Capítulo cincuenta y uno

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Ella suspira ya irritada por no dejar que se corriera, además de que no podía emitir sonido alguno y eso hacia que la tensión en su cuerpo se acumulará aún más.

—¿Quieres correrte, cariño?

Ella asiente

Sonrío al recordar que ella no tenía permitido hablar, así que no fui tan mala y se lo permití.

—Puedes hablar, mi amor.

—_______, deja de torturarme. Necesito correrme.

—¿Qué pasa si no te dejo?

—No querrás saberlo.

—Uy —dije juguetona acercándome a su oído—. ¿Eso es malo?

Lena se quedó callada y yo reí.

—Dime que es lo que deseas y lo haré.

Decidí hacerla tener su merecido orgasmo por su buen comportamiento.

—Deseo que me folles duro.

—¿Cuan duro, cariño? —dije pasando un dedo por su cuerpo desde su torso.

—Mucho.

Sonreí y me baje de la cama para tomar el strap-on que había en la colección de la habitación. Presioné un botón en la pared y puse un código para que acto seguido esta se abra dejando la variedad que había.
Luego de elegir, vuelvo a la cama y me acerco a Lena.

—Será mejor que te relajes.

Antes de empezar con el juguete, acerco mi boca a su intimidad pasando mi lengua por su hinchado clítoris haciendo gemir a Lena. Cómo ya no me importa mucho si emitía un sonido o no, seguí con mi trabajo, lo que ella pareció notar.
Posicioné el largo de mi lengua en su punto débil haciendo presión con esta. Lena tiro su cabeza hacía atrás y meneo sus caderas contra mi boca.
Metí dos dedos de golpe dentro de ella causando que Lena gritara y arqueé su espalda.
Empeze a meter y sacar mis dedos de ella rápidamente mientras que con mi lengua trazaba formas geométricas en su lugar de placer.

—______, no te detengas —dijo en súplica.

Cómo sabía que a ella no le faltaba mucho para correrse, deje de meter y sacar mis dedos para dejarlos dentro y hacer ondas.
Los movimientos de mis dedos iban en compacto con la cadera de Lena que lo único que deseaba era saciar el placer que contenía su cuerpo.
Minutos después ella de corre liberando toda la tensión acumulada dejándose caer.
Me aparto un momento de ella colocándome el primer juguete que elegí y un condón en mis dedos.
Volví hacia ella y lo introduje ferozmente haciendo que el cuerpo de Lena se arquera con placer y dolor.

—¡Aaah!

Moví mis caderas de atrás para adelante con fuerza como ella me lo había pedido anteriormente. Acerque mis dedos hasta su entrada tracera y metí presión mientras hacia círculos.

—_______, ¿Qué haces? —pregunto entre jadeos.

—No critiques mis métodos, ¿Querías que te follara duro? Eso haré.

Lena subió sus manos a mi espalda y rasguño está.
Me incliné más hacia ella haciendo que mis embestidas rozaran su debilidad, y ella me clavo sus uñas.
No me queje ya que no me dolió y seguí con mi trabajo.
Una vez que fue suficiente la estimulación de su entrada trasera, frené y salí de ella.

—No hagas eso de nuevo, ________. Ya me iba a correr —dijo enojada.

—Tranquilidad.

Cambie el juguete del arnés que traía y volví a la cama con ella para lubricar su entrada.

—Si te duele mucho, solo dime qué pare —Me acerque a ella.

—¿Qué es lo que tendría que dole...?

Sus uñas se clavaron fuertemente en mi espalda mientras sus piernas rodeaban mi cadera.

—¿Está bien?

Como ella no me respondió, lentamente fuí introduciendo más el juguete.

—_______, detente.

Me detuve en seco y saque un poco más el juguete para que de acostumbrara.
Poco a poco su cuerpo se fue tensando menos así que desate por completo su cuerpo de la cama y salí de ella.

—Ponte en cuatro —dije autoritariamente.

Ella hizo lo que le pedí y me volví a introducir, pero está vez estimule dos de sus entradas.

—¿Es un dildo doble?

—Asi es, cariño —dije bajando su espalda.

Al poco tiempo, Lena ya no se tensaba, y fue entonces cuando empeze con los movimientos fuertes y bruscos.
Ella arañaba la cama del placer que sentía mientras me hacía escuchar su tan satisfactoria melodía.
Mis embestidas eran tan rápidas que la cama golpeaba extremadamente fuerte la pared.
Con el pasar de los minutos, Lena se corrió gritando mi nombre. Como yo no me detuve, el tercer orgasmo la azotó de manera tan fuerte, que ya lloraba del placer.

—______... Detente... Por favor, ya no puedo.

Salí de ella y fluidos salieron de sus piernas empapando la cama.
Me quité el arnés y fui al baño a buscar un poco de papel para limpiarla.
Cuando llegué, ella estaba respirando muy irregularmente. Acerqué el papel a sus muslos y limpié la zona.
La tomé con mis brazos y presioné un botón al lado de la cama para que un robot cambie las sábanas.
Cuando el robot terminó el trabajo, dejé a Lena en la cama y la cubrí con las sábanas; ella se había quedado dormida.
Me posicioné detrás de ella y la abracé hasta quedarme dormida.

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Estaba en el bosque corriendo y de repente escuche una voz.

—______.

Me giré hacia donde provenía la voz pero no había nadie ni nada.

—¡______! ¡Despierta!

Ahí es cuando me desperté de un salto y Lena me estaba mirando.

—¡¿Qué pasó?! ¡¿Estás bien?! ¡¿Le pasó algo a mi hermana?! —dije agitada.

—No, idiota, tu hermana está bien.

—Oh, ¿Entonces?

—No me puedo levantar de la cama.

—La miro con el seño fruncido—. ¿Por qué no puedes?

—Me duele del abdomen para abajo cada vez que lo hago.

—¿Quieres ir al médico?

—No, solo ayúdame.

—Claro, espérame un momento.

Me levanté yo de la cama y me vestí. Luego fui hasta el lugar de Lena y le extendí mi mano. Ella la agarro pero cuando hizo fuerza para sentarse, inmediatamente se quejó y volvió a su posición anterior.

—Ok... Debemos ir al médico ya.

—No vamos a ir al médico.

—Sí vamos a ir, y no está en discusión.

Vestí a Lena como pude y tome su brazo.

—¿Ahora que haces?

—Esto no va a solucionar el dolor, pero si va a hacer que disminuya.

Empecé a absorber el dolor que sentía Lena y mis venas se ponían negras.
La tomé en mis brazos y cerré la puerta del departamento, bajamos por las escaleras y le dejé la llave a la encargada mientras me dirigía al coche.

—Muy bien, vamos al hospital.

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Lena y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora