Capitulo 26

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Paso de largo por la oficina de Nathaniel, lo encuentro sobre el escritorio revisando algunos documentos

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Paso de largo por la oficina de Nathaniel, lo encuentro sobre el escritorio revisando algunos documentos.

Ruedo los ojos.

—¿En que habíamos quedado tú y yo? —pregunto mientras doy un golpeteo en la puerta.

Él quita la vista de los papeles para darme su atención.

—Se trataba de un asunto importante —responde encogido de hombros—. Era de la embajada —termina de confesar mientras se pone de pie y camina en mi dirección.

Suspiro.

—El medico ha dicho que necesitas guardar reposo —le replico.

—Y lo he hecho al pie de la letra, tengo una maravillosa enfermera a mi lado —sonríe mientras me sujeta de las manos—. Ya te he dicho que es hora en el que deberías regresar a la academia. ¿Por qué no consideras la idea?

Suspiro.

—Quizás sea más útil aquí ayudándote.

Mis verdaderas intenciones con quedarme en la casa es permanecer a su lado para cuidar de él, Chantal había sonado muy segura de sus amenazas aquel día en la clínica y no quería martirizar a Nathaniel con el tema, no hasta que estuviera por completo recuperado.

Además le debía una charla sobre su pasado, pero no lo haría hasta tener en mis manos los documentos que acreditaran que en efecto era el hermano gemelo de Antoine.

—Gisele, ¿me has escuchado? —insiste.

—Si he escuchado a la perfección —respondo.

—¿Y? —enarca una ceja.

—Regresare a la academia, ¿contento?

—Mejor ahora que escucho eso —me dice tomándome de la quijada—. He terminado los asuntos pendientes con la embajada me preguntaba si podríamos desayunar en la terraza de la casa junto a Joyce.

—Es una fantástica idea, he ayudado en la cocina, vas a sorprenderte de lo que he preparado para ti —me muerdo los labios.

—Así que has preparado algo para mí, ¿eh?

—Si —respondo.

—¿De qué se trata? —pregunta con curiosidad.

—Ya lo averiguarás por tu cuenta —le sonrío.

—Nathaniel hijo, no deberías estar de pie —aquella voz aparece de repente separándonos—. Debes estar en cama.

—Mamá basta, dejen de verme como un paralitico —le reclama—. No puedo seguir encerrado en una habitación sin cumplir con mis obligaciones.

Chantal cruza su vista con la mía, la misma expresión de discordia que ha mantenido desde el regreso de Nat a la casa.

—Me adelanto con el desayuno —me alejo de los dos dejándolos atrás.

Danzando con el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora