Capitulo setenta

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Salí del edificio y me dirigí a la pizzería que solía frecuentar cuando era adolescente.
Abrí la puerta y se escuchó la campanita para avisar que alguien estaba entrando. Caminé un poco más y esperé en el mostrador.
Unos minutos más tarde vino una ancianita que reconocí enseguida.

—¡Margarita! —Sonreí.

—¿_______?

—Así es.

—Uf, cuánto tiempo, mira como has crecido —Ella vino y me abrazó, y yo hice lo mismo.

—Ha pasado como diez años.

—¿Quién es la o el afortunado?

La mire sin entender pero cuando señaló el anillo entendí y sonreí.

—Oh, ella es una persona muy especial para mí. Ella es inteligente, graciosa y...

—¿Bonita?

—Muy hermosa —dije segura—. Tiene unos ojos que te obligan a... Y un cabello que es... Y su sonrisa —dije feliz y sonriendo.

—Me alegro mucho por ti muchacha.

—Oh, casi me olvido. Yo quería...

—Una pizza de mozzarella, una fugazzeta rellena y empanadas, lo sé.

—Wow...

—Aun lo recuerdo, en unos minutos estará lista.

—Esta bien.

—Y... ¿Qué te trae a Nueva Orleans?

—Reuniones familiares.

—Comprendo.

—¿Cómo está tu hermana?

—Oh, ella está bien. También se casó y está muy feliz con su esposa.

—Y no me invitaron a sus bodas —dijo ella con falsa indignación.

—Perdone, Margarita.

—No pasa nada.

Ella se fue por unos minutos y volvió con mi orden.

—Muchas gracias, un día de estos le presento a mi esposa.

—Con mucho gusto la recibiré.

—Nos vemos.

—Nos vemos.

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Estaba caminando hacia el edificio y en las calles la gente bailaba y había música. Eso era algo que me gustaba de Nueva Orleans, que sin importar el día, si la pases bien o mal la música no falta.
Abrí la puerta del edificio, subí por el ascensor y abrí la puerta del departamento.

—¡Amor, Ya llegué!

Dejé la comida encima de la mesa y fui hasta donde Lena. Ella estaba mirando la ciudad por la ventana, así que la abracé por detrás y puse mi cabeza en su hombro.

—¿Te gusta la ciudad?

—Ella puso sus manos sobre las mías—. Se ve una ciudad alegré.

—Ya trajé la cena.

—Vamos a comer, entonces.

Me separé de ella y fuimos hasta el living. Le separé la silla y le indiqué que se sentara. Cuando lo hizo le arrimé la silla a la mesa.

—Gracias, mi amor.

Me senté y nos pusimos a comer. En un momento me la quedé mirando y ella me sonrió para luego decirme.

—¿Por qué me miras tanto?

—¿No puedo mirar a mi bella esposa?

—Te amo.

—También te amo.

—Me cruce con una vieja amiga de la familia, luego tengo que presentartela.

—Esta bien.

Seguimos comiendo y hablando de diversas cosas hasta que yo me fui al baño a cepillar mis dientes.
Lena vino y me abrazó por detrás, bajó su mano y llegó hasta mi entrepierna. La miré por el espejo y ella hizo lo mismo. Me giré y la besé. Fui guiando a mi esposa hasta la cama y la recosté allí.

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Me desperté por ruidos raros que se escuchaba. Analicé la habitación y de dónde provenía el ruido era de mi esposa, _______.
Me quedé observando y ella se empezó a mover y siguió haciendo ruidos. Ahí me di cuenta que estaba teniendo una pesadilla.
Me acerqué e intenté despertarla moviendo su cuerpo sutilmente.

—Mi amor, despierta. Amor... _______.

Ella se despertó de golpe e hizo que me asustara. Estaba jadeando y su cuerpo estaba con sudor.
Examinó la habitación con desesperación pero yo toqué su hombro para intentar tranquilizarla. Ella se asustó y se alejó hasta la otra punta de la habitación, pero se percató que era yo y dejó de tener tanto miedo.
Me acerqué hasta donde estaba ella y la abracé con el fin de calmarla.

—Tranquila, solo ha sido una pesadilla.

_________ me correspondió el abrazo y luego de unos minutos pudo tranquilizarse.

—¿Quieres hablar sobre ello?

Ella negó y se fue a la cocina a prepararse un té.
La seguí y volví a abrazarla para luego decirle.

—Soy yo, ¿Recuerdas? Puedes confiar en mi.

Ella suspiró y me dijo.

—Volví al día en dónde mataron a mi madre.

—Oh, ________, lo siento mucho.

—Yo también lo siento.

Ella espero hasta que el té de enfriara y se lo tomó, luego fue al baño y se lavo la cara para después ir a la cama.
Me acosté a su lado y ella me dijo.

—¿Puedes abrazarme?

—Claro.

Estiré mi brazo para alcanzar su cuerpo y lo pegué a mi para luego intentar dormir, ya que mañana era la reunión.

—Te amo, ¿Lo sabes? Moriría por ti.

—Yo también te amo, ______.

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Lena y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora