Capítulo setenta y dos

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Sentí las caricias de Lena en mi cuerpo mientras me llamaba dulcemente.

—Mi vida, debes levantarte.

Con la sábana tapé mi rostro y suspiré debajo de las ellas.
Lena se subió a la cama y suavemente deslizó la sábana de mi rostro para poder verme. Acaricio mi cara suavemente y se inclino para depositar un suave beso en mis labios.

—Vamos, amor. Levántate.

—¿Cuánto falta para...?

—Dos horas.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño para ducharme.
Abrí la ducha y entré para comenzar a ducharme, una ducha que no duró más de media hora.
Me puse desodorante, perfume y me coloqué la ropa que usaría para esta noche. Unos pantalones negros con una cadena que empezaba por mi cintura y terminaba en mis glúteos. Una camiseta negra con una chaqueta de cuero con algunos diseños y unos borcegos negros.
Cepillé mis dientes y luego salí del baño para cruzarme con Lena. Ella vestía unos borcegos negros también con un traje negro y camisa del mismo color. Tenía algo de maquillaje que hacía resaltar sus ojos esmeralda y que la hacían ver muy dominante.

—Estas hermosa —dije yo.

—Tú también.

Me acerqué a ella y uní mis labios para besarla. Un beso lento y afectuoso, olvidandonos nuestro alrededor y el mundo. Solo éramos ella y yo.
Me separé, la mire a los ojos y le dije.

—Te amo.

—Yo también te amo.

La abracé como si mi vida dependiera de ello y ella me correspondió de la misma forma.
Me aferré a su cuerpo como una garrapata a un perro, intentando que ese momento durará para siempre. Pero cuando me quise dar cuenta ya debíamos irnos.

—Debemos irnos.

Ella asintió y se separó de mi con cuidado, como si fuera a romper algo.
Bajamos por el ascensor y le abrí la puerta del auto que había diseñado anteriormente. Le había puesto el sello de la casa Mikaelson.
Entre al auto y empecé a conducir hasta mi antigua casa. El viaje fue en silencio, pero no me molestó.
Cuando llegamos aparque el coche y respire hondo viendo lo que antiguamente había sido mi casa.
Abrí la puerta del coche, bajé con cuidado como si el piso fuera de cristal y me paré enfrente de la estructura.
Sentí la mano de Lena en mi hombro apretándolo en signo de apoyo o para tranquilizarme, en este momento ya no lo sabía.
Entrelacé los dedos de mi mano con los delicados dedos de Lena y apreté su mano nerviosa.
Caminé hacia el interior y estaba mi familia y más, estaba igual que como lo recordaba. El sello, las habitaciones, la decoración, todo era igual.
Me separé del agarre de mi esposa con cuidado y fui a saludar. Primero saludé a mis tías y a Keelin, junto con el pequeño Nik, mi primo.

—Hola pequeño, yo soy _______, tu prima.

El niño se acercó curioso y me saludo con su pequeña manito.
Sonreí y seguí saludando a mí tío Kol y a Davina que hace mucho no la veía. Y por último a Marcel

—Tú —Señalé a Marcel—. Salte de esta casa vampiro premium.

Los demás se rieron y Marcel me contesto.

—¿Me lo vas a decir tú? Vampiro mal formado.

Nos saludamos con un abrazo y presenté a mi esposa a los demás que no la conocían, aún que Lena ya se estuvo presentando.

—Familia, para los que no la conocen ella es mi hermosa, divina, preciosa, única e inigualable esposa.

Los demás se rieron y apareció Hope con Josie agarrada de su brazo.

—¿Cómo está mi sobrina favorita? —dijo mi tío Kol.

—¡Oye! —dije yo ofendida.

—Tú me cambiaste por tus tías en el casamiento, ni el padrino me dejaste ser.

—Buen punto... ¡Pero da igual! No puedes decir eso.

Hope y yo nos miramos y entendimos que las dos estábamos en igual condiciones, las dos estábamos sólidas como una roca. No sabíamos cómo actuar o que decir, solo sabíamos existir en ese momento y no pensar, porque si pensábamos probablemente moriríamos.

Nos sentamos en la mesa a comer y de repente mi tía Rebekah se levanta de su asiento para hacer un brindis.

—Hoy en especial quiero hacer un brindis porque estamos todos reunidos, en familia. Dejando los conflictos atrás y los malos momentos. Quiero brindar por nosotros y por los que vienen —Nos miró a Hope y a mi.

Todos levantamos nuestras copas y brindamos por eso.
Estuvimos cenando y hablando entre nosotros la mayor parte del tiempo, contándonos anécdotas y vergüenzas de Hope y de mi.

—A ellas las descuidabas un segundo y tenías la mitad de la casa rota, eran un terremoto y no uno bueno —le decía mi tía Freya a mi esposa.

—Pero nos amas así —respondí.

—No sé, déjame pensarlo y te digo.

—¡Tía! —dijimos Hope y yo al mismo tiempo.

—Mentira ustedes son mis pequeñas, las amo.

—Nosotras también —respondimos.

—Bueno, familia... —dijo mi tío Kol.

—Ay no, ¿Por qué? —dijimos la mayor parte de mi familia.

—Estoy casada —dije yo para intentar librarme.

—Yo igual —respondió Hope.

—Todos estamos casados aquí, beban de la muñeca y no molesten.

—¿De qué hablan? —preguntó mi esposa.

—Ya vas a ver —dijo Hope.

Unas chicas hipnotizadas se acercaron a cada uno de nosotras. A hope y yo se nos acercó la misma mientras que a los demás eran por separado.

—No tengo hambre, tío.

—Nosotros tampoco —dijeron los demás.

—Haganlo por la familia.

Los demás suspiramos y le agarramos con sutileza las muñecas a las chicas. Hope y yo nos miramos y le clavamos los colmillos a la vez.
Los demás que no eran vampiros se quedaron mirándonos, sin saber cómo reaccionar ante lo que estaba pasando.
Nos separamos todos de las chicas antes de causarles un daño severo en el organismo y mi tío dijo.

—Vieron, no fue tan malo. ¿Hace cuánto no beben sangre fresca?

—Mucho —dijo Hope limpiando su labio inferior.

—Bueno, bueno. Pero yo quiero explicarle está hermosa familia a mi esposa —dije.

La mire a Lena y le dije lo siguiente.

—Por aquí tenemos a Marcel. Mi padre lo consideraba como a un hijo y él está casado con mi tía, por lo tanto ¿Sería mi tío o mi hermano?

Los presentes se empezaron a reír y yo continúe.

—Después tenemos a Davina —La señalé—. Ella está con mi tío Kol, pero Marcel la considera una hija entonces sería, ¿Mi tía, mi sobrina o mi prima?

Lena frunció su seño pensando y el resto de la familia rió por su expresión.

—Pero bueno, esta es mi familia y la amo.

—Vamos a encender la fogata —dijo mi tía Rebekah.

Empezamos a armar la fogata y a escribir en el papel nuestros deseos y anhelos. Luego, lanzamos los papeles al enorme fuego y vimos como se quemaba mientras las cenizas se elevaban con el aire y pequeñas partículas del fuego se hacían notar.

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Lena y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora