido que me perdones.

Acaricio su rostro con una de mis manos.

—Me ha quedado claro que lo amas, no tengo que perdonarte nada —respondo mientras fijo mi vista en aquella particular bola de cristal—. ¿Has sido tú?

Asiente a mi pregunta.

—Es hermoso Nat, le va a encantar.

Nathaniel sonríe alegre, sostiene mis manos con fuerza.

Danzando con el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora