Capítulo cincuenta y ocho

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—Amor, _______, espera. —Tomó mi mano—. Sé que estás enojada, pero no tomes decisiones en caliente. Ahora tienes que estar con ella, no tienes que ir a separarle el cráneo del cuerpo a alguien, ¿Está bien?

—Yo soy lo que ellos temen —le dije poniéndome enfrente de ella de forma autoritaria.

—Podra temerte muchas personas pero no soy una de ellas. Sé la ira y lo abrumada que te sientes ahora, pero por favor, te lo ruego si quieres. No lo hagas.

—¡¿Por qué te obsesiona tanto que no lo haga?!

—¡Porque eso no te va a hacer sentir mejor!

Grité con furia tirando las cosas que se encontraban en la mesita
Me puse en cunclillas mientras tapaba mi cara y sollozaba de la impotencia que sentía. Lena se puso a mi lado y me abrazo mientras me acariciaba la espalda tratando de calmarme.

—No lo entiendo, no sé que me pasa, ¿Por qué siento esto si la odio? La odio con toda mi alma por abandonarme, por hacerme la vida imposible, la odio.

—Puede que eso te repitas siempre para quedarte tranquila, pero esa no es la verdad. Puede ser que la odies, pero al fin y al cabo siempre será tu madre y eso hace que te afecte de maneras que no te puedas imaginar.

—Soy débil.

—No eres débil, _________, al contrario, eres la persona más fuerte que conozco.

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Ya estaba más tranquila acostada en un sillón con mi cabeza apoyada en las piernas de Lena mientras ella acariciaba mi cabeza.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por ser tan brusca contigo, no te lo mereces.

—Lo entiendo, es un tema complicado que lleva muchos años intentando sanar.

—No es excusa para tratarte así.

—Tal vez no lo sea, pero por lo menos intentas expresar lo que sientes y no te encierras.

Me di la vuelta y me la quedé mirando.

—¿Qué?

—Tú tendrías futuro como psicóloga.

—Ella empezó a reír—. No lo creo, ______.

-Yo sí. Serías la psicóloga sexy que soluciona los problemas de la híbrida loca, la psicópata que quiere sacarle la cabeza a todo el mundo. Y luego, yo me terminaría enamorando de ti y mataría a todos los que se acercan y luego tú me preguntarás "¿Por qué matas a todos los que me hablan?" Y yo te responderé "porque nadie más que yo debe ser capaz de admirar tu belleza". Y ahí es donde te secuestro en mi mansión y empezamos una relación caótica.

—Wow, tu tendrías futuro como escritora.

—reí—. Tal vez.

Me la quedé mirando y está vez por más tiempo. En un momento, Lena me miró confundida.

—¿Por qué se dilataron tus pupilas?

—Porque estoy pensando en lo hermosa que eres.

—Lena se ruborizó—. Tú también eres hermosa, _________.

—Pero no tanto como tú. Vos estás esculpida por los mismos dioses, mi vida.

—¿Qué? —rió.

—Que estás esculpida por los dioses.

—Tampoco creo que sea para tanto, ________.

—¿Tú te viste al espejo?

—Todos los días.

—¿Y que ves?

—A una mujer normal.

—Me senté a su lado para poder hablarle más seriamente—. Me parece que vamos a tener que comprarte unos lentes, mi amor. Está claro que no puedes ver lo hermosa que eres.

—Cállate —dijo sonrojada.

—Pero es la verdad, amo todo de ti. Tus expresiones, tus facciones, tus hermosos ojos esmeralda, tu sonrisa, podría seguir hasta el año que viene si quieres.

—Con eso está bien.

—Nunca será suficiente. Aunque eso lo estaba diciendo sin ir a lo sexual, sino tendría muchas otras cosas para nombrar —le guiño el ojo.

Lena me agarró del cuello y me beso. Pedí acceso a su boca cosa que ella me cedió y empezé a recorrer su boca. Le di la vuelta y ella quedó debajo de mi.

—Siguiendo la conversación —dije besando el filo de su mandíbula—. Amo ver cómo te estremeces cuando te toco, tus gemidos leves cuando muerdo tu cuello —Bajé hasta su cuello mientras hablaba con lentitud recorriendo su cuerpo—. Tus suplicas pidiendo que no pare, tus expresiones cuando llegas al orgasmo —Bajé hasta sus clavículas corriendo un poco su camisa.

—_________...

—Tu cuerpo alborotado pidiéndome que te haga llegar, tus pechos —Fui bajando hasta sus pechos y sin apartar su sostén los besé —. Cómo arqueras tu espalda cuando introduzco mis dedos dentro de ti —Bajé mi mano hasta su entrepierna y acaricie por sobre la tela causando un deseo tortuoso.

—Ah... —gimió levemente.

Subí de nuevo a sus labios y empecé a menear mis caderas encima de ella creando fricción.

—______, detente, esto no está bien, estamos en un hospital —dijo jadeante.

—En una habitación privada que te recuerdo, pagaste tú.

—Tu madre podría despertarse en cualquier momento.

—Mi madre puede esperar.

Bajé nuevamente a su cuello pero está vez mordí para dejar marcas en el.

— ______, detente....

—Lo siento, Lena, pero como ya te dije, me encantan tus expresiones y escucharte disfrutar —Aumente la velocidad de mi ritmo haciendo que sea una velocidad ni tan rápida ni tan lenta.

—Ah..., _________, nos van a escuchar.

—Eso difinitivamente no ha ayudado en nada.

Tomé sus muñecas con mis manos y las puse encima de su cabeza para empezar a moverme más rápidamente y con más firmeza.

—Aah, no te detengas, mhm.

Sonreí al saber que lo había conseguido. Volví a besar sus labios mientras me movía fuertemente. Sabía que estaba muy húmeda y que había arruinado su ropa interior así que no me hizo falta comprobarlo.

—________, d-detente, si no lo haces voy a correrme.

No le preste atención a las palabras que decía mi prometida y seguí embistiendo. Ella arqueo su espalda y soltó un gemido en señal que había llegado, pero este fue callado por mi boca.
Dejé de moverme y me senté a su lado, a los pocos segundos ella se sentó encima de mi.

—¿Qué haces?

—Sé que no te has corrido, mi amor, es por eso que voy a hacer que te corras.

Metió la mano en mi pantalón y mi ropa interior para presionar mi clítoris.

—Ah —gemí ante la sensación placentera que ella me estaba brindando.

—Sé que te gusta ver mis expresiones y escucharme gemir, eso me ha quedado claro. Pero también sé que te gusta que te ahorque, te ponga contra la pared y te diga que eres mía.

Introdujo un dedo dentro mío y empezó a follarme sin prisa en aquel hospital.

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Lena y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora